15.12.11

Aquella mujer hermosa, de buen entendimiento...

Seguimos de paseo y nos acercamos a la Sinagoga que en su día levantó Samuel Ha-Leví, tesorero del rey Pedro I el justiciero, en el marco de un Palacio concebido como símbolo de la prosperidad que la comunidad judía en Toledo, y en toda Castilla, había adquirido en aquel momento. Ahora se la conoce como la Sinagoga del Tránsito, y alberga un muy interesante Museo sobre la cultura judía en España. La sinagoga se funde con el Museo y ambos impactan cuando uno empieza a caminar: unas yeserías delicadas y un artesonado espectacular enmarcan la vista. El patio, en el que se han ubicado estelas funerarias judías, es un remanso de paz, aun con la niebla, aun con diciembre. El museo está muy bien organizado y se muestra de manera didáctica el origen de la cultura judía y su influencia en España. Hablamos mientras paseamos. Hablamos de Pedro, una pasión compartida, otra más, entre Jesús y yo. Aquel rey que fue capaz de enamorarse una sola vez y para siempre de una mujer hermosa, “de buen entendimiento e pequeña de cuerpo”, aunque las razones de Estado los obligaron a casarse con otros. Hubo otra Castilla; la Castilla burguesa de las ciudades y los negocios, una Castilla que murió en Montiel, a manos de un traidor aliado con la alta nobleza. Hubo una Castilla donde los judíos prosperaban, con el apoyo de la Corona (y ahí estuvo Ibrahim Ibn Zarzar para demostrarlo) y que tal vez hubiera configurado un futuro diferente para este país que luego todos llamaron España. Una Castilla en la que los sueños eran posibles y a veces, incluso, se cumplían. Todo ello antes de que la noche en forma de Trastámaras cayera sobre los territorios del Reino. Esta sinagoga es de lo poco que queda en pie de aquel Rey justiciero que intentó poner orden en medio del caos y que acabó siendo traicionado por los grandes. Una hermosa metáfora de esta Castilla, la que face los omes e los gasta...


PS: de nuevo en Pucela

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