Vayan por delante mis creencias. Soy agnóstico. Me parecen tan respetables los católicos como los ateos, y no tengo nada ni contra unos ni contra otros. En el debate actual, lanzado por la izquierda desde que conquistó el poder el 11 de marzo, se están mezclando conceptos algo confusos. En esta línea, el ministro de Justicia, decía en un curso de verano varias cosas interesantes: “la situación religiosa ha cambiado, la religión católica ya no es hegemónica, pero la Constitución sigue siendo la misma», o esta otra ”la Iglesia católica apadrinó la Guerra Civil como una cruzada y estableció relaciones con el franquismo”.
Vaya perra que tiene la izquierda con la iglesia. Supongo que cuando has tenido que renunciar a todos tus ideales (socialización de los medios de producción, tercermundismo, autoderterminación…) en menos de veinte años, a algo tienes que agarrarte para no tener sensación de ridiculo. Pero a veces, se pasan de frenada. Creo que el problema que tienen arranca de los regeneracionistas del XIX. Esta obsesión por el cura como representante del atraso secular se ha ido traspasando de generación en generación. Y si a eso le sumas la auto-superioridad ética de la izquierda, pues ya está liada. Pero hay un problema. La convencia en sociedades complejas se basa en las cesiones. La Constitución de 1978 ha sido tan buena porque no era la de nadie. Si ahora se intenta, desde la izquierda, conseguir cosas que en 1978 no pudieron, eso es romper el pacto. Seguro que para los católicos el papel de la iglesia es menor del que debería ser, pero ahí está la clave. Todos cedimos. Si empezamos así, no acabaremos bien, porque un gobierno no puede cambiar las reglas de juego sin acuerdo social, con independencia de lo que diga la mayoría coyuntural del 60% del parlamento. Los cambios que duran son lo que se hacen con el acuerdo de todo. Y el pasado fue triste, el de todos. También el pesoe participó directamente en la matanza de más de 8.000 ciudadanos simplemente por el hecho de ser sacerdotes, y nadie se lo recuerda sistemáticamente al señor aguilar. Y hablando de la guerra, a ver si algún día les cuento algo de la memoria histórica.
Para finalizar, dos muestras de lo que da de sí el periodismo. El artículo COLOMBIA VISTA DESDE EUROPA, de un diputado comunista, muestra como se puede tergiversar, sin tasa la realidad (cuando lean la expresión conflicto armado, piensen que en España es Herri Batasuna quien usa ese concepto). Por otro, el magnífico, como siempre, de HERMANN TERTSCH, "El Asalto a la ciudad", publicado en el país de hoy. Emocionado elogio a la ciudad como residencia de los ciudadanos libres en una sociedad abierta: "Como lo sabían Mao Zedong y Pol Pot, que exterminaron a sus burguesías. La ciudad siempre genera pecado e ideas disolutas y disolventes, que se juntan o enfrentan y generan otras que a su vez plantean preguntas, fomentan la curiosidad y crean lazos humanos en constante ampliación y movimiento. La ciudad es la libertad y tiene otra vez muchos enemigos fuera de sus muros imaginarios, pero también dentro de la fortaleza civilizadora."