12.3.14

Va uno a comer...

Va uno a comer y busca un restaurante amigo. Zamorano, claro. Va uno a comer y se sienta en la mesa mirando al oeste. Nos pasa siempre, ¿verdad Impresor de Puño en rostro?. Va uno a comer y en cuanto hay tres senabreses sentados a la mesa a uno lo mata la nostalgia, aún en los aperitivos. Va uno a comer y enseguida uno se siente en otro lugar. En otro tiempo. En otro país. Va uno a comer y no tardan en surgir judíos de debajo de la mesa. Va a uno a comer, en fin, un día cualquiera, en medio de la semana, atacado por el trabajo y sin darse cuenta, de repente, cuando está en medio de la conversación aparece en la Sanabria de hace treinta años, revisitando la infancia: hay gallinas por todas partes, una pareja de vacas y trigo por segar. Pero sobre todo, están los abuelos en casa, con un tazón de leche y unas tostadas, invitándonos a merendar, que ya se ha hecho tarde...

Y uno se da cuenta, entonces, de que lo único que nos diferencia de otros seres vivos es que somos un tipo de mamífero que guarda memoria. 

Y que, a mayores, la comparte...

No hay comentarios: