4.1.11

El tal Cascos

Cascos. El tal Paco Cascos. Esa visión providencialista de la política. Esa forma de hablar: “o yo o el caos”. Esa falsa modestia. Esa frase: “la gente dice que yo sería un buen candidato”. Esa visión tan cainita de la política que ha hecho fortuna en la derecha española desde que el hombre es hombre. Esa hipocresía de quien siempre ha sabido que los partidos son máquinas sin sentimientos y ahora, treinta años después, descubre que también le pueden joder a él. Otro como Bono, que se da cuenta del carácter esencialmente corrupto del poder cuando deja de ejercerlo.

Esa idiotez de recuperar “el orgullo de ser asturiano”. Como si hubiera que estar orgulloso de haber nacido en algún lugar. Esa concepción del territorio como un feudo. El cacique. La provincia como eje de la vida política en España. Un país que ya, excepto Madrid, es todo provincia. Cascos como un reflejo de lo que hemos sido. De lo que somos. Esos pequeños feudos de poder. Ese apelar a los instintos más primarios de las personas. Ya fracturó al pepé en Asturias en la época de Sergio Marqués y volverá a hacerlo ahora. Espero que los asturianos se lo quiten de encima lo antes posible. Y que se lo trague la historia, como a tanto polítiquillo de medio pelo.



PS: Gregorio Marañón escribió en Tiberio: "El hombre rigurosamente malo es sólo un malhechor, y sus posibles resentimientos se pierden en la penumbra de sus fechorías. El resentido no es necesariamente malo. Puede incluso ser bueno, si le es favorable la vida. Sólo ante la contrariedad la injusticia se hace resentido. El resentido tiene una memoria contumaz, inaccesible al tiempo. Cuando ocurre, esta explosión agravia del resentimiento suele ser muy tardía, existe siempre entre la ofensa y la vindita un periodo muy largo de incubación".

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