Sostiene Corbin en su libro -un espectáculo, y llevo treinta páginas- que, aunque es cierto que la imagen del mar y de las costas está influida por la navegación moderna, tampoco debemos venirnos demasiado arriba: “Hasta 1770, por lo menos, los recuerdos extraídos de la literatura antigua y la lectura de la Biblia influyen más en el imaginario que los relatos de viajes exóticos.
Algo que se comprende fácilmente, solo con pensar en el número de horas que un individuo culto dedica entonces a las lecturas edificantes y a las obras griegas y latinas, en comparación con las que puedes dedicar a los libros de viaje…”
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