15.9.11

Con delicadeza, en septiembre...

Cuando llega septiembre por esta tierra la luz empieza a contraerse.
Es un movimiento tenue, casi imperceptible, que lo deja todo listo para el otoño. Los días se acortan, las emociones se multiplican y durante unos pocos días, las ciruelas ya maduras están en su punto para recoger del árbol. Mi ahijado me ve y sonríe. Son tres niños y los tres vienen conmigo a por ciruelas. Están dulces. Aquí cuando no hiela, la fruta se da bien. Y ninguna como la ciruela en septiembre. Nos acercamos al árbol. Vamos cogiendo por turnos. La luz va terminando de recogerse y el verde se ve ahora puro, como en un poema de Claudio.
Pelamos y comemos. Sin prisa, sin pausa.
Está llegando el otoño, digo en voz alta mientras los miro, ¿no os habéis dado cuenta?
Me miran.
Sonríen.

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