22.12.10

La noche de los tiempos, o un libro para cada estado de ánimo (I)

Acabé La noche de los tiempos. Quizá sea real que hay libros para momentos, y libros para vidas. Nunca me ha gustado mucho Muñoz Molina como novelista. Al revés de lo que me pasa habitualmente, me gustan más su postura ética ante la vida y sus artículos de periódico que su forma de escribir. Aquella fantástica colección de la memoria del siglo XX, rescatando la palabra de las víctimas del totalitarimo nazi y comunista. Cómo olvidar el Diario de Mihail Sebastian. Cómo olvidar a Ajmatova y su conmovedora historia. Cómo olvidar, en fin, a Primo Levi
Y sin embargo, algo me hizo iniciar el libro. Comprarlo primero, dónde si no, en el Círculo. Y empezarlo sin fe. Un libro sin apenas diálogo y con un narrador que lo sabe todo. Un libro de esos que suelo cerrar en la página doce. Y sin embargo…

Esa forma de contar. Ese narrador con voz grave que uno imagina en la chimenea, en la Sanabria, dentro de muchos años, en una escena que quizá ya nunca suceda. Esa forma de oír un relato cuando alguien te lo cuenta al oído. Cuando alguien te lo cuenta sólo a ti y afuera está lloviendo. Cuando alguien intercala su opinión sobre lo que va pasando con lo que piensan los protagonistas. Esa voz, lejana y sobria. Tan castellana mientras crepitan los porricos en la lumbre.

Me enganché. Al libro, quiero decir. La historia de dos personas que inician un amor prohibido en la convulsa España de 1935. Eso es lo mejor de libro, sin duda. Esa historia de amor. Ver cómo alguien escribe exactamente lo que tú has sentido o estás sintiendo en ese momento. Las miradas fugaces. Robarle horas al reloj; y al día, para estar al menos unos minutos juntos. Los encuentros prohibidos. La emoción de yacer, por fin, con la persona amada. La necesidad de contarle. De que apruebe lo que uno hace. También, ver cómo la situación del país se va involucrando poco a poco en su historia. Cómo las personas, a veces, somos atrapadas por fuerzas que nos sobrepasan. Como nos van envolviendo redes invisibles que nos acaban manejando a su antojo. Como hay un momento para todo. También para tomar decisiones y ser valiente.

De fondo, aquella España. Una España que no sabía bien a dónde iba. Una España enfrentada. Una España de utopías y de hambre. Una España excluyente en la que la mitad de la élite política consideraba que la otra mitad carecía en realidad de derechos. Una España de pistoleros mezclados en la calle con buenas personas. Una España que seguía desarrollándose al ritmo que había empezado a marcar la Restauración canovista. Ese sueño de un país mejor alimentado, de gente más instruida, de personas más libres.
Pero no se engañe ni se deje llevar por las apariencias. Lo mejor del libro, lo que lo salva en realidad de ser un libro más, es esa historia de un amor prohibido, condenado quizá a ser devorado por la noche de los tiempos.
Mañana le cuento más, desocupado lector.


PS: "Acostumbrado a no mentir lo sorprendía la facilidad con que por primera vez en mucho tiempo ocultaba algo. La novedad de la simulación era tan estimulante como la del deseo resurgido, como la de los signos del enamoramiento. En una impunidad tan perfecta había algo de inocencia. Lo que nadie debía saber había ocurrido tan sólo unas horas antes y estaba claro y fresco en su memoria y sin embargo no había dejado rastro alguno en su presencia exterior".
Muñoz Molina, A: La noche de los tiempos. Círculo de lectores, Barcelona, 2010. Pág. 176

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