Mi heterónimo Miguel de Barrio, fallecido arruinado -y quizá por culpa de una víbora- en los años ochenta del siglo XIX, firmaba el otro día en La Opinión un relato en forma de leyenda sobre la derrota del Puerto de los Bueyes. Ahí terminó todo. Más de seis siglos esperando justicia. Y el texto de Sem Tob, en la tumba soñada de Rui Caparrosa: "Por nasçer en espino non val la rosa menos, nin el buen vino por salir del sarmiento; non val el açor menos por nascer de mal nido, nin los enxemplos buenos por los dezir judío”.
Eso es todo.
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