14.10.10

De nuevo hacia el oeste, los pequeños placeres de lo cotidiano

Estoy de viaje. Hacia el oeste. Sigo contracturado. Mi tos parece la de un fumador crónico. Pero está llegando el otoño. Y el otoño es una estación hermosa. Amarillean los árboles. Claudio Rodríguez me enseñó, nos enseñó, a mirar el cielo. Él cantaba mucho en esta estación: “Cuánto calor habré perdido” decía en uno de sus mejores poemas. Esta mañana, mientras me duchaba, pensaba en otros versos suyos: “Tras tanto tiempo sin amor, esta mañana / qué salvadora. Qué / luz tan íntima. Me entra y me da música / sin pausas / en el momento mismo en que te amo, / en que me entrego a ti con alegría”. A mí los amores me han nacido siempre en otoño, cuando se acerca ya el invierno. Seguro que es por algo. Quizá sea por la luz de cuando acaba el verano. La luz, en palabras del poeta “codiciosa, olvidadiza y cárdena” de noviembre. Esa luz que “nace entre piedras y las gasta”.

Saber que en otoño, cada mañana es la primera.

Un año antes de morir, el poeta checo Jaroslav Seifert publicó sus memorias con el inolvidable título de “Toda la belleza del mundo”. Es difícil expresar mejor lo que siento en algunos momentos.


PS: Pedro García Cuartango escribía ayer en El Mundo: “El calor del verano puede ser insoportable, la primavera crea expectativas desmesuradas y en invierno hace demasiado frío, pero el otoño es una estación abierta a los pequeños placeres de lo cotidiano”.

2 comentarios:

Hornuez dijo...

Perdíu, ¿no fue el primero de esos amores más bien en febrero, con un Bonito Beso?

Anónimo dijo...

“Es muy duro decirlo, pero es la verdad”, confiesa un afligido Gerardo Díaz Ferrán, ya de retirada. Habla el presidente de la CEOE, al fin sincero: “Para salir de la crisis los trabajadores deben trabajar más y, desgraciadamente, ganar menos”. Más allá de lo pornográfico que resulta escuchar las lecciones paternalistas sobre la “desgraciada” salida de la crisis del dueño de las quebradas Marsans y Air Comet, el mismo que pedía “un paréntesis en el libre mercado” cuando tocaba socializar las pérdidas, conviene ir a los datos. Son duros de escuchar, ahora que nos hemos convencido de que la culpa es nuestra, por vivir por encima de nuestras posibilidades. Pero es lo que tiene la verdad.

España ya es de los países con los sueldos más baratos de Europa: un 33% menos que los de la UE 15. El salario medio en España, año 2008, era de 21.500 euros anuales: la mitad que en Reino Unido, Holanda o Alemania. El 63% de los españoles es mileurista o algo peor, según los técnicos de Hacienda. Dentro de nuestro entorno –oh, casualidad–, sólo Portugal y Grecia pagan sueldos más baratos. Es decir: sólo los dos países que peor llevan esta crisis (y es que los trabajadores, además de coste laboral para las empresas, suelen ser también sus consumidores). España también es, según los técnicos de Hacienda, un lugar excepcional: el único país del mundo donde los empresarios declaran, de media, unos ingresos inferiores a los trabajadores o incluso a los pensionistas. Pero no en todo vamos a la cola de Europa, no hay que desanimarse. Según un informe de la consultora Alpha Value, España despunta como el país con los grandes directivos mejor pagados de toda la UE, especialmente los de banca: tres millones de euros anuales de media. Y es que la crisis es muy dura, y hay que apretarse el cinturón.