8.9.07

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos

Uno va creciendo y va leyendo y asimilando conceptos. Creo que la primera vez que lo leí debió de ser a principios de los noventa. Para un estudiante de políticas dispuesto a conocer, en la medida de lo posible, el mundo que le rodeaba, las columnas de Umbral era una buena manera asomarse a la vida. Recuerdo muchas de sus columnas, las que hablaban de la España del momento, las que retrataban (país de tabaco negro y picadura) el país que nunca habíamos dejado de ser. Notario de esa modernidad que empezamos a transitar, a veces sin darnos ni cuenta. Luego marchó unos años al abecé y le perdí la pista, pero volvió, como debe ser. Y ahí seguía. Dándonos los buenos días y repartiendo estopa a diestro y siniestro, sin más criterio que el de su conciencia. Es curiosa la relación que se establece entre el articulista y el lector. Aquél se va y nunca conoce a éste. Umbral, a quien no conocí, a quien no traté nunca, forma parte de mi vida literaria. Aún uso alguna expresión que le leí a él. Nos quedan sus columnas y nos queda su recuerdo. Porque la inmortalidad de una persona está en sus frutos.

Quizá nadie como él hubiera expresado lo que muchos sentimos viendo el espacio que los medios de comunicación y la sociedad en general dedicaban, en su muerte, coincidente en cuanto al día, a un jugador de fútbol y al mejor articulista de la segunda mitad del siglo XX español.

País de tabaco negro y picadura.

País de mierda.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Sí.