30.9.10

Rivas y las ciudades

Almuerzo con el soviet ripense. Mi siempre lúcido sanes y su jefa, concejala allí. Tengo cierta debilidad, he de confesarlo, por cierta tropa de izquierda unida; gente que hace política sabiendo que en Madrid, gracias a dios, nunca pasarán de ser una minoría pero que aún así, están a las duras y a las maduras. Los modelos de ciudad, si es que los hay, nos llevan una parte importante del almuerzo. Mi postura, siempre tan liberal, de que las ciudades crecen por encima de la mente de los urbanistas, de los planificadores. Hay algo caótico en la ciudad que la convierte, al revés de espacios como el de la mi Sanabria, en un espacio fascinante para vivir y para tejerse en él uno mismo. Porque no todo es planificable. Porque no lo dominamos todo. Y qué libres nos hace el aire de la ciudad (anónimos, sin más control que el de nuestra conciencia, sin más vigilancia que la de uno mismo) y qué hermoso es pasear siendo uno un completo desconocido.

Se nos va el postre con el bajo nivel de los políticos en nuestro país. Aquí vuelvo sobre lo de siempre; no es malo en sí mismo que la gente más brillante de un país esté en los negocios y no en la política. Allí, en los negocios, se crea riqueza, aquí, en la política, se puede destruir. Hablamos de esa especie de Diputación con ínfulas que es la supuesta Asamblea de Madrid, donde sanes penó unos años.

Mi extraña relación con la política. Siempre fascinado con ella. Siempre temeroso de entrar en ella.

En un rato, al teatro.


PS: "Mi idea es que [Alemania] no era un país tan civilizado como se creía, porque las ciudades fuera del Mediterráneo solo tienen cinco siglos de antigüedad y la civilización sólo se alcanza con la ciudad". Racionero, Luis: El progreso decadente. Repaso al siglo XX. Espasa, Madrid, 2000. Página 64

29.9.10

El día de la huelga

Sé que hoy es la huelga, que dicen general. Me ha importado poco. Nadie le echa valor, pero las huelgas generales son huelgas estrictamente políticas y alguien debería recordar que están prohibidas de manera explícita.

Recordaré este día por otra cosa. Me acerqué al cliente por la mañana. Allí alguien había desconectado los ordenadores, así que me volvía ya para la oficina cuando me presentaron a Luis Alberto de Cuenca. Secretario de Estado de Cultura en los añorados gobiernos de Aznar. Un tipo culto, un erudito. Un humanista. Brillante. Un rato de conversación. Un poema, que figura en el final de lo que le escribí a Hornuez, cuando se casó. De lo que le leí a Lareeta, allá en Tarrasa, también cuando se casó. El placer de trabajar, ambos coincidimos, el día en el que los socialistas de todos los partidos hablan de huelga. Ayer, casualidades de la vida, le daba vueltas, de noche, a alguno de los poemas recogidos en su último libro, El reino blanco. “Te perderás todo esto. Tú sabrás / lo que haces; aunque no sepas / porqué lo haces.



PS: primera sesión. Bien.

28.9.10

La violencia doméstica

La violencia doméstica. Que los progres llaman de género. No tiene nada de género, los hombres que matan a las mujeres no lo hacen porque sean mujeres (no van matando mujeres desconocidas por la calle), lo hacen porque creen que son suyas, porque creen que pertenecen o han de pertenecer a su entorno más cercano. Los datos son aterradores, aunque no creo sinceramente que sean mayores que hace veinte o treinta años. Antes eran crímenes pasionales y la sociedad miraba hacia otro lado. Ahora, gracias a dios, ya no.

Es aterrador que un hombre mate a la mujer a la que ama o ha amado porque ésta quiera abandonarlo. Esa consideración de la mujer como un apéndice, necesario, pero sólo como un apéndice. Como una amante, como la madre de unos hijos…. Como un medio para algo, y nunca como un fin en sí mismo. Esa consideración, tan habitual, de la mujer como alguien profesionalmente secundario cuya misión última no ha de salir demasiado de los límites de la casa. Esa mentalidad, tan arraigada en el islam, de la mujer como algo sucio e incompleto, capaz de trastornar al hombre, tal y como narró en su magnífico libro Ayan Hirsi Alí (no se lo pierda, desocupado lector).

Nunca he entendido cómo alguien puede hacer daño a alguien a quien dice amar. Nunca he entendido la pareja como un espacio de limitación, sino de realización. Quizá porque yo, a la contra, siempre he ido buscando pájaros y no jaulas hermosas sobre las que gastar las tardes de una vida al abrigo de la melancolía. Y porque siempre he sabido, como Laboa, que un pájaro sin alas no es un pájaro.

Una forma de entender la pareja que, en el fondo, no es sino una forma de entender la vida.



PD: Mikel Laboa escribió: Si le hubiera cortado las alas / habría sido mío, / no habría escapado. / Pero así, / habría dejado de ser pájaro. Y yo... / yo lo que amaba era un pájaro.

27.9.10

Lope, en la España Imperial

Me llevó Mi Coronel a ver Lope. Iba con reticencia, mi experiencia con el cine histórico español, últimamente, ha sido poco gratificante; quitando Alatriste (y sobre todo su magnífico final) el resto bastante morralla, la verdad. La película es buena, porque además se centra en el joven Lope, ese que vuelve, último cuarto del XVI, de pelear por el mundo al servicio de su rey. Desde Carmen Iglesias y desde Elliot, me fascina ese siglo que va desde la llegada al trono del Rey Prudente hasta la caída del Conde Duque. Me fascina su estética y me fascina, claro, su ética. Y su épica. El gobierno de un imperio verdaderamente mundial, las luchas por mantener abierto el camino español; la pugna por el mediterráneo, por el comercio atlántico… aquella época, en fin, en la que las cortes europeas se preguntaban cómo era posible que un país poco poblado pudiera dominar tanta extensión de tierra tan repartida por el mundo.

La película, digo, se centra en ese mundo, y en cómo el joven Lope se abre camino en el mundo del teatro. Un mundo a medio camino entre la pobreza y el lujo, entre la codicia y la lujuria. Para mí su vida es bastante desconocida: a Lope llegué, como tantos otros, en el bachillerato, esa edad en la que sus poemas te dejan deslumbrado y los vas copiando en la carpeta de las compañeras de clase. Luego lo abandoné, y no sé si volveré ya a él. Siempre me gustó, de su vida, esa pasión con la que vivió, que tan bien se refleja en sus poemas. Esa sensación de que uno ha de ser fiel a lo que piensa, porque cuando no se vive como se piensa, termina uno pensando cómo está viviendo. Esa sensación de que es el amor lo que nos hace vivir, lo que nos mueve, y que el resto es pura rutina, es difícil de ver mejor expresada que en algunas de sus obras.

La peli es buena. Y no se hace larga. Acérquese a verla, desocupado lector.


PS: Como escribió el propio Lope: […] huir el rostro al claro desengaño, / beber veneno por licor suave, / olvidar el provecho, amar el daño; / creer que un cielo en un infierno cabe, / dar la vida y el alma a un desengaño; / esto es amor, quien lo probó lo sabe.

26.9.10

El teatro y "nuestros fantasmas más queridos"

Estuvimos viendo 666 en el Alfil. De Yllana. No había visto nada de ellos. De hecho, creo que hace tiempo que no pasaba por el Alfil. El teatro como humor. Y como humor, además irreverente. Y no sólo irreverente. También universal. La obra es buena, hace mucho que no me reía tanto. Digo universal pero supongo que la obra no se podrá exhibir en muchos lugares; esta visión jocosa y descarnada del sexo y de las obsesiones sexuales estaría probablemente prohibida en casi todos los países islámicos y no creo que hiciera mucha gracia en algunos sinceramente cristiano.

El teatro nos acompaña desde los griegos porque es el lugar en el que representar nuestras obsesiones, las cosas que nos atormentan y que nos atemorizan. Esas cosas que hacen que nos duela el brazo izquierdo. El lugar donde volver a vernos solos frente a nosotros mismos. Donde entendemos que todos llevamos una careta puesta que no desaparece al salir del teatro.

Algo que, como en un relato de Borges, ya intuyó oscuramente Juaristi (como antes lo había entendido oscuramente Orwell) cuando dejó escrito, al final de su libro Vestigios de babel aquel párrafo memorable: "Porque eso que todos sabemos, aunque la resistencia a admitir que lo sabemos sea a veces atroz, es que las identidades individuales o colectivas son siempre ilusorias, que toda identidad es siempre usurpadora de una identidad ajena, y que en el fondo de cada uno de nosotros habita el Otro y suyos son nuestros fantasmas más queridos".

Y también los más temidos, añado yo una noche como esta, de septiembre.


PS: “Sólo cuando consigues reír de nuevo, -dice un cartel en la puerta de la catedral de Linz-, has perdonado realmente”. Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 121

25.9.10

¿Delincuentes porque gitanos?

Un tema bien complicado, el de los gitanos expulsados de Francia. El Estado moderno, la libertad y la justicia se basan en que no delinquen los colectivos, sino los individuos. Nos costó una guerra y un holocausto que los europeos empezaran a comprender que “los judíos” no eran culpables de ningún crimen, y que nadie puede ser condenado por ser lo que es, (sobre todo porque uno no puede dejar de serlo). Creo que eso lo tenemos todos claro. El problema llega cuando individuos de un mismo colectivo se mueven en grupo y no se integran en el lugar al que llegan, como los gitanos rumanos en Francia. No tengo una opinión clara al respecto: me parece bien que Sarkozy defienda que no quiere rumanos de identidad gitana en su país si no tienen un trabajo estable y se integran en la estructura cívico-social de la República. Pero es peligroso expulsar a alguien por ser gitano. O por ser rumano. Un rumano podrá delinquir o no delinquir, pero es un poco fuerte que alguien se acerque y lo expulse con independencia de que haya delinquido o no. Sólo por ser rumano.

A veces, en las noches de invierno, la gente como yo también sueña. Y sueña con un mundo sin fronteras, sin barreras, en el que cada uno pudiera vivir donde quisiera de su trabajo honrado. O pudiera dejarse morir si no le apetece trabajar. Cualquier identidad es una cárcel, de oro o espantosa, pero una cárcel.

La gente como yo, perdónenme la confesión, a veces, en sueños, nos imaginamos capitanes de aquel hermoso bajel de Joan Salvat-Papasseit, de pie frente al viento en el puente de mando tras haber raptado a la mujer amada y recitando los hermosísimos versos de Cernuda, quizá la mejor continuación del poema del bardo de Alejandría: "Mas ¿tú? ¿volver? Regresar no piensas, / sino seguir libre adelante, / disponible por siempre, mozo o viejo, / sin hijo que te busque, como a Ulises, / sin Itaca que aguarde y sin Penélope”.


PD: La música que le puso Loquillo es preciosa, pero la letra es aún mejor: "Ara no es fa, pro jo encara ho faria: / una galera armaria de nits / o un galió / amb les veles més fines, / i amb cent pirates com la meva sort. / No pregunteu quines mars fendiríem / - foren aquelles on calgués valor". En castellá, pinchando aquí.

PS: me sigue doliendo la mano

24.9.10

Un niño y un inmigrante (y yo esperando el tranvía)

Una tarde de viernes. Primero en la piscina. Un niño en silla de ruedas se cambia con ayuda de su padre en el vestuario. Un niño. En silla de ruedas. Nado. Nadar relaja, sobre todo cuando uno termina una semana como esta. Salgo. Voy a hacer algo de compra. Mañana toca trabajar por la mañana, hay que acabar de cerrar el master. Un joven negro me abre la puerta del supermercado. Hago la cola para pagar. El joven está detrás de mí; no me doy cuenta de que es el mismo que me ha abierto la puerta. Apenas tiene un paquete de salchichas y una botella de agua en la mano. Me pongo nervioso porque soy idiota y miro mi cartera. Pago. Voy embolsando mi compra. Va a pagar. Paga con monedas de uno, de dos y de cinco céntimos. Decenas de ellas. Quizá un centenar. Lo que ha sacado de pedir por abrir la puerta. Me avergüenzo de no haber contestado ni siquiera su saludo al entrar. No deja de sonreír. Me avergüenzo de ser como soy. Vuelve a su puerta. Me saluda. Le ofrezco mi mano y me la coge para estrecharla. Me voy a casa. Abro la puerta. Un niño en silla de ruedas y un inmigrante que quizá duerma en la calle. Eso son tardes duras, y no la mía.


PS: "Quien escribe una página y media hora después, esperando el tranvía, descubre que no entiende nada, ni lo que ha escrito, aprende a reconocer su propia pequeñez y entiende, pensando en la vanidad de la propia página, que cada persona toma sus propias elucubraciones por el centro del universo […] , y comprende cuán estúpido es, en este común y poblado camino hacia la nada, herirse recíprocamente.

Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 82

22.9.10

Labordeta

La muerte de Labordeta. La muerte nos iguala a todos; ninguno escapamos a ella. Borges lo sabía, por eso decía que el resto de seres de la creación son inmortales: ninguno sabe que morirá, pero nosotros sí lo sabemos. A mí Labordeta me pilló joven como para haberlo oído en la transición; supe de él, como tantos otros, imagino, gracias a su país en la mochila. Tenía cara de buen tipo, un hombre recio, que supo andar haciendo camino. Luego supe de él, muchos años después, por Jiménez Losantos, y por lo que cuenta en alguno de sus libros. La primera vez que oí su himno a la libertad, me emocioné, y algunas veces lo tarareo, a solas, cuando estoy en la ducha.

Anduvo luego metido en política. Está bien. Los ciudadanos tienen que involucrarse en la vida pública. Y luchar por lo que creen justo.

Se va yendo la gente que tenía mediana edad cuando nosotros éramos niños. Es ley de vida. Pero con ellos, desaparece también, poco a poco, el mundo en el que maduramos y nos abrimos a la vida.

Que la tierra, también a ti, te sea leve…


PD: Hay gente para todo, el tal Alejandro Cao de Benós. Me encontré un día subitácora y le juro, desocupado lector, que pensé que estaba de broma. En fin.


PS: "Habrá un día en que todos / al levantar la vista / veremos una tierra / que ponga libertad".


PD2: De nuevo de camino a Mérida

21.9.10

Reflexión previa a (este) otoño

¿Dónde van las cosas que no hacemos?, Uno va mirando hacia atrás, y en derredor suyo, y va viendo la cantidad de cosas que va dejando de hacer a lo largo de su vida. Yo, a estas alturas, intuyo que nunca tocaré bien ningún instrumento musical, que no seré arquitecto, que quizá me muera con varios sueños por cumplir. Que, a veces, cinco minutos de valentía, cinco solo, íbamos por López de hoyos, en breve hará un año y me lo soltó, a bocajarro,y yo pensé: más vale un final sin horror que un horror sin final; cinco minutos de valentía, decía, son suficientes. Voy viendo que nunca sabré trabajar bien con mis mamos. Que seré un padre mayor, y esto a veces me atormenta. Veo las vidas que ya no viviré y, como en un relato de Borges, imagino a la gente que ya no conoceré nunca: esa hermosa mujer a la que hubiera conocido saliendo del estanco si tal vez hubiera fumado; ese alumno aventajado del que me hubiera hecho amigo cercano si me hubiera quedado en la facultad, ese amor evanescente si a aquella Elena le hubiera aceptado la cena, hace tantos años, en Palma. Esa joven sanabresa, que apenas salía de casa y que acaso hubiera sido el amor de vida si yo no hubiera estado tantos años yendo por mi tierra angustiado por convencerla (¿para qué?) de que aquel podía ser también su mundo..

Junto a nosotros, mientras avanzamos en la vida, hay cientos de opciones que se van quedando a un lado. A veces perdemos el tiempo en el camino y cuando cambiamos de senda nos damos cuenta. Hacemos el camino solos, es cierto, pero de las cosas que no hacemos o hacemos a lo largo del camino depende, en parte, cómo sea el resto de lo que nos queda por andar.


PS: "No basta con proclamar lo razonable para que el hombre y la mujer lo practiquen. El comportamiento humano está lleno de sombras y matices ajenos a la razón, intangibles para ella y que campan por sus respetos moviendo la voluntad y la sensibilidad. Hay como una división de poderes en el individuo y es preciso mantener un equilibrio entre inteligencia, sensibilidad y voluntad".

Racionero, Luis: El progreso decadente. Repaso al siglo XX. Espasa, Madrid, 2000. Página 88

20.9.10

Miscelánea cultureta

La lectura de los lugares donde se calma el dolor me dejó con ganas de echarle un ojo, por fin, al Gatopardo. Iba a leerlo en verano pero se me fue el santo al cielo. Como en la obra de Molina se habla casi más de la película de Visconti que del libro de Lampedusa, decidí, por fin, ver la película. Me queda una sensación agridulce; digamos que me gustó más leer sobre la película con Molina que verla en realidad. Demasiado larga (en esto se parece mucho a Novecento), demasiado lenta (creo que no sólo en el cine francés se pueden ver crecer los geranios) y demasiado plana. La historia es muy buena: cómo se creó un país y como se derrumbó un mundo; y el papel del Príncipe es magnífico: alguien que sabe que su mundo está desapareciendo y lo asume con la lucidez con la que los inteligentes asumen sus derrotas: sin ruido, sin alarmas, sin jeremiadas….

Fuimos también a ver El americano. La película es buena, el pueblo italiano en el que se ubica, casi otro protagonista más. A veces pierde algo de ritmo, pero no desmerece. Un buen entretenimiento para un domingo por la tarde: un asesino a sueldo cansado de la vida que lleva. Cómo intentar cambiar de vida cuando te has convertido en alguien con demasiada información acumulada.

Para ellas, a mayores, un monográfico sobre Clooney.

Cayó, por fin, El americano. Billy Wilder en estado puro. La América en cambio de los años sesenta. Infidelidades y fidelidades en una gran compañía, con un “pobre diablo” de por medio. Humor y drama combinados. Iban llegando cambios sociales que hoy nos parecen ya plenamente asentados (la mujer se incorpora plenamente al mercado laboral, por ejemplo) y no todo el mundo los recibía por igual. Un clásico.


PD: vibrante John Adams. Emocionante el capítulo en el que se cuenta la redacción uno de los más hermosos documentos políticos jamás escritos por el hombre; aquel que empieza:"Sostenemos como evidentes estas verdades: que todos los hombres son creados iguales; que son dotados por su creador de ciertos derechos inalienables; que entre estos están la vida, la libertad y la búsqueda de la felicidad; que para garantizar estos derechos se instituyen entre los hombres los gobiernos, que derivan sus poderes legítimos del consentimiento de los gobernados; que cuando quiera que una forma de gobierno se vuelva destructora de estos principios, el pueblo tiene derecho a reformarla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que base sus cimientos en dichos principios, y que organice sus poderes en forma tal que a ellos les parezca más probable que genere su seguridad y felicidad".

19.9.10

Sobre la historia natural de los refugiados

Más teatro. De nuevo en las naves del Español, en el Matadero. Fui con poca fe, aunque animado, porque al teatro siempre hay que ir y siempre es posible que se lleve uno una sorpresa. El título de la obra (El proyecto youkali) y la temática (un rollo de la comisión de ayuda al refugiado) me hizo temerme lo peor, tipo danza étnica sin ton ni son. Pero me equivoqué. Una obra bien montada, bien trenzada, y que va más allá de la mera denuncia de cómo tratamos entre todos a las personas que se desplazan como refugiados de un lugar a otro. A los que llegan aquí pidiendo asilo y en realidad pensamos que vienen a robarnos. O a jodernos.

Todos podemos convertirnos en refugiados en algún momento. Porque todos, en algún momento de nuestra vida, quizá debamos comportarnos como Thomas Stockmann.

Una obra que nos hace pensar sobre lo poco sólidas que son las cosas en nuestro mundo. Al final de la obra, recordaba la sentencia que Ramiro de Maeztu dejó escrita en el último artículo que publicó en vida antes de ser asesinado por el gobierno dizque legítimo de la dizque República en 1936: “Que la civilización no puede darse nunca por supuesta. Hay que defenderla. Siempre está amenazada”. Que alguien le hubiera dicho a los mejicanos hace quince años cómo iban a estar ahora; o a los libaneses hace treinta. Teatro, en fin, del bueno, porque, lo sabían los griegos y nos lo recordó el bardo de Avón, los hombres estamos todos hechos de la misma materia que los sueños. Y el teatro nos hace soñar. Y viajar. Y crecer. Porque al teatro hay que ir no para ser mejor persona, sino para ser persona. No para ligar, sino para mostrar lo que uno es; hay gente que va y no vuelve; hay otros que volvemos. Siempre. No sé cuando la quitan, pero no deje de ir a verla, desocupado lector.

Por cierto que nos recomendaron vivamente Incendies. La mejor obra que pasó por Madrid el año pasado. Habrá que volver, y de nuevo en buena compañía ¿verdad Mi Coronel?


PS: […] Ahora corremos el peligro de confundir no solo a otros, sino a nosotros mismos; de caer… bajo la maldición de san Pablo contra los que pueden ver la crueldad y no se encienden”.

Informe de Owen O´Malley, embajador británico ante el gobierno polaco en el exilio. Citado por Tzouliadis, T.: Los olvidados. Una tragedia americana en la Rusia de Stalin. Debate, Barcelona, 2009. Página 265

18.9.10

Gente de otra Pasta (I): Pachi (continuación)

Vuelvo a leer lo escrito sobre Pachi y me doy cuenta de que he hablado más de mí que de él. Pachi. Salió de nuestro pueblo para el seminario, como tantos otros. Se ordenó cura, se salió. También anduvo por la Mutua, como tantos otros. Quizá un accidente, no lo sé, pero volvió. Y marchó a Bolivia, el país que, siempre lo supe, le calma el dolor. A luchar en el nombre de Dios por sus hermanos los pobres. Un golpe, uno más, a principios de los ochenta. Precio a su cabeza. Los mineros lo esconden y lo ayudan a huir (me encanta ser “loista”, es una cosa superglamurosa, no me digan que no). Vuelve a España. Ahí nos cruzamos. Estuvo poco tiempo aquí, hasta el noventa y uno o el noventa y dos. Volvió a Bolivia. El país donde siempre quiere estar.

Ahora viene poco, cada dos años. Siempre nos vemos, aunque este año no pudo ser. Lo abrazo con reverencia. Un año vino con D. Mario. Mario Teodovich. Nos acercamos a ver Zamora y aún recuerdo nuestra conversación, al hilo de Unamuno y Kant, por la dura estepa castellana. El placer de conversar con buenas personas; el placer de hacerte mayor conociendo nuevas realidades, nuevas visiones.

Pachi. No puedo evitar sonrojarme cuando veo lo que Almodóvar y otros comentan sobre los seminarios; ahora lo políticamente correcto es denigrarlos. A mí no me da vergüenza decirlo; a mí me hicieron como soy, en gran parte, los curas. Y siempre, siempre, les estaré muy agradecido por ello. Hoy, adulto ya, sé donde está la gente que me dio refugio un día. La gente que confío en mí cuando nadie lo hacía. Gente de otra pasta; gente como Pachi. ¡Gracias amigo!


PS: "No obstante, el Gobierno presidido por Azaña no mostró interés alguno en atraer a los católicos hacia las instituciones republicanas. Por el contrario, siguió adelante con una política [que] en ciertos aspectos era anticlerical o anticatólica, pues lo que se proponía era reducir la influencia del catolicismo en la vida española".

Avilés Farré, Juan: La izquierda burguesa y la tragedia de la IIª República. Servicio de Documentación y Publicaciones de la Comunidad de Madrid, Madrid, 2006. Página 179-180

17.9.10

Gente de otra Pasta (I): Pachi

No tendré constancia, pero me gustaría hablarle, desocupado lector, de gente de otra pasta. Gente que se me ha cruzado en la vida y que con su sola presencia me ha hecho mejor persona. Y me ha ayudado a mirar con más respeto, con más humildad, a los demás.

Esta serie no puede empezar sino es con Pachi. Verán, como hubiera empezado Alberti, yo era un tonto. De manera literal. Tenía unos doce años y la vida eran bocatas de nocilla, no hacer nada en clase (siempre he sido muy vago) y jugar a la máquina del Gaunlet, en el Metropolitano. Estaba en lo que era séptimo de egebé. En los clarés. Suspendí un porrón de ellas. Hasta gimnasia, creo. No, no me drogaba, ni fumaba, ni bebía. No me enteraba de nada, simplemente. Mis padres estaban preocupadísimos, todo su esfuerzo para que yo estudiara y yo haciendo el canelo con mi vida. Llegó el verano. Y ahí apareció Pachi. Entró un día por casa, en la Sanabria. Aún lo recuerdo. ¿Qué le pasa al niño que está castigado?, Que no estudia, Toño, que no estudia… no va a acabar ni la básica el muy burro. Así que nada, dentro de unos años, a coger el taxi y a buscarse la vida. Déjame que me lo lleve a Peñafiel.

A los pocos días mi madre me hizo el planteamiento: oye, ¿y si te vas interno?. Yo no sabía ni lo que era, pero intuía que mi vida en Madrid no me gustaba. No estudiaba, pero tampoco sabía porqué. Claro, ¿por qué no? O la inconsciencia de trece años o es que ya he sido un temerario desde pequeño.

Pachi era un hombre bueno. En el mejor sentido, el machadiano, de la palabra. No me dio grandes privilegios. Un internado. En Castilla. Misa cada mañana. Clases. Tres o cuatro horas de estudio diarias. Ahí dejé de ser un niño. Pachi nos daba, además, clases de urbanidad cada domingo por la mañana, antes de la misa. “No os canséis nunca de decir gracias”, “Pedir las cosas siempre por favor”. Me prestaba libros, que yo devoraba, con fervor, en las escaleras de piedra que subían al dormitorio; me descubrió autores (cómo olvidar aquellos libros de Lapierre y Collins, a Merton, a Highsmith, a Forsyth, que tantos años me acompañó, tarareándome el Spanish Harlem…), me dijo, antes de que lo cantara el último de la fila aquello de que y dónde estemos, saber estar, / aunque sea ingenuo, no codiciar… / nunca ceder, ante la adversidad

Y con todos aquellos ingredientes, el milagro ocurrió

El Perdiú no volvió a suspender nunca nada para septiembre. Nunca. Llegó la Universidad, se licenció, cursó el doctorado, hizo estudios de postgrado. Todo fue obra de Pachi. Si él no se hubiera cruzado en mi vida, no sé si yo sería más feliz o no, pero desde luego, ni estaría aquí escribiéndole, ni hubiera ido a la Universidad ni hoy trabajaría en lo que trabajo. Pero esa, desde luego, es otra historia.


PS: Los años, dice un poema de Petöfi, vuelan como una bandada de pájaros después de un disparo.

Magris, Claudio: El Danubio. Anagrama, Barcelona, 2000. Pág. 261

16.9.10

No poder o no deber (o no querer)

Un camarero bastante majete. Marroquí. Se casó hace poco en su tierra natal. Un buen tipo, y buen profesional. Hace un par de semanas, hablando con él, me cuenta que, como es el Ramadán, no come nada durante las horas de luz. Mi compañero de almuerzo, el bueno de Mariùs, me lo confirmó muy serio: “claro, los musulmanes no pueden comer durante las horas del día en el Ramadán”. Y yo pensé, claro que pueden, otra cosa es que no quieran, cosa que me parece muy respetable. Y pensé, cómo nos fascina a todos, decadentes occidentales, que haya gente que crea en cosas y las respete como si fueran algo que no esté sujeto a discusión. Como gracias a dios estamos todos secularizados, echamos de menos un mundo en el que alguien ofrecía y exigía certezas que no planteaban demasiado esfuerzo mental y que, con cumplirlas, nos permitían comprar a plazos un sitio en el cielo.

No sólo la identidad es un cárcel. También, muchas veces, la religión lo es. Al menos cuando el individuo vive la religión no como una relación intima con su conciencia y con sus creencias, sino como una forma de identidad que le ayuda a sobrellevar mejor el vacío del mundo.

Hubo un mundo en el que los hombres, sin identidad y sin religión, vagaban por el planeta, peregrinos como en un relato de Borges, migrando sin saber porqué ni a dónde…


PS: Trieste, como muchos otros lugares, estaba lleno de antisemitas, a pesar de la aparente buena convivencia. Los curas católicos lo alentaban, lo mismo que publicaciones como: La Coda del Diavolo, L´Avvenire, L´Amico […]. Atacaban a los judíos por su cosmopolitismo y el escaso patriotismo proitaliano. En “Los cíclopes”, el ciudadano le pregunta a Bloom: “¿Cuál es su nación?”, “¿Sabe cuál es su país?”

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 196

15.9.10

A vueltas con las primarias

Es patético este drama de las primarias socialistas. En general, los partidos políticos españoles ni son democráticos en su cultura interna ni están hechos para que el mejor sea reconocido. Son estructuras burocráticas, que premian el trabajo fiel y no el mérito. Además, si a ello le sumamos esta cultura católica-meapilas que nos tiene a todos (y me incluyo) cogidos por los huevos, resulta que está mal visto que uno se postule para nada. Da la sensación de que los candidatos van paseando por la calle y entonces el partido les pide el sacrificio y ellos, generosos y ejemplares, aceptan a regañadientes. Todos sabemos que es justo al revés: luchas de poder cainitas y a sangre y fuego que se saldan de cara a la galería con abrazos. No entiendo porqué aquí no puede llegar uno y decir: yo creo que sería un buen candidato. Aquí hasta Cascos se postula diciendo: “la gente cree que yo sería buena candidato”. ¿Y tú no lo piensas, prenda?.

Por eso me hace gracia el tal Gómez. Con un par, le ha plantado cara a los deseos del líder. Por cierto que si yo fuera del PSM, que gracias a dios no soy, me lo haría mirar. Es difícil que un presidente de gobierno desprecie tanto a una federación como a la suya, imponiéndole candidatos de manera continua. Ahora resulta que para la tal Trini, cuyo mérito máximo es ser amiga de Zapatero, todo esto es un enorme sacrificio. Como lo de ser ministro, no te jode.

Qué cara más dura tienen. Todos.

Conseguirán que algún día no me acerque ni a votar.


PS: "El Conde de Romanones […] recomendaba desconfiar de quienes alardeaban de ocupar un alto cargo contra su voluntad y sólo en cumplimiento del deber. He visto muchos hombres –explicaba Romanones– conducidos a la cárcel entre dos guardias civiles; al Ministerio, a ninguno. Todos llegan en automóvil y algunos en cuarta velocidad".

Citado por Borràs Betriu, Rafael: La guerra de los Planetas. Memorias de un editor. Ediciones B, Barcelona, 2005. Página 524-525

13.9.10

Volverás a Al-Satt

Volví a Al-Satt. Diez años ya desde que entramos allí Hornuez y el perdidaco. Eran las fiestas. Últimamente sólo subo al casco en las fiestas, habida cuenta de que mi admirado Coronel vive lejos del down town de la ciudad. Va pasando el tiempo y nos vamos haciendo mayores. Quedan algunas de las cosas que iniciamos aquellos dos fantásticos años: El Jon Juaristi, en el que impulsé, con el apoyo de Hornuez, hasta el nombre del Centro; las placas conmemorativas que intentaban fijar la memoria de un pueblo que empezaba a dejar de serlo…

Estaba Juancarlos, metido en un bucle; quién me iba a decir a mí que el primer político para el que iba a trabajar en mi vida iba a ser de Izquierda Unida. Y quién me iba a decir a mí que íbamos a trabajar todos encantados de la vida, sumando fuerzas, y que tantos años después íbamos a seguir dándonos un abrazo al vernos.

Estaba Fernando, el primer técnico con el que hablé cuando Hornuez y yo llegamos al pueblo, aquel verano del noventa y nueve. Estaba Alfarito. Estaba Sandra, que luego fue edil socialista y con la que siempre me apetece hablar cuando nos vemos. Estaba Inma, la alcaldesa, que en aquel entonces mandaba la oposición. Estaban tantos…

Estaba, también, Xerome. No fuimos mala hornada. Del grupo de técnicos de la cantera colegial que pasamos por ahí entre el noventa y nueve y el dosmil cuatro, uno está en la Price, otro en la Everis, otro viviendo como un marqués en Málaga y yo de acá para allá.

Luego nos acercamos al Meji, para juntarnos los tres antiguos libertarios que andábamos por allí. Baile en la plaza, hasta que nos pudo a todos el cansancio.


PS: "¿Qué estáis haciendo aquí? ¿Qué hacemos todos / en medio de la plaza y a estas horas? / Con tanto sol, ¿Quién va a salir de casa" […] (Del poema “La Contrata de mozos”, del libro “Conjuros” (Claudio Rodríguez, 1958)

12.9.10

Un teatro (algo) maldito

Volví al Infanta Isabel. No me trae buenos recuerdos y creo que, a este paso, no me los traerá nunca. Porque esta vez tampoco. Creo que no iba desde hace un año, cuando todo estaba a punto de precipitarse y cuando la única forma de tenerla conmigo una tarde era casi secuestrándola. Es desalentador tener que obligar a estar contigo a la gente a la que quieres. Tener que suplicar un encuentro, mendigar compañía. Lo pensaba entonces. Y lo pienso ahora. La obra, recuerdo, me encantó, pero la imagen que me quedó de aquella tarde, de aquel teatro, de aquella vida, fue un horror. Voy superando miedos. Esta vez fuimos a ver La cena de los idiotas. Recordaba lejanamente la película como muy divertida. La adaptación está bien, aunque se hace un poco larga. Y tampoco tenía yo el cuerpo para teatro. Lo siento. Humor absurdo para reírse de lo absurdo de la vida.

Fuimos también a ver Origen. Interesante reflexión construida como una muñeca rusa, un sueño dentro de un sueño dentro de un sueño. Algo larga. Y desde luego no necesito cine que me tensione (aún más) las cervicales. Terminé de ver, tantos años después, El Mercader de Venecia. Igual de lenta que cuando la empecé a ver, hace casi un par de años. Es bueno el bardo de Avon, pero sus obras no fueron pensadas para ser convertidas en películas. También algo lenta. Me acaba cayendo bien Shylock, Por cierto que cuando Shakespeare empezó la obra, hacía más de dos siglos que los judíos habían sido expulsados de Inglaterra. La pervivencia de los estereotipos. El judío como el otro.

Empiezo también John Adams, cortesía de James


PS: Certera la reflexión de Shylock durante la obra: “Me ha arruinado... se ha reído de mis pérdidas y burlado de mis ganancias, ha afrentado a mi nación, ha desalentado a mis amigos y azuzado a mis enemigos. ¿Y cuál es su motivo? Que soy judío. ¿El judío no tiene ojos? ¿El judío no tiene manos, órganos, dimensiones, sentidos, afectos, pasiones? ¿No es alimentado con la misma comida y herido por las mismas armas, víctima de las mismas enfermedades y curado por los mismos medios, no tiene calor en verano y frío en invierno, como el cristiano? ¿Si lo pican, no sangra? ¿No se ríe si le hacen cosquillas? ¿Si nos envenenáis no morimos? ¿Si nos hacéis daño, no nos vengaremos?"

10.9.10

Elogio del libro, a estas alturas

No sé si leer nos hace más libres, o nos hace más hombres. Ni siquiera tengo claro que nos haga mejores personas. Pero qué importante es leer. Tengo conmigo a un joven Padawan. Brillante. Inteligente. Pero no lee. Y eso me desespera. Los libros me hicieron como soy y me han permitido poder mirar de frente a casi todo el mundo con el que me cruzo. A mí, que soy nieto de la tía Serafina, que murió analfabeta; a mí, que nací en la periferia de la periferia; a mí, un tímido impenitente.

Los libros. La única herramienta para conversar con personas lejanas ya en el tiempo o en el espacio. Los libros; efímeras espadas para abrirse uno paso en la jungla de la vida. Los libros, en fin, lugares donde calmar el dolor.

Placeres: el placer de descubrir un libro a la persona amada; el placer de recibir a un autor como quien invita a un amigo a una fiesta; El placer de entrar en un libro y escuchar del autor la sentencia que cantaba igualmente Barricada: “acércate hasta la puerta / pasa sin pestañear, te esperamos / hace tiempo, ¡pasa ya!”

El respeto a los libros. Una herencia de esta dura tierra castellana, en la que todos sabían que la letra impresa tuvo siempre algo de mágico. Un respeto que trasmito: este verano, en mi convivencia con Elicia, tres años ya, no me cansaba de decirle: Los libros son nuestros amigos y tienes que cuidarlos. Al tío le han permitido ganarse la vida y a ti te lo permitirán también. Y cuando seas mayor, ¿Quién te dará libros y te enseñará a leerlos? El tío, repetía. Y yo sonreía como un niño.

La dejó escrito Joan Margarit y no necesita traducción: “La llibertat és una llibreria”. Porque leemos, eso sí lo tengo claro, para ser más libres.

Pues eso.


PS: "Temo que vamos lenta e incruentamente hacia un mundo sin libros. Internet es una inmejorable disculpa para tanto iletrado resentido. Todo el saber universal está metido en la red, pero cada vez hay menos personas cultas. Y la cultura es la que trae la libertad individual".

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 228


PD: (Re)descubriendo a Aleixandre.

9.9.10

Tony Judt

Hace algo más de un mes murió Tony Judt. Llevaba tiempo queriendo escribir sobre él. Su muerte, como no podía ser de otra manera, pasó razonablemente desapercibida en este país de pajines, bardemes y sanchecescuencas.

Murió, además, víctima de una enfermedad cruel. La ELA. La terrible ELA. La enfermedad que te permite darte cuenta de que te estás muriendo.

Tony Judt. Lo conocí, como a tantos otros, gracias al Círculo.

La honradez de un intelectual. En la mejor tradición de la historia anglosajona

Su Postguerra es quizá el mejor fresco de la historia del mundo desde 1950 que he leído. Y que aún no he acabado.

Su Pasado Imperfecto tiene un honorable record en esta humilde bitácora. Es el único libro al que he dedicado cinco post, nada menos, uno detrás de otro: uno, dos, tres, cuatro y cinco.

Se ha liberado ya de la cárcel en la que se convirtió su cuerpo. Ahora, como decía Amis, está ya en el corazón de las personas que lo recuerdan.

Descanse en paz, y que la tierra le sea leve.


PS: “No tenéis que compadecerme. Cualquiera de nosotros muere sólo una vez, mientras que los grandes hombres mueren dos veces: la primera, cuando dejan el mundo; y la segunda, cuando desaparecen las obras creadas por ellos”. Un magnífico pensamiento senequista expresado por uno de los cientos de personajes anónimos del libro.

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 372


PD: Nostalgia de Lisboa: "Sostiene Pereira di averlo conosciuto in un giorno d'estate. Una magnifica giornata d'estate, soleggiata e ventilata, e Lisbona sfavillava".

8.9.10

Día de fiestas...

Hoy eso ocho de septiembre. Uno de esos días del año en los que la Sanabria premoderna nos salta al encuentro y nos recuerda que hubo una época y un mundo en el que los sanabreses, todos, reverenciaban a su Dios y guardaban las fiestas que había que guardar.

Hoy, ocho de septiembre, es día de fiestas en la Sanabria. Hoy es la fiesta real de mi pueblo, aunque hace ya cuarenta años la cambiaron para agosto, porque en septiembre ya había más gente en Madrid que allí. Mi padre, desde Madrid, recuerda que hoy es la fiesta de su pueblo, y se le nublan los ojos cuando me habla de ella...

También es el día grande de las Victorias. Las grandes fiestas de la Sanabria, las últimas, las que cierran el verano. Las de la noche de fuego, las de la banda nocturna, las de los fuegos desde el río. Las de los quitapenas con Mi General hace años. Las fiestas de la Villa.

También se celebran dos romerías en la Sanabria. A las dos fui durante años, bastante perjudicado, la verdad, por las victorias del día anterior. En mi familia materna siempre fueron de la Padecida, que es como le decían a la patrona de Escuredo. Yo fui siempre, hasta que cumplí los diecisiete o los dieciocho. Escuredo, que es pueblo hermoso, estaba entonces mal comunicado. De Rozas y del Mercado salía gente andando, descalza, a hacer la Romería. Llegábamos siempre un rato antes de misa. Mi madre me contaba el origen de la devoción familiar; cuando su padre, mi abuelo, era pequeño, cayó gravemente enfermo, le llegaron a hacer incluso una sangría. No sanaba. Alguien dijo de llevarlo y pasarle el manto de la Padecida. Allí fueron. El niño sanó. Desde entonces, sus padres se ofrecieron a sí mismos y a los suyos a ir allí cada ocho de septiembre, a honrar a la Virgen que les había salvado el niño. Cuando me hice algo mayor, mi madre también me confió otra anécdota menos pía en relación al día. La iglesia está en lo alto de un cerro. La leyenda dice que la virgen apareció y que quisieron hacerle una iglesia más abajo, pero cada noche lo que se hacía se caía, ya que la Virgen quería la Iglesia donde había aparecido. Un día, dibujó la silueta del templo sobre la nieve. Al salir de misa, había procesión, y luego, recuerdo, íbamos a la taberna de Miguel (yo aún no conocía a Joao) a comer un bollo preñao. A la hora de comer, íbamos donde Pepe, a Doney. Era septiembre en la Sanabria. La luz de septiembre, los primeros fríos, las últimas fiestas…

También se celebra La Alcobilla. Ahí he ido siempre menos. Castaños, varios pueblos peleando por sus pendones. Un sitio mágico. Hace muchos años, una tarde, allí estábamos, Charly, el Maestro Estaban, Miguelito y yo. Merendando. Los irreductibles. Los que resistíamos hasta las Victorias y aún algunos días después. Los apartaos. Los largos paseos con los pocos que quedábamos ya en cada uno de los pueblos.

Fueron buenos años.

Buen día de fiesta, en la Sanabria.


PS: "Se necesita mucho tiempo para que desaparezca un mundo, pero nada más que tiempo, escribió Gibbon"

Molina, Cesar Antonio: Lugares donde se calma el dolor. Barcelona, Destino, 2009. Página 675

7.9.10

Hablan de tregua

Dicen que han decretado una tregua. Otra trampa. Como siempre, Jaime Mayor tiene razón en todos estos temas. ETA se ve débil, pero se ve ante un gobierno más débil todavía, y con ganas de colgarse medallas que no son suyas. La política antiterrorista que está acabando con los terroristas nacionalistas vascos es la política que ejecutó el guipuzcoano Jaime Mayor y que diseñó con determinación el nieto de navarros José María Aznar.

Ahora vendrán las dudas, la flexibilidad, los hombres de paz, la permisividad para que los terroristas vuelvan a las instituciones…

No se dan cuenta de que nosotros como colectivo no tenemos nada que negociar con una banda armada. Nada. Si acaso, el color de los barrotes de las celdas, como decía Gregorio Ordóñez. Sólo cuando se rindan podrá ser generosa la sociedad española con el único objetivo de favorecer la convivencia.

Todo lo demás son bobadas que cada día da más pereza recordar… Éticamente estamos muy por encima de todos los nacionalistas, sean cruentos o incruentos. Reconocemos la pluralidad de la sociedad y no la lamentamos, al menos no en exceso. No tenemos muertos a los que rendir pleitesía, porque yo, a mi edad, tengo más que ver con Claudio Magris, con Jesús Fuentes, con Claudia Monteiro o con Michelle Floyd que con mi bisabuelo, al que nunca llegué a conocer. No tengo lengua que mantener, porque mi lengua es mi herramienta, y no al revés; por lo tanto, es ella la que está a mi servicio. La melancolía puede ser hermosa para la tarde de los domingos, pero no para hacer política ni para construir vidas.

La nación y la patria. Una buena forma de ejercer el poder. Una magnífica forma de dominación. Una hermosa forma de falsear la historia y de manipular los recuerdos.

Lástima de días en los que hay que recordar lo evidente.

En tantos ámbitos.


PD1: Certero Rogelio, como siempre.


PD2: noche algo toledana.


PS: "La nueva Constitución [de la Vª República] iba a ser una prueba de fuerza con el FLN. Y el FLN perdió, al menos si se tiene en cuenta que casi el ochenta por ciento de los musulmanes se presentaron a votar y el 96,6% votaron a favor de la aprobación de la Constitución de la Quinta República".

Burleigh, Michael: Sangre y Rabia. Una historia cultural de terrorismo. Madrid, Taurus, 2008. Pág. 177.

6.9.10

Cine en general

Finde cultural. El viernes me sorprendió en Metrópoli la buena crítica de una película de nombre desalentador: “Todo sobre mi desmadre”. ¿A qué descerebrado se le ha ocurrido traducir el título original (Get him to the Greek!) de esa estúpida manera?. Fuimos a verla. Y es buena. Y recomendable. Incorrección política de verdad. La vida y la soledad de una estrella del rock. El camino hacia la destrucción. Y todo ello entre muchas risas, humor inteligente y bastante irreverente. La escena del Geoffrey en Las Vegas, de lo más divertido que he visto últimamente. No deje de verla, lector.

Estuve viendo (en el nuevo cacharro) Omagh, la película que recrea el brutal atentado que en aquella ciudad irlandesa cometió el IRA en el verano de 1998. Recuerdo bien aquel horror porque yo estaba, por aquel entonces, trabajando en Braziers Park, iniciando la experiencia británica que viví al acabar al carrera. Todo el mundo allí estaba ilusionado con los Acuerdos de Viernes Santo y el atentado conmocionó a la sociedad británica. Aún recuerdo alguna discusión en mi balbuceante inglés con lo más selecto de la progresía local, que insistía, por aquel entonces, en hablar de los asesinos nacionalistas vascos de ETA como “freedom fighthers” o luchadores por la libertad.

La película es buena, e impactante, pues muestra la necesidad de que la sociedad civil sea la reaccione frente los fantasmas del terrorismo. Sin el silencio cómplice de la ciudadanía, el terrorismo no puede sobrevivir. Y siempre, como tras cada atentado, recuerdo la acusación que Castellio lanza a Calvino después de que éste haya ordenado la muerte de Miguel Servet: “Matar a un hombre no es defender una doctrina, sino matar a un hombre”.

Fuimos a ver, por último, Conocerás al hombre de tus sueños, lo último de Allen. Me relaja su cine. Creo que podría pasarme horas viéndolo. Y sigo pensando, Mi Coronel, que no sé a qué esperamos para contarle nuestra vida al neoyorquino para que haga un guión de ella. Historias cruzadas, ambiente urbano, relaciones que se rompen, relaciones que se cruzan, relaciones que empiezan, relaciones que nunca empezaron.

La vida.

Eso que pasa mientras haces otras cosas …

PS: “Unos mil quinientos hombres tomaron parte en el Alzamiento, lo cual equivale a un 1 por ciento de los voluntarios irlandeses que en aquellos mismos momentos luchaban contra la Alemania imperial en el ejército británico. […] [El Alzamiento de Pascua de 1916] Fue aplastado con relativa facilidad por medio de los soldados irlandeses del 10º Regimiento de los Fusileros Reales de Dublín […].

Burleigh, Michael: Sangre y Rabia. Una historia cultural de terrorismo. Madrid, Taurus, 2008. Página 41.

4.9.10

El dolor

El dolor. El dolor ante la enfermedad. El dolor ante la muerte. El niño de un amigo, Javier, apenas unos meses, un bebé. Alguna malformación genética. El dolor de unos padres. Su esfuerzo por tirar para adelante. Su amor incondicional. Sin visión en un ojo: ¿qué tipo de Dios permite a un niño nacer sin visión en un ojo?. Lo único que me convierte en ateo: el dolor de un niño.

Una amiga. De Barcelona. Apenas treinta y pocos. Un cáncer. La enfermedad, la tristeza, el dolor, la soledad… tantas cosas nos acompañan y con tantas cosas nos damos cuenta de lo poco que somos, de lo importante que es disfrutar cada momento. Me lo cantaban los curas, allá en el seminario: “Te pasas la vida esperando el mañana / soñando que un día serás muy feliz”; en lugar de serlo ahora y con lo que uno tiene cerca. Arrastrar por la vida errores y miserias, como si uno tuviera varias vidas y no pasara nada por equivocarse en esta.

Cuando veo el dolor en la gente cercana me gustaría ser creyente. Me gustaría tener un dios al que rezar, y soñar con que ese dios me escuchara y alguna vez me hiciera caso. Y me gusta que mis amigos creyentes, que son varios, gracias a Dios, recen por mí cuando la ocasión lo merece.

La religión. Un aspecto íntimo de mi vida que algún día deberé abordar en serio. Ser agnóstico es, a veces, desolador: sin fé en un Dios que nos proteja, pero sin la certeza de que todo esto sea falso


PS: "Quizá sea la costumbre, pero a mí me pareció mejor que la última vez. Con el tiempo, si viviera a su lado, seguramente llegaría a considerar su tragedia como algo normal. No hay tragedias vividas día a día. Lo sé un poco también por mi propia vida. Más allá de veinticuatro horas, empieza la costumbre, o sea, la aceptación".

Sebastian, Mihail: Diario (1935-1944), Entrada del 30 de diciembre de 1936.