19.5.20

Literatura para estos tiempos: lo que va de Cánovas a Sabino

Hay que leer a Joseba Arregui. Siempre. Una de las voces más interesantes del muy plural ecosistema político y cultural vasco. Sacó con la Fundación Popular de Estudios Vascos un libro sobre los orígenes ideológicos del nacionalismo vasco. Una reflexión sobre el PNV, un partido que, en opinión de Arregi, se define por su capacidad para rehuir la prueba de la democracia. Buena lectura para esta cuarentena, con un párrafo luminoso que le transcribo por entero, caro lector:

"El nacionalismo vasco nace de la mano de Sabino Arana asumiendo la lógica del Estado nacional de finales del siglo XIX que trataba de impulsar Cánovas para España. El nacionalismo vasco es mimético al nacionalismo español de Cánovas y tiene sus mismos defectos. El principal consiste en aferrarse sin matiz alguno al principio de soberanía, principio que está en la base de la exigencia de lealtad exclusiva al Estado nacional, a la nación en sentido pleno étnico-lingüístico. El principio de soberanía, al igual que su derivada de la lealtad exclusiva, es un principio antidemocrático porque niega el pluralismo y la heterogeneidad de la realidad social, el derecho a la diferencia interna. Soberanía es un poder ilimitado, indivisible, intransferible e incomunicado, tal y como lo estableció Jean Bodin –Los seis libros de la República-, el teórico de la soberanía. El principio de soberanía puede convertirse en algo democrático siempre que se someta al imperio del derecho: sólo como voluntad constituida en derecho es democrática la voluntad constituyente –en contra del reduccionismo típico de todos los discursos nacionalistas, en concreto del vasco en todas sus acepciones: Herriak du azken hitza (el pueblo tiene la última palabra). No: en democracia como Estado de derecho la última palabra la tiene siempre el derecho. El imperio del derecho implica el respeto a los derechos humanos que limitan el poder soberano, y le arrebatan su soberanía"




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