17.6.08

Discreto pronunciamiento sobre lo que pasa en el pepé

Me pide la afición un pronunciamiento sobre lo que está pasando en el pepé. No lo he dado hasta ahora porque me parece que, en realidad, hay poco que comentar. Ya Michels habló de estos temas: el poder de la oligarquía en las organizaciones complejas. En los partidos muchas de las disputas suelen envolverse en fantásticas declaraciones doctrinarias que buscan disimular lo que únicamente es la necesidad de conservar y mantener el poder. Tenemos el ejemplo de cuando al presidente del gobierno lo aupó González para evitar que Bono se hiciera con el puesto de Secretario General. El tal Rodríguez se presentó con martingalas de Nueva Vía y socialismo libertario. Pues bien, ganó, fuese y no hubo nada.
Con el pepé creo que pasa un poco lo mismo. En el mundo posmoderno, las etiquetas, al nombrar, generan realidades. Basta con que Costa diga un día que él está “centrado” para que todos digan que es centrista. Basta que Gallardón diga que es “moderado” para que todos lo asumamos. O que Esperanza Aguirre diga que es “liberal” para que la ubiquemos allí. Y luego no hay que hacer nada. Uno es lo que ha dicho que es, y con eso basta. Por eso creo que tengo bastante poco que decir en esta situación. Creo que lo que se está desarrollando en el pepé es una lucha por el poder, descarnada, en un movimiento de “quítate-tú-para-ponerme-yo”. Quia, que no cuenten conmigo para eso. No me parece grave. El pepé tiene hasta el otoño para perder el tiempo en estas luchas. Luego, a ejercer de oposición, cosa que con este desastroso gobierno no parece complicado, ahora que vamos a combatir la violencia doméstica
generando institutos libres de violencia de género. Lo malo de que se te ocurran idioteces cuando eres "menestro" es que tienes el BOE a tu disposición.
Así que, qué quieren que les diga. Lo único que me apena es lo que está pasando en el pepé vasco. María San Gil y su gente han sido lo más digno en cuanto a compromiso vital y moral que ha producido la sociedad española en los últimos veinte años. Compromiso del de verdad, del que te puede suponer a cambio un tiro en la cabeza, no idioteces de salón en lucha contra molinos de viento al que tan acostumbrados nos tiene nuestra socialdemocracia. En fin, creo que María San Gil no merecía ese final, pero ya lo decía Ortega. La persona que se subordina a un partido está desperdiciando, al menos, la mitad de su inteligencia.

PS: Maura quería ganar tiempo. No le dejaron. […] A Maura no le tembló la mano a la hora de reprimir y castigar aquella barbaridad [la quema de conventos en 1909 en Barcelona]. Los […] que, como Giner, veían con auténtico pavor la consolidación de una gran derecha democrática, se lanzaron a una campaña formidable. […]
Marco, José María: Francisco Giner de los Ríos: pedagogía y poder. Península, Barcelona, 2002. Página 358.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Esta crisis es la obligada de todos los partidos cuando pierden unas elecciones. Pero con 4 años de retraso. Y dan para mucho.