11.8.09

Inicio del viaje (4 de agosto)

Nos toca madrugar. El taxi viene a buscarnos a las tres y media de la mañana. Es argentino. Trabaja con su hermano, que también se vino. Volamos vía Amsterdam. El vuelo hasta las Provincias Unidas es tranquilo. Aburrido Schiphol. Todo en hora, son luteranos. Empiezo con Gomorra, de Saviano, vía Miquel Barceló. Llegamos a Helsinki. Hace sol. Coche de alquiler. Nos ponemos en marcha, aunque observamos sorprendidos que la autovía acaba en Lahti, el resto del viaje las vías son similares a las portuguesas, cada cuatro quilómetros hay doble carril para quitarte a los camiones de enmedio. Paramos a echar un café y, al salir, vemos que el coche no arranca, hay que joderse. Hay policía en el área de servicio. Esta será otra constante en el viaje, la policía sólo está en los bares. Amables, los polis lo arrancan. El truco está en que aquí hay que embragar el coche para poder arrancarlo. Seguimos el camino. El paisaje es el que nos acaompañará todo el viaje: árboles, lagos y sol, por este orden.
Nos desviamos en Mikkeli y enfilamos hacia Anttola, un pequeño pueblo a unos treinta quilómetros de la St. Michel sueca. Por fin, arribamos a nuestro destino. Anttolanhovi, situado a orillas del Saimaa. Nos recibe Leena. Habla un español pasable. Suele ir una vez al año a Fuengirola. Cuando vamos a la habitación a dejar las cosas pongo la tele. Es un vicio a ver cómo suena el idioma. Son las ocho, aquí es prime time. Yo esperando un programa sobre renos o sobre saunas y me sale Resines, manda cojones. Los Serrano, en español con subtítulos al fines en hora de máxima audiencia en la tele pública. Unas cervezas y a cenar, que estamos cansados. Cerveza casera, sin apenas alcohol y luego cena en el restaurante, salmón ahumado, simplemente delicioso.
No acaba de hacerse de noche. Un paseo por el entorno. Estamos en una casa Imperial. Ya les contaré la historia. De cuando en Rusia había nobles y tal, pero ahora son casi las once. Nos vamos a dormir. Estamos molidos.


PS: "En enero de 1938 […] la clase política [en el gobierno de Burgos] inició una carrera para tratar de situarse, con alguna excepción notable como la del conde de Rodezno […] Interrogado por un ex ministro liberal sobre quiénes ocuparían las diversas carteras en el supuesto de que Don Alfonso XIII recuperase el Trono, Rodezno respondió:

- Pues usted o ese otro señor; cualquiera. Eso es cosa de secretarios.

Su interlocutor, desconcertado, inquirió qué era lo que haría entonces el conde; su respuesta fue antológica:

- Ah, yo pasearé con el Rey y hablaremos de caza.

Citado por Borràs Betriu, Rafael: La guerra de los Planetas. Memorias de un editor. Ediciones B, Barcelona, 2005. Página 535

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