5.9.08

Historias sobre el taxi

Hace ahora cien años que el primer automóvil circuló por Madrid. Poco después, llegaron los taxis. Está por hacerse, aún, la historia del taxi de Madrid. Una historia, lo que es la vida, muy ligada a Zamora y a la tierra de Sanabria. Ayer hubo tertulia sobre el tema, al hilo de un libro sobre el septuagésimo quinto aniversario de la Mutua. Durante décadas, el poder fáctico en el taxi madrileño era sanabrés. Y digo fáctico porque no fue hasta los ochenta cuando los sanabreses pasaron a copar los primeros puestos en las estructuras de poder: la Gremial y en la mutua. Todo empezó, en realidad, en los años veinte.
Ahí hay una primera generación, muchos de ellos de mi pueblo (alguno tío de mi padre), que fueron los pioneros. Luego llegaron los hijos y sobrinos de esta primera generación. Y los vecinos del pueblo. Y a partir de los sesenta el flujo fue continuo. Sólo en mi pueblo, en los años setenta, había más de cien licencias. El taxi es un trabajo para inmigrantes. Gente recién llegada con mucho que ganar y poco que perder. Con niños que alimentar y un jornal que llevar a casa. Un oficio para gente luchadora. Para gente que no se quedó en el pueblo esperando una subvención, o una estúpida renta de ciudadanía, sino que querían labrarse un futuro para ellos y para sus hijos. La subvención condena al hombre a la pobreza y a la esclavitud. Normalmente, quienes piden subvenciones para otros buscan esclavizarlos en la pobreza en la que viven. La gentuza que se considera a sí misma “patriciado urbano” es feliz viendo al rústico labriego en su huerta. Lo que les descoloca es que el hijo del labriego quiera dejar el pueblo, ir a la Universidad y quedarse a vivir en la ciudad. No creo que los diputados socialistas andaluces o extremeños fueran felices si sus hijos vivieran a cuenta del per. Cuando no hay futuro en una tierra, hay que salir a buscarlo allí donde a uno se lo ofrecen. Ningún paisaje, ni siquiera el mío, tiene cualidades morales, como no las tienen ninguna lengua ni ninguna melancolía. El taxi, en fin, un oficio muy castellano.
A estas alturas, pasea uno por Sanabria en agosto y sigue encontrando más taxis que en Madrid. Ahora, muchos nos hemos salido del negocio. Otros siguen. En cualquier caso, me comentaba mi interlocutor que muchos hijos, ya con estudios, siguen vinculados al negocio, manteniendo alguna licencia, para no perder la relación con el sector. Habrá que generar un concepto similar al de “población vinculada” pero para los oficios.

PS: "Hasta en las mejores épocas, la vida rural era de una dureza que no daba tregua […]. Las excavaciones realizadas en cementerios medievales desvelan un panorama terrible en lo que respecta a la salud, consecuencia de las durísimas condiciones de trabajo de la época. […] La rutina laboral de los aldeanos del siglo XIV giraba en torno al ciclo eterno e invariable de las estaciones, la siembra y la cosecha […]. En la época medieval las tareas domésticas y comunales no se detenían nunca. El esfuerzo se hacía cada vez más cuesta arriba, pero a pesar del trabajo incesante, la dieta nunca era adecuada y la malnutrición era moneda corriente. La escasez de alimentos formaba parte de la vida de los aldeanos […]".
Fagan, Brian:
La pequeña Edad de Hielo. Cómo el clima afectó a la historia de Europa (1300-1850). Gedisa, Barcelona, 2008. Página 72.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

OFICIO DE TINIEBLAS

Melancólica y poética evocación de la epopeya taxista durante los años de hierro en España.

Sólo un dato: cuando realicen esa historia pendiente del taxi no se dejen el nombre del jerarca franquista, de origen zamorano, que trabajó en Fomento y que repartió licencias entre sus paisanos.

Quiza si hubiese sido de origen extremeño o andaluz, el contenido de su alegoría hubiese sido distinta.La verdad es que hasta en la miserable historia de la emigación española hubo clases.

La vida, tozuda y siempre tan puta, se encarga de desmontar los mitos.

Anónimo dijo...

Gracias palentino. Absolutamente inmercido.
Anónimo, no deje por favor de ilustrarnos sobre el jerarca franquista. Esa parte no me la sé...