La semana pasada hizo diez años. Cómo pasa el tiempo. Éramos más jóvenes, pero igual de bobos. Estábamos haciendo la Objeción, y había que organizar un Congreso. Y a ello nos pusimos. Con fe. Con pasión. Buscando dinero. Organizando la agenda. Aquel cuadro fantástico de Ibarrola como lema. Salió y salió bien. Cuánto aprendimos en aquellos meses. Yo estaba iniciando una historia que no iba a ningún lado, pero yo, como tantos otros, como tantas otras, no sé darme cuenta de las cosas cuando las estoy viviendo en directo y tardo tiempo en comprender. Necesito verlo ya por el retrovisor. Estaba empezando un trabajo. Quizá iba para funcionario, aunque supongo que no tardé en aburrirme. Y es que, cuando miro en perspectiva la vida que he llevado, laboral y personal: los sobresaltos, las malas compañías, los miedos... acabo pensando que yo, como don quijote, me acabo invento pasiones sólo para ejercitarme.
Diez años después, ni soy funcionario, ni sigo con aquella mujer, gracias a Dios. Pero sigo siendo colegiado y sigo echando ratos por los compañeros de la profesión. Es lo que tiene hacer sociedad civil cuando no eres de izquierda. Que nadie te obliga. Y que puedes predicar con el ejemplo...
Diez años ya. Cómo ha pasado el tiempo, ¿verdad Hornuez?