Deja de llover y aprovecho para
salir a dar un paseo. El mi pueblo
sigue siendo un sitio lleno de sorpresas. Me encamino hacia el pueblo de los
que trabajaban el Cobre. Antes de llegar al arroyo de la Mundeira, me detengo para fijarme en La Cruz de las Ánimas. Mi
padre, como siempre, me explica. Hasta hace unos quince años estaba casi
enfrente, en el lado de la derecha según sale uno de mi pueblo. Recuerdo el
cambio, quizá coincidiendo con la apertura de la carretera. La Cruz de las
Ánimas la levantó Miguel San Román. El patriarca en aquel momento, hará ahora
un siglo, de la familia poderosa que quedaba en el pueblo: los treinta. Me dice mi padre que aquí hubo una Iglesia. Y un
cementerio. Estamos cerca del Barrio, el que yo creo que es el origen del
pueblo, donde se asienta la legendaria Casa
del Barrio de la que viene una parte de mi familia. Una Iglesia aquí daría
fuerza a mi intuición de que el pueblo nació aquí y se fue extendiendo, pegado
a la montaña, buscando el valle. Las piedras de aquella primitiva Iglesia quizá
fueron las que componen hoy no sólo una de las casas mágicas del Barrio, sino
también algunos de los sillares de la Iglesia Parroquial.
Hablando de la Iglesia...
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