13.6.07

De la historia concebida como una de las bellas artes

Hace unos días, curioso impenitente que soy, tropecé con la página web de las Juntas Generales de Guipúzcoa, ya saben, la asamblea provincial que nombra al Diputado Foral. Ya se imaginan el discurso: unidad de destino en lo universal, respeto por la tradición, somos quien somos, el futuro nos pertenece, la patria de nuestros antepasados, el hombre prehistórico hablando eusquera y todas estas alegres zarandajas con las que los nacionalismos nos aburren desde hace ya más de treinta años.

Me llamó la atención el escudo de la provincia. Recuerdo haber visto de pequeño, en algún lado, un escudo guipuzcoano que no coincidía con el actual. Así que me puse a buscar. Menuda sorpresa. Resulta que el escudo histórico de Guipúzcoa durante siglos tenía tres cuarteles: arriba a la izquierda, el rey de castilla y león, probablemente Alfonso VIII, a la derecha, doce cañones, en agradecimiento de la Corona por la participación guipuzcoana en la toma de Navarra en 1512, y abajo, tres árboles sobre el mar.

Algo así era intolerable para los hijos de Sabino. Un rey españolazo y las armas con las que los guipuzcoanos colaboraron a la incorporación de Navarra a la Monarquía. ¿Habrase visto mayor afrenta? Así que, ni cortos ni perezosos, y con dos cojones, en 1979, las Juntas Generales decidieron suprimir dichos cuarteles y dejar el escudo tal y como lo conocemos actualmente: tres árboles sobre el mar.

Uno le tiene cierto respeto a la historia. Qué le vamos a hacer. Los hechos son los hechos. Por eso causa sonrojo el uso que el nacionalismo hace de ella. Mucha bandera, mucha tradición y mucha hostia, pero cuando un símbolo no interesa, se cambia por otro y a correr. ¿Qué el símbolo tiene quinientos años? Pues nada, abre bien la bolsa, y a la basura con él. En esto, hay que reconocerlo, el nacionalismo vasco es un maestro. Sabino inventó un santoral (Kepa, Koldo, son nombres con cien años de antigüedad), una bandera y hasta un país (Euskadi). Y en cien años la mitad de los vascos creen que todo esto tiene algo que ver con la historia.

No sólo ellos. La mitad de los españoles piensan que el Cid era un guerrero español y que Séneca era español. Los catalanes creen que Wifredo el Velloso fue el primer monarca catalán, que Montserrat (que hasta el XIX era un nombre que llevaban varones y mujeres indistintamente) es la patrona nacional de Cataluña y que Pau Clarís fue un nacionalista catalán del XVII.

Definitivamente, somos un país entrañable

6 comentarios:

Donaire dijo...

Inclúyame en la otra mitad

Butzer dijo...

A falta del tijeretazo de la censura del franquismo, siempre nos quedará el del nacionalismo. Al parecer algunos lo echaban de menos.

El Cerrajero dijo...

La desgracia que nos ha tocado padecer con los iluminados nazionali$tas es indescriptible.

Lo mejor de la Historia es poder inventarla cada día y a conveniencia, parece ser su motto.

Luego se ven bodrios como el de Sabino: copia el Union Jack británico, le cambia los colores y ya tienes la enseña inventada de una nación más inventada aún.

Butzer dijo...

Por cierto, Butzer viene de los origenes de mi apellido. Quizás estoy buscando reivindicarme yo solo como una nación... ¡Soy una nueva corriente de nacionalismo! Soy el nacionalismo individualista...XD

Anónimo dijo...

Hombre, nos guste o no, si llevan 100 años porfiando ya es Historia, no? Y la historia sólo se lee a la luz del presente, no?
Yo me enteré de eso por Goñi Tirapu.

Hornuez dijo...

No te preocupes, Perdiú, que el Bilbao va a dejar de ser uno de los "históricos" de primera, jejejeje.