Algunos dieron un paso adelante. Firmaron un Manifiesto. Y se convirtieron en apestados. A algunos casi les cuesta la vida, lo cuenta bien Jiménez Losantos en sus memorias. Otros tuvieron que irse. Su planteamiento era el bueno, aunque algunos hayan tardado décadas en verlo. La libertad que hay que garantizar es la de las personas, no la de las lenguas ni la de las patrias. El derecho a hablar lo que cada uno quiera. Asumiendo que las lenguas son herramientas, y que pueden dejar de ser útiles en algún momento. Y no pasa nada. Es la vida. Lo vemos ahora, tantos años y tanto dinero después. Cataluña nunca será un país monolingüe en catalán. Ya no. Ahí los nacionalistas llegan tarde, como llegó tarde el General Franco para reconducir la situación a un castellano monolingüe en toda España.
En Cataluña, en fin, la gente más lúcida se fue yendo. Las batallas por la patria son batallas que sólo gana la melancolía, por eso no es bueno darlas.
PS: "Los precursores están condenados a la anacronía, a vivir en un tiempo que corresponde a sus ideas y designios, porque se le han adelantado como Moisés, arquetipo de los precursores, hasta quedar fuera de él".
Lucena Giraldo, Manuel: Francisco de Miranda. La aventura de la política. EDAF, Madrid, 2011. Página 17
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