19.3.06

En Barcelona

Un árbol recordará a Marcial en el Montseny. Sus restos, como él sin duda hubiera querido, están ya esparcidos por un bosque que, en su honor, se puso brumoso; con una luz más de otoño que del final del invierno.
Polvo eres y en polvo te convertirás me decían los curas hace años, los miércoles de ceniza. Cuando aún era creyente.
A la tarde, mientras estábamos en su casa, que también fue la mía mientras él vivió, no podía olvidarme de aquel magnífico soneto de Borges, especialmente de sus últimos versos:

LAS COSAS

El bastón, las monedas, el llavero,
la dócil cerradura, las tardías
notas que no leerán los pocos días
que me quedan, los naipes y el tablero,

un libro y en sus páginas la ajada
violeta, monumento de una tarde
sin duda inolvidable y ya olvidada,
el rojo espejo occidental en que arde

una ilusoria aurora. ¡Cuántas cosas,
láminas, umbrales, atlas, copas, clavos,
nos sirven como tácitos esclavos,

ciegas y extrañamente sigilosas!
Durarán más allá de nuestro olvido;
no sabrán nunca que nos hemos ido.


Sit terra levis, amigo.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde.
Como todos los jóvenes yo vine
a llevarme la vida por delante...