7.2.12

Acaban de llegar y ya son clásicos televisivos..

Rematé la cuarta temporada de MadMen, quizá la mejor hasta la fecha, junto con la segunda. Los problemas de poner en marcha una nueva compañía se cruzan con un Donald Draper más maduro y desde luego mucho más complejo, un personaje que abandona el estereotipo y se convierte en alguien de carne y hueso, con dudas, problemas y temores. Sigue siendo un tipo con la misma clase, pero se va convirtiendo en un personaje más oscuro. Van avanzando los sesenta. Vietnam es una realidad y muchos lo ven como un agujero al que volver a caer. El papel cambiante de la mujer, la liberación sexual. De fondo, las revueltas en la costa oeste, la contracultura. Y sobrevolando, bajo la mirada asustada y preadolescente de Sally Draper, los amores sin cicatrizar de Roger Sterling, las dudas de Joan, la ambición de Campbell, o el mal carácter, que lo único que hace es disimular sus inseguridades, de la hermosísima Betty.
Muy buena serie, la verdad, un magnífico aperitivo para la quinta temporada, que llegará en breve, y a la que haré un hueco mientras voy devorando el Ala oeste. Un tipo de serie para un tipo de persona. Qué fácil es entenderlo. O al menos eso espero.

PS: Bono, hablando de Steve Jobs: “Los inventores del siglo XXI eran un grupo de hippies con sandalias que fumaban hierba venían de la Costa Oeste, como Steve. Ellos venían las cosas de forma diferente –afirmó-. Los sistemas jerárquicos de la Costa Este, de Inglaterra, Alemania o Japón no favorecen este tipo de pensamiento. Los años sesenta crearon una mentalidad anárquica que resulta fantástica para imaginar un mundo que todavía no existe”.
Isaacson, W.: Steve Jobs. La biografía. Debate, Barcelona, 2011. Página 89

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