22.10.10

Gente de otra pasta (III): Mi General

Sólo lleva en el planeta dos días más que yo, así que puedo presumir de conocerlo bien. Mi General. El hombre que cogió el primer avión para estar conmigo. Nuestras vidas se cruzaron ya casi de inicio. En El Mercado. En la ferre. Casi treinta primos, un negocio con cristalería, forja, azadones, cuatro piso y “ahí atrás”, el espacio en el que todos nos refugiábamos. No es fácil contar, a estas alturas, lo que para un niño significaba aquel mundo ya tan lejano. Un mundo en el que un pastor alemán, cómo olvidar al mauri, nos llevaba a los nietos más pequeños al río, sí sí, al río, a la peña, y luego nos devolvía sanos y salvos a casa. Nos hicimos amigos. Mucho. También estaba Oriñón, claro. Y las hogueras, y las chirlas. Y nuestras primeras discusiones sobre la muerte de Kennedy. Con apenas diez años. Vaya tela.

Nos fuimos haciendo mayores y nuestros mundos se fueron separando. Nuestros mayores dejaron de llevarse bien. Pero él y yo tuvimos tan pocas dudas que ni siquiera nos sentamos nunca a hablarlo. Con nosotros no podrían; ni los niños heredan los pecados de los padres ni han de compartir sus gustos, ni sus filias ni sus fobias. Hasta ahí podíamos llegar. Y esto con apenas doce o trece años. Así que nunca nos perdimos la pista, y esto nos permitió llegar juntos a la edad adulta. A la que yo entré con úlcera de estómago, por cierto, pero esa es otra historia. Se vino a Madrid, paso previo a su paso a los Estados Unidos. Nunca nos perdimos de vista. Nos vemos siempre que podemos. Allí volé, a su boda, tres semanas después del once ese. Con dos cojones. A ver si creían los moros que me iba yo a perder tamaño acontecimiento. Allí nació mi ahijado. Qué ilusión ser el padrino de su primogénito.

A Mi General y a mí, seguro, nos separan muchas cosas más de las que nos unen. Pero gracias a dios, las que unen son mucho más relevantes. Es cierto que nunca nos ponemos de acuerdo ni con el vino (él bebe esa agua de fresitas modelo Hello Kitty que dicen Rioja), ni con la política, ni con la comida, ni con la piratería, ni con la guerra de Iraq, ni con los seguros médicos, ni con el gobierno de España, ni con nada de nada. Pero tenemos algunas cosas claras. Y muy relevantes: no nos gusta gritar, ni que nos griten; buscamos siempre el consenso antes que la discusión; intentamos respetar a los demás; siempre pensamos que las demás personas, todas, son fines en sí mismas y no medios; y los dos pensamos que sólo la cultura, en sentido amplio, permite realizarse a las personas. Y los dos somos del Athletic, claro.

Así que he colgado, tras su último viaje, y tras el encuentro especial que tuvimos en el vasco al que me arrastró, un calendario en casa con el primero de septiembre de 2013 marcado. Ya cuento los días. Pocas cosas me hacen más feliz que imaginarme paseando con mi familia con la suya por la playa de Oriñón, algún día dentro de varios años. O recorriendo las siete calles en su compañía.

Hay personas a las que no pienso renunciar. Hay gente que ha nacido para luchar, ¿verdad Mi General?


PS: "De la cosmología newtoniana no solo se deriva la teoría que propició la industrialización, sino también el terror de Pascal ante el Universo vacío de sentido humano: ese "silencio eterno del espacio sideral", ajeno al hombre, vacío de inteligencia o espíritu".

Racionero, Luis: El progreso decadente. Repaso al siglo XX. Espasa, Madrid, 2000. Página 79

2 comentarios:

Hornuez dijo...

En lo que sí que estábais de acuerdo es en las flores...

rebolloa dijo...

Mi Senadador, gracias por su exagerada rendiciòn de la realidad, le hace a uno sentir especial. Que conste que yo tambièn he comprado un calendario de tres años!
Hornuez, tiene usted toda la razón, las ventajas de ser de la misma familia... ;-)