5.1.12

La vida de nuestro rey Pedro

Acabé la vida de Pedro I de Castilla, el Justiciero, escrita de manera algo literaria por Manuel Barrios. La obra es floja, y le sobra demasiado tópico sevillano y algo de leyenda. Hacer obras locales es castrar su potencial, impedir a los pensamientos de uno volar libres. Porque lo local es una cárcel. Siempre. Que me lo digan a mí, que en cuanto me despisto estoy hablando de mi pueblo. Quizá porque yo también me invento pasiones sólo para ejercitarme. Sin embargo, la obra tiene una virtud: es quizá la única que he leído en la que se resume la vida del Rey y se contextualizan tanto sus virtudes como sus defectos. Interesante el carácter sevillano del monarca, si es que algo así existe, su probable seseo, su relación con la ciudad andaluza. Las conspiraciones de sus hermanastros, que comienzan el mismo día que es proclamado rey y con el cadáver de su padre todavía caliente, culpables de una alta traición que el Rey en realidad nunca quiso castigar: no hay más que ver cómo perdonó al pérfido Enrique después de haberlo derrotado, devolviéndole incluso las posesiones que le había conquistado. Su relación con Blanca de Borbón, que tardó años en llegar y que cuando lo hizo ya no era virgen, habiendo perdido su inocencia en la cama del mayor enemigo del rey. Su amor, desbordante, por María de Padilla, la reina de Castilla. El hombre que sufrió la humillación de Toro, y por la que también perdonó a otro idiota como era Fadrique. Su buena relación con los judíos, incluso con un Samuel Ha Leví que lo acabó traicionando, no se perdió nunca. Ni con las ciudades. Su estrecha alianza con lo más pujante en suma de la Castilla de la época, de ahí la perfidia de los traidores de hacerlo hijo de un judío, Pero Gil. Cuando las tropas del Bastardo entran en Toledo en 1355 lo primero que atacan es la judería, acabando con la vida de centenares de judíos a los que acusan de apoyar al rey legítimo. Y las traiciones, en fin, que ponen el punto y final a un reinado que acaba en Montiel en la primavera de 1369. Aquel día cambió el rumbo de la historia y una cierta formar de hacer y entender lo que luego sería España se perdió. Para siempre.



PS: “Doña Blanca de Borbón, destinada al matrimonio con Don Pedro, es abandonada por éste al día siguiente de la boda; lo que no se dice –o apenas se dice- es que doña Blanca tardó dos años en llegar a Valladolid, que no pagó su dote, que entregó su virginidad al peor enemigo de Don Pedro y que financió, con dinero del Tesoro Real, la sublevación contra el Justiciero.

Barrios, Manuel: Pedro I el Cruel: la nobleza contra su Rey. Temas de Hoy, Madrid, 2011. Página 116

2 comentarios:

Anónimo dijo...

sólo una recomendación libresca al respecto,en este caso nada floja.Se trata del opúsculo de Francisco Ayala "La noche de Montiel", Universidad de Granada-Fundación Francisco Ayala, 2011 (edición original de 1940). Seguro que le interesa al perdíu.
Saludos de uno de los doscientos lectores habituales.

El Perdíu dijo...

Muchas gracias, desocupado lector