Estuvimos
viendo Django. Ya conté que he tenido durante años un problema con Tarantino, pero al final me he reconciliado con él. Buen cine, con su estilo personal,
buena música, mucha violencia y guiones inteligentes. Un magnífico Foxx, que
no para de crecer (aún lo recuerdo de Collateral) y un Waltz elegante y,
cosa extraña, bien doblado. De fondo, la esclavitud, un tema perverso del que
por cierto el mundo anglosajón siempre sale bien parado. Ventajas de contar la
historia. Los años sesenta del XIX son antes de ayer en términos históricos. El
Perdíu, sin ir más lejos, ya iba buscando charrelas por la Sanabria
en aquella época. Al otro lado del océano, entre tanto, seres humanos eran
vendidos, y vejados. Sobre todo las mujeres. Hombres que eran tratados como
bestias por parte de una élite orgullosamente blanca y protestante. Para que
luego vengan tocando los güevos con la leyenda negra y con que los del
sur somos unos tarados...
La
película es un viaje bien narrado, un viaje hacia la libertad. Un viaje, en el
fondo, de vuelta a casa…
¿Hay algo en la narración humana que no sean
variaciones del viaje de Ulises?
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