28.4.12
Saludando a antiguos amigos...
27.4.12
Sólo por curiosidad
26.4.12
Probando el tagus
25.4.12
Invicto, o cuando la política busca lo mejor de nosotros mismos...
24.4.12
Entrecopas, como los Panero, después de tantos años...
23.4.12
En días como hoy...
Tanta épica de la fábrica y tanta hostia con la clase obrera para que, al final, sus sueños se conviertan en el bastión de la extrema derecha.
Esto pasa porque nuestra socialdemocracia, quizá la más sectaria y analfabeta de Europa (y a las pruebas me remito), nunca ha entendido los conceptos: la extrema izquierda no es su pariente; su pariente es la derecha liberal. La extrema izquierda de quien es prima carnal, y amiga del alma, es de la extrema derecha. Por eso no me extraña nada que compartan
con tanta alegría a sus votantes.
21.4.12
Guárdate de los idus de marzo...
Fuimos, por fin, a ver Los idus de marzo. Me pareció una película magnífica. El viaje a la madurez de un asesor político con las primarias demócratas como telón de fondo. La vida política es la vida de la lucha por el poder. Y el poder corrompe. La necesidad de entender algunas cosas, como por ejemplo la importancia de la lealtad: a la supervivencia se llega si uno es capaz de rodearse de gente leal. De gente que no te abandonará. De gente que te ayudará cuando llegue el momento. Magníficos secundarios, con un brillante Giamatti, un brillante Hoffman, y un brillante, claro Clooney. Sin lealtad no hay vida pública. Saber de quién puedes fiarte y de quién no. Quien quiere utilizarte y quien te aprecia por lo que eres. Quien es tu amigo y quien no lo es.
Las miserias de los discursos. Las miserias de la política. Las miserias de la vida.
Y una conclusión clara, que me aportó Paco hace muchos años, cuando aún éramos un país rico y yo empezaba a entender algunas claves toledanas: “No te engañes Perdidaco, de obispo para arriba, ninguno cree en Dios...”
20.4.12
El mar de Madrid...
19.4.12
El lenguaje y los blindajes de papel
El lenguaje crea realidades. Lo llaman copago. No lo es. No pagamos una parte nosotros y otra un ente extraño llamado Estado. No. Pagamos dos veces. El Bipago. Pagamos una parte en forma de impuestos, en forma de una disparatada deuda pública, y la otra si queremos usarlo. Pero nos lo venden como si fuéramos a medias. No, no vamos a medias. Pagamos nosotros. Enfrente lo que hay es una casta política semianalfabeta. Que se aprende una palabra como “blindar”, y ya no suelta ni a tiros. El único blindaje es una economía saneada, una cultura del esfuerzo y que muchos trabajen para que se pueda ser solidario con el que no puede.
Pero eso queda lejos. Aquí vivimos viendo a los constructores en yate, a los políticos enriquecidos a manos llenas. Pero con dos equipos en semifinales de la Champions, eh que se jodan los alemanes o los suecos.
La modernidad no era esto, no era esto.
Menos mal que queda alguien sensato en la Jefatura del Estado. O al menos eso espero. Porque si la Corona falla, ¿qué nos queda?
18.4.12
Recordando
17.4.12
Ejemplaridades públicas, y privadas...
Ejemplaridad. Es exigible a cualquier ciudadano cuando ejerce su condición de tal. Pero desde luego es condición necesaria para ejercer un cargo público. El alcalde de una capital de Comunidad Autónoma no puede dejar de pagar el IVA. Ningún ciudadano debe, pero es que él, además, no puede. Parece que el alcalde de Santiago dimite. Ya tardaba. Pero se necesita más. No apareció en la lista por azar. No. Santiago es una ciudad importante para los grandes partidos. Alguien lo puso ahí. Alguien lo avaló para que los vecinos lo votaran. Alguien debería ofrecer una disculpa pública, no sólo a los votantes del pepé, sino en general a la ciudadanía. No pido más. Sólo eso. Una disculpa.
Tampoco es muy ejemplar irse de caza mientras el país se hunde. Sin una imagen impoluta, la monarquía deviene en una antigualla. No sé cómo no se dan cuenta...
16.4.12
Expulsos, pero españoles...
El libro de Pérez. La historia de los judíos en España. Se lee casi de un tirón. Es la narración de un esfuerzo melancólico. Un esfuerzo condenado al fracaso. La historia de una identidad, la del judío español, que se extinguirá en breve, condenando a Hervás a ser un pueblo de Cáceres, a Toledo a ser una capital de una Comunidad autónoma de papel y a la mi tierra a ser un Parque Natural. El libro repasa la presencia de los judíos en España, su tardía expulsión y su diáspora, otra más, por Europa y por los territorios de la Sublime Puerta. El olvido de los españoles. El drama de los marranos. Su prosperidad durante siglos, cuando miraban con desprecio a los asquenazíes. Y tantas huellas que sólo hay que saber mirar. Levantas la vista y te los encuentras: el señor de Montaigne, por ejemplo, nieto de un judío español. También un cierto secularismo: aquello de la abuela de Maalouf, de que una casa sin religión es una desgracia, pero que también lo es una casa con demasiada religión. La clave para que el mundo avance es la libertad, también la de pensamiento. Espinoza no fue una casualidad. Al fin, el reencuentro con España tras la guerra de África, con la toma de Tetuán. El genocidio nazi y el papel de algunos diplomáticos españoles para salvar a todos los judíos que pudieron.
Un buen libro. Conciso y sugerente. Una buena forma de asomar la cabeza a un pasado que también es el nuestro.
PS: una hermosa crónica del destierro de los sefardíes, en el documental de Miguel Ángel Nieto, que puede verse entero, y de manera legal, pinchando aquí. Emocionante. A ver si puedo comentárselo un poco.
14.4.12
Las cosas de la universidad
Hablando de las universidades. A veces discuto con algunos amigos ingenieros, que también los tengo. A su profesión le tengo respeto. Y mucho. Sin ellos, no habría carreteras, ni puentes, ni ferrocarriles. No teléfono. Ni siqueira esta bitácora. Pero siempre he tenido claro que lo suyo no es una carrera universitaria, al menos tal y como yo la entiendo. Taleb, no me he olvidado de él, reflexiona sobre esto. Y habla de la diferencia entre la téchne, es decir, el oficio, es decir, lo que aprende alguien en efepé o en una ingeniería, y el episteme, el decir, el conocimiento, es decir, lo que aprende uno en la universidad. No sé cómo no se ve clara esta diferencia como yo la veo. Los estudios estructuran matices. Yo mismo, que hice Políticas. La universidad te forma la cabeza, te enseña a asumir los grises, incluso una tan sectaria como la mía. A conocer que las cosas son complejas. A entender que no hay respuestas definitivas para casi nada. Que la vida es mucho más que una excel. Que somos personas y que vivimos sometidos a presiones múltiples y contradictorias.
Y, qué quieren que les diga, quince años rodeado de ingenieros no han hecho más que confirmar mi opinión. Creo que no hay nada más alejado de la universidad que una escuela de ingeniería...
11.4.12
A vueltas con las unis...
La universidad. El gran fracaso colectivo de los españoles. No es la causa más bien es, como tantas otras veces, una de sus manifestaciones. Ahí estoy yo, que no tenía clase ni siquiera los viernes. Así, con un par. Para que los marqueses de los profesores vivieran como sultanes. ¿Investigar? ¡quía! Que inventen ellos, que lo importante es no perder poder en las luchas departamentales...
Ahora que llega la crisis parece que va a llegar el sentido común. Universidades de papel, en Andalucía, al menos una por provincia. En Extremadura llegó a haber unas setenta titulaciones. Confundir los derechos: el derecho era recibir educación superior de calidad con independencia de la renta, no tener una universidad a la vuelta de la esquina.
Un país de papel. El sistema financiero más sólido del mundo, decían. Una economía en la championslí, decía el Simplón, no se lo pierdan, entre la risa cómplice de todos. No sé como luego tenemos cojones de reírnos de la España de la Restauración. Allí al menos los políticos sabían leer y escribir...
PS: hacia el oeste.
10.4.12
Enhorabuena a los lorquinos
Esa sensación agridulce de despedir a un amigo. Cuando llegó aquí, en 2008, yo vivía otra vida. El Parador era el viejo Albergue, un sitio cutre que se estaba rehabilitando, mis veranos eran negociaciones y la vida una madrugada que no terminaba de despuntar. Nos hicimos amigos. Se tomó en serio su trabajo. Debe ser mi carácter luterano, o judío. Me gusta la gente que se toma en serio su trabajo. Y por ello cada día soporto menos a los caras que intentan escaquearse y que, a mayores, alardean de ello. Hace sólo cuatro años y cuando miro me cuesta reconocerme en aquel que fui. Un Parador en mitad del camino batiendo records de ocupación, con actividades todo el año. Era evidente que la Puebla era un lugar de entrada para él, no de llegada. Lo han ascendido. Y bien que me alegro. Por el camino, su esfuerzo y su profesionalidad le dieron la cuarta estrella, el primer hotel de esta tierra con esta categoría. Una cocina moderna, bien trabajada, sin perder las raíces de donde estamos. Un servicio excelente. Y, sobre todo, un amigo.
Suerte en la vida Juanjo.
PS: ya lo apuntó Claudio Rodríguez, hace muchos años “A veces, sin embargo, en estas tierras / floreció la amistad [...]”
9.4.12
Manolo
Se llama Manolo y debe rondar los cuarenta y cinco o cincuenta. En el físico, digo. Su mente detuvo con seis o siete años. Forma parte del paisaje del mi pueblo desde que soy un niño. Siempre ha estado ahí. Nunca se mete con nadie. Siempre está alegre. Fantasea, imagina, y la gente se ríe cuando lo oye, sin darse cuenta de que fue precisamente la imaginación y la capacidad de fabular lo que nos hizo humanos, más allá del prensil. Siempre saluda con una sonrisa cuando ve llegar a alguien al pueblo. Lo imagino recordando su infancia real, cuando aún quedaba gente allí: su utopía son estos días de Semana Santa, como el pueblo lleno de gente, la Iglesia a rebosar, las calles llengas de gente ...
Hace muchos años, cuando yo aún no existía, ayudó a poner en marcha la que luego sería mi casa. Y yo, en correspondencia, siempre que llego y lo veo desde el coche paro a saludarlo. Siempre nos damos la mano. Me mira con su sonrisa infinita y me cuenta la última novedad, la última batalla en la que anda metido.
Me pidió que le diera alguna vez fotos en papel, me ve siempre con la cámara y con los libros. Me acordé. Por fin. Con la ayuda de Yimi, claro. Se las di. Me sonrió. Se marchó corriendo a casa, imagino que a guardarlas.
Y me di cuenta, mientras lo veía irse, que, en cierto modo, somos la manera en la que tratamos a los discapacitados.
Ni más ni menos.
7.4.12
Paseando, con la política en la mano...
Hay personas con las que compartimos bibliotecas. Entras en su casa, y te das cuenta de que una parte de sus libros podrían ser tuyos. Y viceversa. De vez en cuando, además, te los cambias. Me dejó Oskarnello, que ahora se ha convertido en McNulty y que siempre ha sido un zamorano iscariote, la reflexión que hace años publicó Zakaria a vueltas con el futuro de la libertad. Empiezo a hojearlo. Es interesante, y mucho, la distinción entre democracia y libertad. Llego apenas cuarenta páginas. Puede haber democracia sin libertad, y no hay más que fijarse en la Venezuela del tal Chávez o en la Persia de los mediocres para darse uno cuenta. Y puede haber libertad en sentido estricto en un sistema confusamente democrático, y ahí está la paradigmática Constitución de los Estados Unidos para darnos cuenta de ello. La clave, pienso mientras paseo por el mi pueblo, libro en mano, es el respeto a las minorías. Al discrepante. Al final, la democracia es una forma de garantizar la alternancia pacífica de élites en el poder. Nada más. Lo de gobierno del pueblo queda para los niños y para los idiotas. Lo importante es la garantía del libre ejercicio de los derechos.
La libertad en negativo, como nos enseñó Berlin.
Cada día lo tengo más claro
6.4.12
Cosas sin importancia...
Abrir el libro. Hojearlo. Salir a pasear. Ir hasta los castaños. Cenar. Beber. Reír. Cantar. Acercarte a San Juan de la Cuesta. Subir hasta Cervantes. Ir a ver los esgrafiados de La Carballeda, parar en Aguallevada, cenar con Juanjo en el Parador. Descubrir lugares. Compartirlos. Jugar al alpabardos, mandar mensajes. Recibirlos. Tomar un vino en el Mercado. Escudriñar entre papeles para encontrar a tu bisabuelo, el coscas. Ver nevar desde la ventana. Acercarte a la biblioteca. Saludar a Lauru, que llega, despedir a Oscarnello, que se va, esperar al Coronel, que vendrá, dejarte olisquear por Lucky, no marchar hacia el norte, saborear de mañana el pan del gordito.
No es cara la felicidad si sabes quién eres.
Cuesta entenderlo, pero al final es evidente.
PS: Era el noventa y dos y Txarrena cantaba “También el cuento empieza érase una vez / pero el lobo se cansó del papel, apaleado siempre antes del final...”
5.4.12
Libros, mientras atardece...
4.4.12
Los sanabreses, a partir de una edad, empiezan a ver judíos por todas partes...
Empiezo también la historia de los judíos en España, de Joseph Pérez. Un repaso didáctico de la presencia de lo judío en la historia de España. Una presencia olvidada pero que duró casi quince siglos. Una presencia minoritaria, siempre lo fue, pero que dejó una huella más profunda de lo que podamos imaginar. No es fácil construir su relato: nos acercamos a él a través de documentos legales, o de cartas de los que se fueron, pero no es sencillo imaginarlo todo. Ni siquiera imaginar una parte. Recordamos la expulsión y olvidamos que fue uno de los últimos reinos en los que se expulsó a los judíos. Cuando el bardo de Avon escribió sobre su mercader de Venecia, hacía más de dos siglos que no había judíos en Inglaterra. Vemos una ciudad, nuestra Toledo, convertida en la Nueva Jerusalén: la diáspora les había dado una nueva oportunidad. Pero vemos también el ascenso imparable de una secta judía, los cristianos. Y empiezan las leyendas: “la traición del gueto”, como forma de explicar la caída de la España visigoda a manos de los musulmanes. Al final, a D. Rodrigo no le pudo la maldición de La Cueva de Hércules, sino la maldad hebrea. Y algunos detalles certeros, como la diferencia entre aljama y gueto. En la península, en puridad, no hubo guetos, hubo aljamas. Tengo que dedicarle un rato a Méndez Silva. A ver si Juan de la Cuesta me echa una mano. O lo escribe.
3.4.12
De la emigración como inercia...
La emigración como experiencia. Los que se fueron desde Castilla hacia Cuba a lo largo del pasado siglo XX. Me sale Cuba, como en un cuento, desde hace meses; en el libro de Jorge, en el libro de Maalouf, en el documental de Eduardo Margareto. Mis amigos de La Casa lo proyectaron y hasta allí me acerqué. El hilo conductor de Sergio Rabanillo y una música hermosa sirven de guía para recorrer la isla desde La Habana a Santiago, buscando castellanos para que rememoren sus vivencias. Un documental hermoso. Y necesario. Evitar que se pierda lo vivido a base de nombrarlo. Te haces mayor cuando descubres que la biblioteca de babel de Borges no existe. Y que lo que no escribes se perderá, ya nos lo advirtió el replicante, como lágrimas entre la lluvia. Hay que escribir. Y datar. Y contar. Esa memoria que se pierde si no la escribimos: decenas de miles de vidas que cruzaron el mar antes del cataclismo de la dictadura de los Castro. Cuba era el futuro y España el pasado. Gentes que marcharon de la Sanabria, de Sayago, de Aliste, de la Bureba. Hay melancolía en sus ojos. Cubanos, sí. Pero profundamente castellanos. O españoles, como prefieran. Esa muñeca que te acompaña durante el viaje, ese machete que trajo el abuelo de Angelo, esa madre a la que volver a ver, ese franquista de más de cien años, ese comunista que no ha renegado, esa anciana coqueta. La constante de gran parte del XX español es la emigración. Quizá lo extraordinario haya sido el mundo que yo he vivido, por puro azar biológico. Esa España en la que, entre 1990 y 2010, la gente había dejado de emigrar. Qué cosas.
Un magnífico trabajo el de Eduardo Margareto.
Si pueden hacerse con él, no se lo pierdan.
2.4.12
En nombre de todos los míos...
Llego a la mi tierra. Me recibe el buen tiempo. Una constante. Me preguntan por mi padre. Tiene que cuidarse. Me lo dijo tal, que lo habían ingresado. Y viene, o qué va hacer. Dale un abrazo de mi parte. Nos alegramos. Nosotros ya no estamos para esfuerzos. Lo llamé el otro día y hablé con él. Los vi en Madrid. Es que es muy sanabrés, y claro, no se da cuenta.
Notar el calor de la comunidad. A veces es asfixiante. Pero algunas veces, como esta, reconforta.
Notar el calor de la comunidad. Notar el calor del mundo premoderno. Notar el abrazo de la gente que te conoce desde pequeño y que te ubica como ubicó hace sesenta años a tu abuelo y hace cuarenta a tu padre.
Es lunes. Me bajo al Mercado. Habrá que tomar unos vinos con los amigos y ver si le compro a Lauru las cuatro cajas de cartuchos que le debo desde aquella batida en el sierro, en el verano de 1925.
1.4.12
Vicios eta prejuicios
Vicios y prejuicios. El otro día, en una cena. Los prejuicios nos simplifican el mundo, y no son peligrosos siempre que uno sepa controlarlos y no se deje arrastrar por ellos. Me salían varios, de los prejuicios, digo. Alguno inconfesable. Alguno menor. Me aburren los coches y tiendo a desconfiar de la gente que habla demasiado de ellos. También desconfío, salvo excepciones, de la gente que a partir de los treinta sigue jugando al fútbol con regularidad. No me interesa tampoco, como concepto, el relato que hay montado sobre varios de mis compatriotas. Relatos colectivos, digo.
Vicios, llevo toda la semana con uno. El Alpabardos. Y el cabrón de Hornuez ganándome de manera sorpresiva y absolutamente sorprendente. Los mercados están desconcertados y los analistas no se lo explican. Pero no se preocupen, todo volverá a su sitio pronto.
PS: Debuta Lauru como columnista en El Noroeste. Si van por la tierra aprovechando la Pascua, no dejen de leerlo. Será buena cosa seguirlo.