27.6.07

Educación para la ciudadanía (I)

La educación para la ciudadanía me plantea dos tipos de problemas que paso a reflexionar con usted, desocupado lector. Uno es de concepto y el otro de práctica. Principiemos por el concepto.

- No tengo claro que el Estado deba enseñar a los niños a ser ciudadanos. Creo que esa es una labor que corresponde, en primer lugar, a las familias, luego a la sociedad (amigos, trabajo, ocio, centros de socialización…) y, en último término, al propio individuo una vez que se hace mayor. Así que digamos que mi primera pega con la Educación para la Ciudadanía es una pega de origen. Los individuos se construyen contra la colectividad, que apenas consiente identidades o expresiones heterodoxas. Los ciudadanos, para serlo, han de desconfiar, y mucho, del Estado (central, autonómico o local) y de los políticos. Así que me parece un poco, qué quieren que les diga, poner el zorro a cuidar a las gallinas. ¿Cómo va a enseñar el Estado a los niños a que desconfíen de él una vez que sean mayores?


- También me da cierto mal rollo, a qué negarlo, el camino hacia 1984 que han emprendido los socialistas de todos los partidos desde la segunda guerra mundial. Un Estado todopoderoso y filantrópico que lo cubre todo: nacimiento, educación, trabajo, desempleo, enfermedad, reproducción, ocio, vicios y muerte. Qué quieren que les diga. Me gustan las fiestas de mi pueblo porque la financiación pública es del 1%. Porque son nuestras y no del concejal. Así que no me gusta, conceptualmente hablando, que el Estado supla a los padres a la hora de inculcar valores en los niños. Los niños son de los padres, no del Estado. No me gusta que el Estado lo quiera ocupar todo…


Corolario

Los franceses necesitaron tres años de lucha y un océano de sangre para conquistar la libertad. Todo lo que hemos necesitado en España ha sido dos días de explicaciones y uno de regocijo.

Antonio Alcalá Galiano. Citado por [1]. Brenan, Gerald: El laberinto español. Madrid. Plaza & Janés. 1984. Pág. 253


2 comentarios:

Baba O'Riley dijo...

Educado Perdiu.
Creo que hoy podría tener un cierto punto de razón (muy tenue no se crea).
En la consideración sobre el concepto estoy medianamente de acuerdo, aunque ¿que ocurre si todos los componentes sociales antecesores al gobierno se desdibujan por una posición familiar, colectiva y personal desestructurada? Tiene que existir algún tipo de mecanismo que prevea las soluciones para los casos extremos.
Y lo de 1984 cuénteselo usted a las socialdemocracias nórdicas, que presumen mucho más de liberales que de "sociales" y donde previo pago del 60% del sueldo tienes asegurada por el estado hasta la parcelita donde te van a enterrar.

Anónimo dijo...

Muy cierto, en palabras de un gran pensador cuya lucidez deslumbra cada vez más a medida que pasa el tiempo:

“Sobre esta raza de hombres se levanta un inmenso poder tutelar que se asigna a si mismo, y sólo a si mismo, garantizar sus gratificaciones y vigilar sobre su destino. Su poder es absoluto, minucioso, regular, prudente y benévolo. Sería como la autoridad de un padre si su objetivo fuera, como aquella, preparar a los hombres para la edad adulta. No es así. Busca, por el contrario, mantenerlos en una perpetua infancia. Le complace que la gente se divierta siempre que no piense sino en divertirse. Ese gobierno trabaja gustosamente por su felicidad pero quiere ser su único agente y el único árbitro de la misma. Garantiza la seguridad de los hombres, prevé y atiende a sus necesidades, facilita sus placeres, se ocupa de sus principales preocupaciones, dirige su industria, regula la sucesión de la propiedad y subdivide sus herencias. ¿Qué le queda sino ahorrarles a todos la preocupación de pensar y la angustia de vivir?”
Alexis de Toqueville
Democracy in America 1835