6.10.10

La modernidad y todos nosotros

A Felipe Fernández Armesto lo conocía de leerle algunas tribunas en El Mundo. El amigo Lucena, que todo lo sabe, me aclaró que era hijo de Augusto Assía, y me recomendó vivamente su último libro, 1492, el nacimiento de la modernidad.

Lo terminé ayer. Irregular, por bueno. La globalización, si es que ha empezado en algún momento, debió hacerlo en el entorno de finales de nuestro siglo XV. Aquel último tercio de siglo que tan bien retrató, para nuestro país, Sir John Elliot en su magistral La España Imperial. Un mundo en el que los europeos empezaban a confeccionar mapas cada vez más reales sobre el mundo que los rodeaba. Una época en la que se trazó la frontera actual entre cristianismo e Islam en África, y así seguimos, entre cristianos en el norte e islámicos al sur del mediterráneo. La salida de los judíos de España, llevando su talento por Europa y África. Las luchas en Italia, con la muerte de Lorenzo el magnífico y los enfrentamientos, ya modernos, entre Francia y España por hacerse con la península. La configuración del Ducado de Moscú como el poder hegemónico en lo que hoy conocemos como Rusia, en detrimento de Polonia y Lituania. Las primeras travesías europeas buscando el oriente por la costa africana. El mundo chino, en un momento en el que ya apenas quedaba nada de las expediciones de Zheng He, habida cuenta del monopolio que los confucionistas tenían en la corte; para ellos el Imperio del Centro no necesitaba ampliar sus fronteras, sino únicamente defender su territorio: si el resto del mundo quería unirse a ellos bien, si no era así, peor para todos ellos. Un Japón en el que los señores de la guerra se dividen entre sí el Imperio, acabando con las posibilidades de expansión del país. El Índico como un lago pleno de comercio, al que empiezan a asomarse los europeos; las Canarias, puerta de América, incorporadas ya al comercio europeo, las sociedades mesoamericanas, complejas y atrasadas, pese a los mitos, en contacto ya entre sí.

El mundo que hemos conocido, y que quizá esté dando ya sus últimos estertores, nació a finales del siglo XV.

Un libro que aporta más preguntas que respuestas, y eso, de un ensayo, suele ser lo mejor que puede decirse.


PS: "Sin embargo, el mundo sí cambió en 1492. Lo sucesos de aquel año empezaron a modificar el equilibrio y la distribución de la fuerza y de riqueza en todo el planeta, haciendo lanzase a los océanos a las comunidades de Europa occidental, fortaleciendo el Estado ruso por primera vez y anticipando […] la decadencia del litoral asiático y de las potencias tradicionales del océano Índico y sus mares adyacentes. Hasta la década de 1490 cualquier observador bien informado y objetivo habría reconocido sin dudarlo que estas regiones eran los lugares más dinámicos del planeta y las culturas exploradoras mejor equipadas […]. En aquella década profética, los Estados rivales de Europa occidental dieron un salto hacia adelante, mientras que las potencias que podrían haberlos detenidos o aventajado permanecieron inmóviles".

Fernández-Armesto, F.: 1492, el nacimiento de la modernidad. Debate, Barcelona, 2010. Página 342

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