Dos días de contrastes...

Los contrastes.

El primer día completo: Mercado, unos vinos, almuerzo tranquilo en casa. Tarde de bici, y conversación. Qué bueno es conversar sin prisa con un amigo, mientras cae la tarde y avanzan las nubes. Hasta Requejo. Frío. Este frío castellano, tan seco, incluso con humedad. Pronto en casa. Ducha. Lectura. Y cine. A dormir pronto, a eso de las once. Casi diez horas de sueño. Mi madre ni se lo cree. En la Sanabria y yo metido en casa.

Me desquito al día siguiente. A la Villa. Café con Pepe. Proyectos de futuro: ese fantástico Centro del Lobo. Las próximas elecciones, a ver qué pasa en Cobreros, y en Galende. Problemas con El Noroeste, vamos a ver qué ocurre. Visita luego y larga charla en el Castillo. La lógica 2.0 para dar un poco de vida a todo esto. Nos brotan las ideas: un blog, algo más en facebook…

Luego toca almorzar. Bajo al Mesón. Cambiar de opinión es bueno en la vida, aunque haya quien busque motivos ocultos. El futuro y el pasado de la comarca se nos va mientras llueve, mientras cae el agua de manera lánguida sobre la terraza del mesón. Probamos el nuevo vino de Paco Somoza. Coincidimos en nuestros ponderados juicios sobre el ¿presidente? del ¿gobierno?. Repasamos la historia de la familia. Y subimos a ver Pascasia. Me enamoro al instante del arco de piedra de una de las habitaciones. Y sueño enseguida con ella.

Acabo y voy al Remate. Ahí está Paco. Unos vinos. La historia de Porto. Aquellos bienes propios, la especulación en el XIX cuando la élite política nos quitó la sierra; a todos. Ese capitalismo español, tan ligado al poder. Ese Marqués de Pidal. Le cuento a Paco mi teoría del pelotazo a cuenta de aquellas tierras. Aquellas malditas desamortizaciones. Hablamos también de futuro. Y sin pasar por casa, a ver a Ricardo y a Rosa. Nos dan las tantas. Una cena deliciosa, para gourmets. Y una sobremesa placentera, el papel de la Iglesia, el futuro de esta tierra, la izquierda, la derecha…

Me voy a dormir y son casi las tres de la mañana. Llevo fuera unas diecisiete horas.

Y recuerdo lo que un día lejano escribió Julio Camba, el gran Camba: “Como fuera de casa no se está en ningún sitio”