9.4.11

Memoria de cuando las fronteras eran móviles (y II)

Llegó la guerra, decía. Pero las cosas no volvieron a ser como antes. Algunos lugares rayanos, como Hermisende, como La Tejera, como San Ciprián, se mantuvieron fieles a la Monarquía Católica frente a ese Estado títere que estaba levantando Inglaterra al oeste de la península. No fueron los únicos, en realidad, pasó en más pueblos de la Raya. Aquí siempre fue difícil trazar fronteras. Tanto lo fue, que hasta mediado el XIX, algunos pueblos tenían doble nacionalidad de hecho, en lo que se sigue llamando el Coto Mixto en la actual provincia de Orense. Y es posible, pero eso no lo sé seguro, que fruto de aquel conflicto algunos pueblos quedaran literalmente partidos por la mitad, como fue nuestro Río de Honor.

Nadie conoce ya estos pueblos, como nadie recuerda su historia. Aun hoy pueden visitarse y puede uno ver lo que es una frontera. Pobreza. Miseria. Funcionarios vigilando que la gente no comercie. Burocracia frente a la vida. En la Tejera acaba la carretera, tengo aún el recuerdo de una tarde ya otoñal de agosto, con la luz del oeste cayendo sobre el valle. En Hermisende ya sólo hay castaños. En San Ciprián, quizá ni la casa con el santo que la hizo famosa. La Raya es pobre, y cuando uno viene de allí aprende a desconfiar de las fronteras.

Repaso y veo que hace un año estaba yo este finde, cenital en todos los aspectos, al otro lado de la Raya. Predicando. Y no puedo dejar de recordar, precisamente un finde como este, la cita con la que cerraba aquel post, en palabras de Grossman, tan vigentes hoy como hace un años Vivir significa ser un hombre libre [porque] no todo lo real es racional.


PS: hoy he visto, por vez primera, a una mujer con nicab. Yo iba de la mano con Elicia y estábamos en un supermercado. Impresiona. Y acojona. Y entristece. La identidad como una cárcel.

1 comentario:

Jordi Roca - PP Tarragona dijo...

Para muchos de nuestra "sinistra" post-moderna, nihilista y multicultural, el nicab es un símbolo de libertad porque las mujeres deciden llevarlo libremente. Vamos, como un casco de moto.