28.7.11

De viaje por Ses Illes (II)

Marchamos a Deyá. Sigue la lluvia. Fue Joxete el que siendo libertarios me prestó un libro de título sugerente: Adios a todo eso. Un joven de poco más de treinta años, combatiente en la Gran Guerra que tras haber recorrido medio mundo decide parar y asentarse en un lugar recóndito de un país secundario. Un libro para dar la espalda a aquel mundo. Contar la vida desde una trinchera, en una guerra que nadie había sido capaz de imaginar. Ni de prever. Mientras unos se fueron a París, esa ciudad que no se acaba nunca, otros optaron por el retiro. Aquel joven, Robert Graves, convirtió Deyá su casa, y solo abandonaría su residencia allí durante la terrible guerra de España. Aquel joven escribió, pocos años después, una de las grandes novelas históricas del siglo XX: Yo Claudio, novela sobre la que la BBC construyó una serie que todos vimos a finales de los setenta y que nos situó en aquella Roma imperial a la que le fue tan difícil sobrevivir a Octavio. Aquella Roma. Aquella Livia. Druso y su lejana y maldita muerte. Tiberio y sus temores: el más triste de los hombres. Calígula y sus locuras. El fin del sueño republicano en Roma. Graves, el hombre que nos trajo el mundo antiguo y nos recordó que las pasiones humanas son las mismas, veinte siglos después. No se me ocurre más homenaje a Graves que visitar su casa, pero, misterios del alma humana, los festivos de verano cierran. Damos una vuelta y seguimos de camino. Nos espera un valle que uno imagina en Colombia o en las Azores, pero que se quedó clavado aquí junto al mediterráneo. Llegaremos a Sóller siguiendo la línea de la costa, como ha de ser…


PS: Iba leyendo en el avión. De pronto me asaltó la frase: “Los ojos son las ventanas del alma”. Qué gran verdad. Qué cosas. Vaya tela.

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