25.8.10

Yo sé de un lugar...

Estoy en el único lugar donde algunos de los padres de mis amigos fueron amigos de mis padres. En el único lugar donde algunos abuelos de mis abuelos fueron amigos de mis abuelos. En el único lugar donde alguien recuerda aún al hijo del Perdíu, y recuerda la maldición de no haberse ido con él.

Estoy en el único lugar del mundo donde queda gente que me vio ser un pésimo estudiante y suspender todo en séptimo de egebé. El único lugar donde, Hornuez aparte, tengo amigos de más de veinte años de solera.

El único lugar en el que, un día como hoy, puedo volver a ver a una prima tras veintiséis años y reconocerla por la forma de la cara (y emocionarme cuando me cuenta que se lloró al llegar al Mercado).

Estoy en el único lugar en el que la gente sale y no deja la casa cerrada. Donde duermo con el coche abierto. Donde la gente entre y golpea la ventana de la cocina para anunciar que han llegado. El único lugar donde una semana santa logré no cocinar y no me sentí de gorra en casa alguna.

Estoy en el único lugar en el que paso las navidades sintiendo que estoy de vacaciones. El único lugar en el que me hubiera casado. El único lugar en el que hubiera confiado, y aún confío, en llegar, por fin, a casa.

Estoy, claro, en el único lugar que me calma el dolor. El lugar al que volveré.

Mi Junín.


PS: “Todavía para nuestros abuelos una casa, una fuente, una torre que les era familiar, aun su propio vestido, su abrigo, eran cosas infinitamente más familiares; cada cosa era casi un receptáculo en que se encontraba algo humano y a la que añadían su parte de humanidad. […] Las cosas partícipes de nuestra intimidad están declinando y ya no pueden ser sustituidas. Nosotros somos quizá los últimos que habrán conocido tales cosas. A nosotros nos toca la responsabilidad de conservar no únicamente su recuerdo, sino su valor humano […]"

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 209

1 comentario:

rebolloa dijo...

Nik Bilbo, zuk Sanabria...