14.3.12

A vueltas con The Wire (I)

The Wire. Quizá una de las mejores series de la historia de la televisión. Una vez estuve en Baltimore. Apenas un día. Era otra vida y yo iba buscando la sombra de Allan Poe y de la generación perdida, en vez de ir siguiéndole la pista a Rawls. Uno de esos viajes que hacer, lo veo en perspectiva, con pereza. Con cierta pereza. Recuerdo el puerto, por el que patrulla McNulty durante la segunda temporada. Recuerdo el extrarradio decaído y terrible. Las mismas escenas de la serie. Sólo había que pasear por allí para darse cuenta de lo acertado de la política de tolerancia cero. Una salvadoreña nos daba el desayuno y allí estábamos, rodeados de white trash y de negros empobrecidos. La decadencia de algunas de las grandes ciudades de la costa este norteamericana marca el tránsito de un mundo atlántico a un mundo volcado hacia el pacífico. Toynbee y la teoría de la traslación de los imperios hacia el oeste. Kaplan lo contó hace muchos años en su viaje al futuro del imperio: ¿seguirán las dinámicas economías del oeste del país obedeciendo a las instituciones de la costa este? La serie, con Baltimore como velada protagonista, simboliza el ocaso del sueño de la Norteamérica colonial. El final de aquella ciudad construida sobre la colina...


PS: “Si anteriormente Norteamérica se había identificado con los designios de la Providencia, ahora, a medida que el curso del Imperio se dirigía hacia el oeste, incorporaba además el fin y la consumación de la historia

Greenfeld, Liah: Nacionalismo. Cinco vías hacia la modernidad. Madrid, CEPC, 2005. Pág. 559

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