11.6.12

Los colonos en la frontera de Sefarad


Acabé, de mala manera, La frontera sefardí, de Jonathan Ray, una tesis doctoral centrada en analizar la vida de los individuos y las comunidades judías a lo largo del XIII, cuando la frontera cristiana se expande de manera imparable hacia el sur de la península.  Lo más relevante del libro es la impugnación de la tesis comunitarista: los judíos no se movieron siempre “en comunidad” ni estaban sometidos de manera inequívoca a la voluntad de la aljama. No. Siempre hubo individuos. Y más aún en un territorio y en una época de frontera. Las tesis comunitaristas son sueños infantiles, deseosos de encuadrar a las personas en los esquemas mentales que usamos para explicarnos la realidad. Pero cuando las acercas a los hechos, las teorías rara vez resisten un análisis riguroso. Los judíos en la frontera eran colonos. Con sus lógicas y sus cálculos: a veces, recurrían a la autoridad gentil cuando pensaban que eso podía beneficiarlos. Negociaban con la Iglesia, y con quien hiciera falta. Algunos vivían en la Corte, es cierto, pero los más lo hacían  en el campo.  Y vivían con la lógica del pionero, al igual que el resto. De manera legal, eran propiedad de la Corona. Sus bienes, también. Así se evitaba que cayeran en manos de nobles o de la Iglesia. La relevante comunidad judía de Lisboa en el XIII. Los treinta dineros, que me persiguen desde que logré unir a una familia poderosa con ellos, hace meses. Se buscaban la vida. Se iban integrando, poco a poco, distintos pero iguales, en un mundo en el que la lógica de la identidad no había ganado aún la partida. El mundo de frontera siempre ha sido un mundo en el que ha sido fácil empezar de nuevo: nadie hace preguntas al que llega. Nadie sabe nada del que se va.

Un mundo de frontera, ideal para el asentamiento de lo que van buscando una nueva vida. O una nueva oportunidad. Un mundo de frontera: la Andalucía del XII, la Dakota del XIX. ¿La Sanabria del XIV?



PS: Judah Ben Barzilay ha-Bargeloni escribió en aquellos días, en relación a los judíos de Sefarad: “Algunos se mezclan con gentiles, comen su pan, y se vuelven como ellos, de manera que no hay diferencia entre ellos, excepto el nombre de “judíos

2 comentarios:

Juan de la Cuesta, impresor de halcón en puño. dijo...

Cuánta tinta, hermano... y para nada, aunque nos ofrezcan algunos destellos de reflexión y hasta de verdad. No se puede escribir sin sentimiento vital; no, por el placer de aparecer en los papeles, y así nos va. El "comunitarismo" es algo más, y existió porque yo lo "existecié" hasta su agonía. No era fácil, pero equivalía a "supervivencia", y gracias a él muchos andamos por aquí. Ojalá nunca lo olvidemos... lo demás es pura literatura, y mala, por cierto.

El Perdíu dijo...

Claro que existió, pero no existió por encima de la identidad de cada una de las personas sobre las que se proyectó. Esa es la clave...