Estuve
viendo Good, una interesante reflexión sobre la responsabilidad individual en el
ascenso del nazismo. Un magnífico papel de Viggo Mortensen en
nombre de todos aquellos que miraron para otro lado. Son la mayoría, los que
siempre intentan convencer al resto de que no pasa nada, de que así son las
cosas. De que los que critican son una pandilla de resentidos o unos malfollados.
Franquistas en Madrid en los sesenta, del peneuve en la Vizcaya de finales de los setenta
y del pesecé en la Barcelona de los ochenta... Son el mismo perfil y su mantra es
siempre el mismo: haga como yo y no se meta en política. Un
escritor con una convulsa vida personal, un amigo judío y, de fondo, el
desmoronamiento de una nación. El triunfo de aquellos a los que el futuro les
pertenecía.
Pero la película avanza y uno se da cuenta de que siempre es
más importante, en cualquier aspecto de la vida, poder mirarse al
espejo cada mañana cuando uno se levanta, que acostarse contándose mentiras para
tranquilizar su conciencia.
La
película es buena. Y es desasosegante. Me daba un aire al paradero desconocido de Kressmann Taylor.
Buen cine para un sábado cualquiera.
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