16.10.10

Papelillos... de seda

Aunque tengo abandonados, casi como postura ética, los papelillos, vuelvo a ellos de vez en cuando. Nos saludamos, encuentro alimentos para mis polluelos y vuelvo a mi territorio natural. De vez en cuando, son reencuentros fascinantes. Acabo de tener otro de ellos. Un libro que, se conoce, iba de boca a boca y yo sin enterarme.

Lo único que le pido ya, a estas alturas, a una novela, es que esté bien escrita. Y bien traducida, claro. Que me permita disfrutar con su lectura. Me ha pasado con la de Alessandro Baricco. Una historia que alguien te va contando despacio y en voz baja. Una época, la Francia de finales del reinado de Luis Napoleón, Emperador de los franceses. Un mundo, el de la burguesía emprendedora de provincias. Un mundo, cuando el oriente era aún el oriente y Japón y China apenas nombres lejanos.

Un hombre viaja a Japón durante varios años y siempre vuelve. Y siempre vuelve a irse. Una historia de amor. Y de deseo. De deseo carnal. Vivo. Frases secas, lapidarias. Cortas. Literatura. Un protagonista, Hervé Joncour, una de esas personas, dice el autor, que “prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla”. Como yo, probablemente, hace un par de años. Como Mi Coronel antaño. Como tantos otros.

Una novela sutil.

Un cuento en realidad.

Un dolor extraño.

Expresiones concisas; no se necesita mucho texto para dejar claras algunas cosas: “Tal vez sea que la vida a veces da tales vueltas que no queda ya absolutamente nada que decir”. Lapidario.

Bueno libro el de Seda. No deje de leerlo, desocupado lector. Para una vez que El Perdíu le recomienda un papelillo…


PS: Además, como escribe el poeta polaco Adam Zagajewski: “En ciudades extrañas / contemplamos las obras de viejos maestros / y, sin asombro, en añejos cuadros vemos / nuestros propios rostros. Habíamos existido / antes, e incluso conocíamos el sufrimiento, / nos faltaban tan sólo las palabras…”

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 475

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los papelillos nos permiten conocer mejor la condición humana y a nosostros también.
NC