Se va Ibarra. Es una buena noticia que un político se vaya después de tantos años. Lo que nos se ha hecho en ocho, no se hace en quince. A partir de un momento, todo es, en el mejor de los casos, compromisos, componendas y rutinas. Vuelve a hacer dedazo, como tantas otras veces en el pesoe o en el pepé. Los partidos son maquinarias para ganar elecciones, no para debatir o seleccionar democráticamente a las élites.
Ningún político es insustituible. Todos son humanos y tienen muchos defectos. La misión de los ciudadanos es estar alerta frente a ellos y no dejarles mucho tiempo en el cargo. Políticos como Ibarra, caudillos que velan por la felicidad de sus súbditos, deberían pertenecer a nuestro pasado, pero siguen siendo nuestro presente.
En fin, sigo mirando con simpatía al Partido de la Ciudadanía. Me parece original su cartel electoral, aire fresco frente al cansino y bachiller Montilla, y el artificial y prescindible Mas. Ojalá tengan suerte, aunque no parece fácil. Debo ser más transversal de lo que parezco, porque todos insisten en que buscan el voto de la izquierda y yo, que no lo soy, les votaría si estuviera avecindado allí.
2 comentarios:
Pues sí, veintitantos años es suficiente para cualquiera, no?
Por cierto, ¿has preguntado al Partido de la Ciudadanía si busca gente para abrir sedes en otros lugares de España?
Anímate ;o)
Nunca militaría en un partido que aceptara a gente como yo en sus filas...
:-)
Publicar un comentario