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8.6.22

El mundo se acaba siempre

Siempre estamos en decadencia. Siempre estamos al final de todo. Esto se acaba.  Hace cien años del concurso que cambió la historia del flamenco y el Cultural de ABC nos recordaba que: "En 1830, de hecho, el escritor Serafín Estébanez Calderón ya describió en la revista ‘Cartas Españolas’ una escena harto ilustrativa en este sentido. Contaba que en una fiesta del barrio sevillano de Triana presenció la reprimenda del considerado primer gran cantaor de la historia,  Antonio Monge ‘El Planeta’, a su discípulo por no seguir la tradición: «Te digo, Fillo, que esa voz de broncano no es de recibo. Y el estilo no es fino ni de la tierra. Te pido que no camines por esas aguas y te atengas a la pauta antigua». Medio siglo después, Demófilo, padre de los hermanos Machado, arremetió en su ‘Colección de cantes flamencos’ (1881) contra  Silverio Franconetti por sacar el cante gitano de las casas y profesionalizar. Como Falla en 1922, creía que eso «acabaría por completo» con el flamenco puro.

Nada nuevo bajo el sol...

5.4.19

El señor de la Montaña, y Séneca

Abro de vez en cuando al alzar Los Ensayos del señor de La Montaña, en su edición de Acantilado. Esta frase de Séneca, ahora que se conoce que el PP quiere enviar a Bruselas, al Parlamento Europeo, a García Margallo, joven promesa de la política española que fundó la UCD en Alicante, a Zoido, casi veinticinco años en primera línea política sin moverse de Sevilla, o a Zarzalejos. 

Esta frase, en efecto: "Deja sitio a los otros, como otros te lo han dejado a ti".
En fin

26.5.14

Al norte

Partimos hacia la batalla de Las Navas. Se nos va echando el día encima cuando pasamos Sevilla y es ya noche cerrada al llegar a la Córdoba de leyenda. Una ciudad que para mí siempre será el señor pita y su arte. Dormimos en Santa Elena y madrugamos para visitar el museo de interpretación de las Navas de Tolosa. Un edificio majestuoso en el paso que separa Castilla de Andalucía. Aquella batalla entre los reinos cristianos y el legendario Miramamolín que marcó el fin de una época y que tantas leyendas, como la del escudo navarro, ha proporcionado a nuestra historia, Una buena ruta, didáctica, sobre aquella batalla, decisiva tras el fracaso de Alarcos pocos años antes,  y sobre la Edad Media peninsular. 

Es ya casi la hora de comer cuando nos ponemos en marcha hacia Castilla.

7.3.14

Apuntes (los pueblos típicos)

El turismo también permitió imaginar de nuevo barrios y ciudades.
Imaginar en sentido literal. Nunca existieron así. Son pastiches históricos que todos, yo el primero, disfrutamos cuando los visitamos. Asegura Eric Storm en su capítulo de Ser españoles, a cuenta de los barrios históricos, y tomando como ejemplo el de Santa Cruz (página 537) lo siguiente:

"Este regionalismo cultural, que en este caso sirvió claramente para conferir raíces locales a la identidad española y para enseñar la diversidad dentro de la unidad fundamental de la patria, también salió a la luz cuando rehabilitó el barrio de Santa Cruz de Sevilla, entre 1912 y 1920. El antiguo barrio medieval estaba muy deteriorado y apenas tenía interés. Gracias a la intervención de la comisaría regia, y en estrecha colaboración con el arquitecto regionalista Juan de Talavera, el barrio se hizo más sevillano que nunca: unos callejones miserables e insalubres se convirtieron en el barrio sevillano por excelencia. Se adoquinaron y limpiaron las calles, poniendo nuevos rótulos y farolas, y creando jardines y plazuelas, todo en el más típico estilo andaluz. Incluso la mayoría de las casas nuevas, construidas en el nuevo estilo regionalista, fueron más típicas que los edificios existentes, produciendo de esta manera un pastiche histórico que a la larga tuvo un éxito asombroso. Otras ciudades iniciaron proyectos parecidos, creando por ejemplo el típico barrio gótico de Barcelona

Ahí está el caso, sin ir más lejos, de mi adorada villa senabresa. Una villa medieval, dicen, ¡quía! ya les hubiera gustado a mis antepasados haber tenido una villa así de hermosa en cualquier siglo anterior al XXI. La Puebla del XVIII, y  no digamos la del XV o el XVI, era para nuestros estándares, un lugar insalubre, lleno de mierda y maloliente. No hubiéramos aguantado ni diez minutos allí...

27.5.11

Ayer en Sevilla, mañana con el amigo Jorge en la Puebla

Estábamos en Sevilla. El clima me respetaba. La ciudad. Su río. Una parte de mi memoria de juventud. Aquella Expo. Aquella victoria de Blair. Aquella botellona. La ciudad que sí me dejó. Esta vez había un hueco. Y un funcionario erudito. Gracias a Dios, queda alguno. Así que por fin pude entrar en el Palacio de San Telmo.

Una metáfora en sí mismo de una ciudad que pasó del poder de los comerciantes al de los aristócratas y de ahí al de los funcionarios. El paso de la libertad a la decadencia. Creado como Universidad de Mercaderes, qué hermoso nombre, vive Dios, para una Universidad. Cuando Sevilla era comercio y desde allí se gobernaba el orbe. A mediados del XIX fue adquirido por aquel conspirado irredento que, casado con Luisa Fernanda de Borbón, hija de Rey y hermana de Reina, siempre soñó con el trono español. Aquel conspirador del que Galdós decía que fue “un político de talento”. El hombre con el que había que haber casado a Isabel, la de los tristes destinos. El hombre que pudo haberlo cambiado todo. El hombre que era recto administrador. El hombre que financió la conspiración para echar del trono a sus cuñados. El hombre que arruinó sus posibilidades, reales, de ascender al trono tras la revolución del sesenta y ocho por matar en duelo al hermano del rey depuesto, Francisco de Asís. Un duelo, en aquella España de 1870, entre un francés casado con española y un español educado en la Francia. El hombre que quizá ordenó la muerte de Prim, quien sabe. Aquel gran magnicidio, aún sin aclarar. El hombre desterrado de nuevo por negarse a jurar lealtad al nuevo rey, un Saboya, un advenedizo italiano. El hombre, en fin, que fue padre de María de las Mercedes, aquel loco amor de un Rey que acabó en tragedia.

Aquel hombre, digo, fue Antonio de Orleans, el Duque de Montpensier. Su palacio, el de San Telmo. El placer de pasear por casi cincuenta años de la apasionante historia de España. Aquel Palacio cuyos jardines privados eran lo que hoy es el Parque de María Luisa. Después no hubo mucho. Seminario durante gran parte del XX; el Palacio fue cedido en 1989 a la Junta y hoy es la sede de la presidencia del cacicato autonómico.

De Universidad de Mercaderes a sede de un gobierno autonómico. Una metáfora de lo que Sevilla fue. Y de lo que nunca será ya.

PS: el amigo Jorge, seguidor de esta bitácora, presenta mañana en el Parador de la Puebla de Sanabria, sabiamente dirigido por Juanjo Asensio, su libro Cuba más allá de Fidel, del que ya tuvimos ocasión de hablar aquí… Si están por la mi tierra senabresa, no dejen de acercarse.