Alguna idea más del libro de los Senderos del mar, de María Belmonte. Casi como memoria: los mamíferos marcan el terreno con señales y los sapiens lo hacemos con piedras desde hace milenios. Con ellas marcábamos además los lugares sagrados y las columnas a la entrada de los templos rememoran a los árboles que crecían en aquellos espacios.
El abismo del tiempo: gran parte de los procesos geológicos requieren eones de tiempo y nosotros apenas vivimos unas décadas. y apenas tenemos memoria de los últimos cinco mil años.
Los olvidados: aquellos caballeritos de Azcoitia, o gigantes olvidados como Charles Lyell, el creador de la geología moderna.
La caliza, en fin, como roca poética
Por cierto, le debemos nuestro gusto por los bosques, los desiertos o los mares a los románticos. Antes de ellos, eran lugares a evitar. Y posiblemente vuelvan a serlo en breve...
PS: "La aparente inmovilidad de las montañas y las costas no es más que una ilusión creada por la brevedad de la vida humana"
1 comentario:
No es del todo así. Miles de personas desde el s. III se marcharon como anacoretas a la Tebaida. Los bosques y el mar ya fueron cantados antes de los románticos (Agustín de Hipona, Juan de la Cruz, entre muchos otros).
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