20.3.12

Ayer en Sevilla, mañana con el amigo Jorge en la Puebla

Nunca sabré si Alonso, un sanabrés ilustrado, llegó hasta la sitiada ciudad de Cádiz. No. Nunca lo sabré. Era vocal de armamento en la Junta de la Puebla de Sanabria y salió elegido diputado por la provincia de Valladolid, que era donde entonces andaba la mi tierra ubicada. Hicimos parte del viaje juntos. Yo iba con un jamón al hombro, hasta Huelva, esperando que los ingleses llegaran para abrir las minas. Nunca volví a la Sanabria y a Alonso le perdí la pista. Sé que hubo debates. Estaba terminando un mundo. Estaba empezando otro. Se aprobó una Constitución y ayer la promulgaron las Cortes. El Rey no estaba. Luego dicen que fue la nación en armas que se rebelaba contra el invasor. Contra los colaboracionistas. Contra los ocupantes. Todo fue más complejo, claro. Diferentes ideas de país y de sociedad. No sé si aún de nación. En cualquier caso, la Constitución fue un fracaso. Nunca se aplicó, era imposible. Nunca seremos, no por españoles sino por humanos, ni justos ni benéficos.

Fue un sueño de libertad de una potencia mundial que sólo treinta años antes había partido por la mitad el imperio colonial británico. El sueño ilustrado de un buen gobierno.

Fue un hermoso sueño.

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