29.10.11

Nuestras Edades

Fuimos a Las Edades. Junto con la Fundación del Patrimonio, quizá dos de las mejores ideas de las últimas décadas en la mi región. En Castilla, el turismo será cultural o no será. Un viaje bien organizado. Un viaje al pasado. Pero también al presente. Le faltaba algo a Las Edades las otras veces que he ido. Y era su relación con el presente. La Pasión de Cristo vista desde el arte. La Sagrada Cena de Venancio Blanco. De fondo, ese acierto de la Catedral de Burgos, de confrontar sus tesoros con el arte contemporáneo. Esta vez ha llegado. Y el resultado es espectacular. De verdad. Espectacular. El Ecce Homo. Empezamos en Rioseco, la cuna de los Almirantes de Castilla y luego nos fuimos a la Medina del Campo. Entre medias, un viaje delicioso hacia el arte. Los paños de pureza del barroco. La visión del Cristo atado a la columna, de Ducete, con el retablo al fondo, enmarcado la muerte y gloria del hijo de Dios, igual que el de Juan de Juni. El Grito de Luciano Díaz Castilla. La espectacular Corona de Coomonte, hecha de arados. La fe en Castilla, tan ligada a la tierra, a la simiente. Un arado que se clava en el Cristo como se hunde en la tierra o como el amante entra en la mujer amada. Entre medias, un almuerzo luminoso, colegial. Con alguna metáfora de realidades como golpes secos de nieve en la cara, que te devuelven a la vida. Delhy Tejero, siempre tan temerosa, tan atormentada y tan insegura, como todas las mujeres hermosas que nacen en esta tierra. El Cristo de Victorio Macho, un palentino de Toledo que también me descubrió Jesús. Y a la tarde un paseo por la ciudad. La obra de Lobo.

Hubo un mundo y una época que se gobernaron desde aquí. Cuando allá estaba el Canal de Castilla y aquí, en la Medina, la plaza era un zoco de mercadores. Echamos a los mercaderes y nos quedamos con la pobreza.

Esta es Castilla, me dijo hace siete siglos Alfonso Fernández Coronel antes de morir, la que hace a los hombres y los gasta. Esa manera de mirar.

No dejen de verla.

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