El
viaje
mediterráneo de Kaplan, decía, continúa haciendo escala en Sicilia, la isla que parte en
dos el mediterráneo. La isla en la que se encontraron los mundos griegos y
latinos. La isla a la que iré. Y
no será el primer sitio al que Kaplan me lleva,
de la mano. La isla en la que tanto hay que recordar: la sabiduría de Hermócrates,
contada por Tucídides.
La fatal atracción que hoy sigue despertando Alcibiades,
frente a la prudencia de Nicias...
La
leyenda de los tiranos de Siracusa, de Gelón a Hipócrates, pasando por ese Dionisio
que atrajo a Platón y que dio lugar a la gráfica imagen de la Seducción de Siracusa,
tan de actualidad en el pasado Siglo XX. Pero la atracción siciliana no
descansa sólo en la antigüedad: el
repaso que Kaplan hace de la llegada normanda a la isla, un crisol bajo el
reinado de Rogelio
II, un punto clave de la historia medieval. La llegada de los Altavilla y de sus
mercenarios normando cambió la geopolítica de la zona, tal y como también cuenta
Holland en su fascinante Milenio.
La
civilización clásica. Un lugar en el que refugiarse en estos tiempos de
mediocridad abrumadora. O de abrumadora mediocridad.
PS:
[…] el viaje ofrece el mejor tipo de
soledad, puesto que la auténtica aventura no radica en el riesgo físico, sino
en la adquisición de conocimiento.
Kaplan,
Robert D.: Invierno
mediterráneo. Un viaje por Túnez, Sicilia, Dalmacia y Grecia.
Barcelona, Ediciones B, 2004. Pág. 106
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