10.3.09

De cena en La Cena

Vaya por delante que el edificio me parece un derroche. No sé bien qué hace la Comunidad de Madrid gastándose el dinero del contribuyente en hacer un edificio que no hacía falta (¿no hay buena oferta de teatros en Madrid?) y en programar actividades que hacen competencia desleal a los compañías de teatro que operan en Madrid. Para que luego digan que la Aguirre es liberal. Quia. En cualquier caso, y como disfruto como el que más de mis contradicciones (me aterran las personas demasiado coherentes), puedo decir a continuación, y sin meter un solo adversativo en medio, que estuvimos viendo La Cena, para inaugurar, a nuestra manera, los teatros del canal. 

Els Joglars y Boadella son casi siempre una garantía de éxito. Además de ser gente en verdad comprometida, no como toda esta pandilla de intelectuales sobrevenidos a tiempo parcial: Boadella ha sido lo que había que ser y cuando había que serlo, no varios años después: antifranquista con Franco vivo y antinacionalista con el nacionalismo en el poder.

Ahora aborda en La Cena otro tema políticamente incorrecto: las jeremiadas del cambio climático y los excesos de la cocina creativa. Toda esta pléyade de urbanitas que cree que hay que destinar el dinero del contribuyente a mantener actividades ruinosas sólo porque así queda mejor en la postal. Toda esta tropa que nos llama negacionistas, como si fuéramos neonazis a los que no entramos por el aro de que la ciencia la hagan los burócratas. 

La obra es un sátira, y en eso es muy buena (tiene, de hecho, momentos memorables). Me extraña que nuestra beata izquierda medioambiental no haya pedido el boicot a una obra que se ríe de sus miedos y sus lamentaciones. En cualquier caso, el resultado final es irregular: empieza muy bien pero luego baja de ritmo, y finaliza de manera correcta.

 

 

PS: La agricultura es falsa. Lo prueba la combinación del agua y la rentabilidad. El viajero recuerda su cara cuando descubrió los cálculos: el 80% del consumo de agua en el litoral español es agrícola. Se alegraron sus largas duchas meditativas. Aún le faltaba saber que la mitad de ese consumo (tratado con generosidad) sirve a una agricultura que no es rentable, que vive de la subvención o del capricho

Espada, Arcadi: Ebro/Orbe. Tentadero, Barcelona, 2007. Página 156.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me parece impresentable y rayano en lo liberticida que pongas en duda el liberalismo de Esperanza Aguirre, magnífica política y mejor persona. Qué tristeza que se extienda también en tu blog el virus moral de la izquierda.

Anónimo dijo...

Boadella trabajando para el poder, eso si es ser liberal!!