Series.
Sigo con ellas. No he encontrado aún mejor forma de mantener mi inglés.
Estoy
con la segunda temporada de Deadwood,
cortesía de Chisum.
Aquellos años en los que el oeste
no se había transformado aún en la mirada épica de John Ford
a través de los ojos de John Wayne. Aquellos años en los que los Estados Unidos
se iban ampliando hacia al oeste. La especulación. La prostitución. La ausencia
de leyes. Y esos personajes trágicos, como Bullock
el hombre de ley, o Swearengen
el hombre cuya esencia consiste, precisamente, en mantenerse al margen de la
ley. Ya le iré contando, desocupado lector.
Empiezo
también, cortesía de Tino Batera, con el Castillo de Naipes (House of Cards), la
serie de la
bebecé de principios de los noventa que el amigo Batera
rescató del olvido para mí. Intrigas políticas en un inglés delicioso, el
legendario Queen´s English.
El muñidor Francis
Urquhart, un hombre similar al Fumador,
pero en el seno del Partido Conservador, y sus intrigas para hacerse con el
poder. De momento, la serie promete.
PS: "Nothing
lasts forever: even the longest, the most glittering reign must come to an end
someday”
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