Fue todo repugnante. Pero hay más cosas que envilecen. Muchas más. La negativa, durante años, de los gobiernos de Felipe González a afrontar el cumplimiento efectivo de las penas. La cobardía de una clase política fofa, acomodaticia, asustada, que nunca quiso afrontar este problema con algo de seriedad. Que nunca quiso legislar "a golpe de emociones". De una sociedad, en fin, lastrada por los complejos que sus élites, cómodamente sentadas al fuego, con un whisky en la mano, les han ido inculcando de manera irresponsable: un país cainita, africano, impresentable...
De todos aquellos polvos vienen estos lodos. La culpa no está en el TEDH, ni siquiera en la docilidad del tal López Guerra. No. La culpa es del tipo de sociedad que hemos ido construyendo. Entre todos. Cuando una sociedad no se respeta a sí misma... ¿Cómo quiere que los demás lo hagan?
2 comentarios:
La cobardía de una clase política fofa, acomodaticia, asustada, que nunca quiso afrontar este problema con algo de seriedad.
Una clase política que prefirió el atajo. Que prefirió el GAL antes que enfrentarse al endurecimiento del código penal del 73, por supuesto de los que vinieron después que tampoco hicieron nada. Una sociedad que lo permitió y jaleó
Y una sociedad, que de repente, descubre que un asesino con más de veinte muertos a la espalda, va a salir a la calle. Y la chapuza del Supremo del año 2006, "reinterpretando" la ley. Y gente que ahora busca otro atajo.
Por desgracia, estaba cantado el fallo del TEDH. Quizás porque ahí fuera, si se creen al ley.
Aquí nos la creemos según sople los vientos. Nada como ver a Alberto Garzón, diputado, manifestar que la ley hay que cumplirla (en este caso) para ver a otros de su grupo pedir que se salte la ley, para llegar a sus objetivos como pedía el senador José Manuel Mariscal, pidiendo derribar al gobierno desde las calles.
La gran desgracia española, de sólo creer en la Ley cuando nos favorece, de no creer en ella cuando le da la razón a otro.
Totalmente de acuerdo Drizzt...
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