30.6.12

Aquella reina de los tristes destinos...


Libros de consulta. Libros a los que volver. Acabé la fantástica biografía que sobre Isabel II, la reina de los tristes destinos, escribió Isabel Burdiel. Una reina de la que ya me ocupado en alguna ocasión. Un trabajo magnífico. Sin reparos.  Uno de los que figura en la estantería de la que le hablaba el otro día, desocupado lector. Fíjese si será buena, que no parece escrita por una académico español. Es una obra bien escrita, magníficamente documentada y que supone, con la excusa de contar la vida de la reina, realizar un recorrido por los años centrales del XIX, los años en los que en España se configuró el Estado moderno tal y como lo conocemos hoy.

La que empezó siendo la niña bonita de los liberales, la promesa de una reina que supiera conducir a su país por la senda de la monarquía constitucional, terminó convertida en la imagen misma de la depravación y el vicio en el imaginario colectivo de los españoles.  Por el camino, una educación pésima, en un mundo en el que no se valoraba la educación ni de las mujeres ni de las princesas, una cultura política que no terminaba de abandonar el absolutismo y unos políticos que siempre que pudieron, utilizaron a la Reina, en todos los sentidos de la palabra, en su propio beneficio.

Dice la autora, con mucha razón, que la actuación Isabel II no fue la causa de la falta de consenso entre las familias liberales durante los años clave del siglo. Fue, más bien,  su máximo exponente.

Un libro necesario, para entender aquel mundo. Un libro para leer después de la magna obra de Alejandro Nieto sobre la regencia y justo antes del de Varela Ortega sobre la Restauración.

Si amar es combatir, como quería Maná, leer es comprender. Y compartir es ayudar a crecer.  

29.6.12

Buenas compañías


La compañía de los poetas. Me sumerjo cada noche, tras conversar con mis series favoritas, en los libros de los poetas que me acompañan. Joséemilio Pacheco me interroga. Es duro, no me da respiro, no me concede cuartel. Espíritus más pusilánimes cerrarían el libro, pero la vida también es esto, y no puedo volverle la cara a la realidad. Mirar siempre de frente.

 Inmisericorde con lo que somos “es inútil creernos hijos del Sol, / todos llevamos muy adentro la noche”, me desvela el secreto de la poesía, una antigualla en este tiempo en el que “[…] la ciencia cree disfrutar / del monopolio eterno de la magia.” Hay versos que no permiten explicar lo que no lograríamos en cientos de páginas, como aquel legendario “Ya somos todo aquello / contra lo que luchamos a los veinte años”. De fondo, el recuerdo, doloroso, de la persona amada, en ese momento en el que uno no es capaz, por culpa del recuerdo, de distinguir el pasado de la memoria “Para quien no haya visto cuanto yo vi / parecerá mentira lo que pasó.” La tentación de pensar que todo fue un sueño.

No hay esperanza en los versos de Pacheco. “El oleaje del tiempo no cesa nunca”. El tiempo, como una tormenta en medio del desierto, todo lo deshace. Un tiempo que golpea como un yunque que no se detiene y que todo lo devora.  Lo que hay son preguntas “¿Qué harás todos los días / desde que no te veo?” para las que algún día no habrá respuesta… 

Apago la luz. Hace calor es en este Madrid manchego.

No entiendo cómo la gente no lee poesía. Un arte menor, dicen, mientras encienden la tele…

En fin


PS: un año ya. Cómo pasa el tiempo.

28.6.12

La civilización, que nació en los PIGS, by Kaplan


Es una delicia volver a Robert Kaplan. Cuando viaja, todas sus obras, incluidas las menores, son una delicia para el paladar. Ensayos ágiles, amenos e instructivos. Tenía por casa, rondando, el invierno mediterráneo, sobre una largo tour que el autor realizó en los años setenta por Túnez, Italia, Grecia y Yugoslavia. Lo tenía por ahí tirado y no me había puesto con él. Lo debí de comprar hace años, en alguna librería de ocasión, porque me da la sensación de que lleva tiempo fuera de catálogo. No me había puesto con él, no sé bien porqué. Quizá porque los libros nos esperan, pacientes, hasta que un día nos damos cuenta de que tenemos una deuda con ellos. La vida misma. Ahora lo llevo mediado. Un viaje en forma de análisis por algunos de los puntos de nuestra geografía más cercana. Observar el pasado para entender  el presente tunecino. Un viaje sin movernos de una sola isla que va desde los tiranos de Siracusa hasta las vísperas sicilianas, pasando por Rogelio II. Una isla clave para entender la complejidad del mundo mediterráneo, un mundo que, como nos enseñó ese mediterráneo mayor que fue Cavafis, se va diluyendo mientras esperamos a los bárbaros. Un libro que ha envejecido poco. Y muy bien, además. Una recomendación imprescindible para esos españolitos que van en verano a pasar calor a las latitudes de aquel primer lago mar del que mundo guarda memoria. Háganse con él. No se arrepentirán…



PS: “Sicilia, la mayor isla del mediterráneo, es el rompeolas entre sus mitades oriental y occidental. Es el punto de encuentro no sólo de Europa y África, sino también de los mundos griego y latino. Todas las grandes civilizaciones mediterráneas ocuparon Sicilia y dejaron su huella: fenicia, griega, romana, árabe; así como vándala, bizantina y varias de origen noreuropeo, en especial la de los normandos franceses […]”
Kaplan, Robert D.: Invierno mediterráneo. Ediciones B, Barcelona, 2004. Págins 106

27.6.12

Hedonismo a la zamorana...


Placeres. Algo hedonistas, lo reconozco. Diletantes, si quiere, desocupado lector.

El verdejo, que todo lo cura; la sorpresa de la llegada inesperada, abrazar a Maiquel, hablar con Antoñito de la importancia de la red, ver llegar a Chisun, descargar el coche con mi madre, ver  a mi Coronel calentando el guiso, poner la mesa de la mano con Hannah, compartir confidencias con Bebé, sonreír con el Moretón, jugar con la hija de Xerome, escuchar a Hornuez, alzar el brazo de Oskarnello, chocar “chinchis” con Joao Pires, oír a los dos carolitos: al hijo, y al hijo-hijo, cortar queso con Satán, posar con Modrog, acabar con el Uno, leer que Amelí ha vuelto a ser madre, ver emocionarse a mi padre, ir a echar el partido a casa del Batera, charlar con Esainzp, jugar al fútbol con los enanos, mirar de reojo y ver ganar a España, tomar unas copas en La Cueva, conversar con Cabeza(s), cerrar la noche en el Avalon. Y a la mañana siguiente, SantaClara para abajo, y después un vino en Los Caprichos, claro, allí una vez hubo una Cena, para luego almorzar en la plaza.

Volver.

La vida está hecha de personas.



PS: escribió Javier Gomá que: “Ser amigos consiste en querer vivir y envejecer en paralelo. El mejor amigo es siempre el viejo amigo”.

26.6.12

Años de plomo, los que vendrán


No entender lo que ocurre. Asumir que la batalla de la libertad se puede perder, no una, sino mil veces. ETA volvió a las instituciones.  Y a su gente les damos dinero para que se protejan contra ellos. Hermoso contrasentido. El País Vasco era, hasta hace tres años, el único lugar dizque democrático del mundo en el que la policía protegía a la oposición y no al gobierno.

Todo es dinero. Jaime Mayor lo vio enseguida. Ahora habrá pasta para hacer hagiografías de los asesinos. Dinero público. Dinero pagado por las víctimas.

Pero lo más aterrador son los sondeos. La herencia de Zapatero. Los herederos de los asesinos sentaditos como segunda fuerza política en el Parlamento; con el tal López y el matratador Eguiguren peleando por que les dejen una Vicepresidencia y dos o tres consejerías. Es el resultado de tantos años de dejación, en los que el Estado no cumplió con la tarea principal de proteger a sus ciudadanos y garantizarles el derecho a la vida.

Ahora, todos tan jatorras, un rato de charla y aquí no ha pasado nada… La podredumbre moral de la vida pública del País Vasco no tiene fondo. Ni límite.

25.6.12

La librería, como si fuera un ensayo de Borges


Aquel poema de Borges: Las cosas. Un poema fascinante, por lo que cuenta, y por lo que esconde. Yo tengo una biblioteca, desocupado lector, que, como quería el polígrafo argentino, “no sabrá nunca que me he ido”. No le he hablado de ella porque, frente al tópico, soy pudoroso hasta el extremo. Tiene cinco o seis baldas. En cada balda entran, en función del grosor, entre diez y doce libros. Esto me da, incluso siendo de letras, entre cincuenta y setenta libros. Si muero anciano, esa biblioteca será la que me defina. Si alguna vez intereso a alguien, en otra vida, en otro mundo, sólo tendrá que leerse esos libros para hacerse una idea cabal de quien fui. La estantería va mediada, debe de haber unos veinte o treinta ejemplares. No dejo entrar a cualquier libro, porque los que llegan, se quedan para siempre. Son los únicos libros que presto con mucho cuidado y que reclamo siempre de vuelta. Casi todos son ensayos, claro, los papelillos siguen siendo, salvo excepción, pasatiempos para niños. Cosa menor.  

En mi librería  puede uno viajar de la Bizancio medieval  a la Europa de la postguerra, y preguntarse por el futuro de la democracia o por los peligros del totalitarismo mientras visita toda África antes de viajar a Tartaria

Allí, en fin, puedo conversar con Kaplan, mirar de frente Johnson, escuchar Magris, aprender de César Antonio Molina, llorar a Judt, asentir con Popper, viajar con Zweig o Espada o quedarme deslumbrado mientras Juaristi me habla de la Cueva de Hércules. Todos ellos viejos amigos, más allá del tiempo y del espacio, como siempre quiso el Señor de Montaigne, aquel hijo de un judío español…

Y es que la libertad, lo dijo Margarit, no es más que una librería…



PS: Oído en Santander, palabras de Lamo, en un  estudio de la Ortega sobre la España actual. Un pulso a la realidad de un país ...

24.6.12

Inaugurando formatos


Mi primer libro, como tal, en formato digital. En el Tagus, cortesía de Yimi. Aunque tengo mediado el del Imperio, el último Planeta, el primero que he leído completo tenía que ser de Kapuscinksi, claro.  La guerra del fútbol.  Un conflicto estúpido que apenas duró cuatro días y tras el que se escondía, claro, motivos más complejos, relacionados con la propiedad de la tierra en ambos países y con las estúpidas dictaduras militares que regían ambos países. Un libro potente, breve y ágil. Se le nota envejecido, pero eso es inevitable, supongo. No se pueden escribir varios ébanos. En cualquier caso, un inicio delicioso: “Luis Suárez dijo que habría guerra, y yo siempre creía a pies juntillas todo lo que él decía. Vivíamos juntos en Ciudad de México, y Luis me daba clases sobre América Latina. […]

Un libro sobre la idiotez humana. En realidad, el fútbol fue sólo una excusa

23.6.12

Claridad, en La Montaña


Llegué a La Montaña. Como en un bucle. Un motivo similar, la UIMP, el mismo hotel, el mismo paseo. Pero esta vez las cosas eran verosímiles. Es lo más sano. Lo que es creíble se digiere bien. Lo que no, cuesta trabajarlo y el cuerpo te lo acaba cobrando. Luego en el curso, todo fue razonable. El placer no sólo de escuchar a viejos maestros, como el profesor Benigno Pendás, siempre lúcido, siempre inteligente, sino también de poder compartir con ellos un rato de charla y conversación, tanto en el Palacio como en el aeropuerto. De los escritos del profesor Pendás viene mi querencia por las frases secas, cortadas de manera abruptas por puntos seguidos imposibles. El estilo uno lo hace aprendiendo de los que saben.

La predicación, sobre la necesidad de la claridad. Me obsesiona, en el ámbito público, la claridad. Saber qué significa una cosa y qué significa otra. Un sintagma no puede significar quince cosas a la vez. Si perdemos el lenguaje, lo perderemos todo. Cuanto más embarullado sea todo, mejor para el poder, y peor para nosotros.

Francotirador, al fin y al cabo.



PS: ochenta años de padre. Qué privilegio. En todos los sentidos

22.6.12

Un cierto pudor, a vueltas con Gomá...


El artículo de Javier Gomá el otro día en Babelia. Es grande Gomá. Una vivisección del amor. Magistral. Y un recorrido, a lo largo de la vida, en la que se alternan el amor y la amistad. Y en qué se diferencian; y en qué se parecen. Una explicación a esos porqués que nos atormentan. Por qué no es posible enamorarse de alguien a quien no admiras. Cada uno evoluciona de una manera, y sólo desde la consideración de que hay que hacer crecer a quien contigo va, es posible mantener una relación a flote. ¿Utópico? Quizá, pero me lo tomaré como un cumplido. Y de fondo el papel que juega la pasión: esas sensaciones que nos dominan cuando menos lo esperamos, que nos atormentan, que nos persiguen… Y lo mejor de todo es que con esto no se nace. Son cosas que se aprenden, y que se practican. Siempre que alguien te las enseñe, claro.

No deje de leerlo desocupado lector.

Algún día me dará las gracias. De res.



PS: “¿Cómo combatir los efectos negativos del tiempo sobre él? Educando tu corazón para que se entregue sólo a alguien digno de ser tu amigo. Uniendo en la persona amada eros y philia, deseo y admiración, prestas a la pasión amorosa la duración que pertenece sólo a la amistad. Porque eros arrebata un instante pero la admiración mantiene perdurablemente vivo ese momento divino cuando el resto de las fuentes del deseo se han secado drenadas por la ley de la entropía universal. Y es entonces, sólo entonces, cuando se hace posible arriesgarse a vivir algo tan aparentemente contradictorio como es un viejo amor”.

21.6.12

Hopper y la luz de Claudio Rodríguez


Me acerqué a ver a  la exposición de Hopper, en el Thyssen. Los clichés me rodean, y no es fácil írselos sacando de encima. Uno claro: la ausencia de alta cultura en los Estados Unidos. El país de la música y el cine, pero no de la pintura o la literatura. Es un tópico, claro, y como todos esconde mucha generalización. Y los mejor de los tópicos es írselos comiendo, uno a uno, como me ha pasado a mí con Kennedy Toole, con Salinger y con Capote. A Hopper lo conocí tarde, a través de una postal furtiva. Era agosto y ya sabe, desocupado lector, que Lisboa resplandecía.  La exposición es magnífica,  y a mí algunos aires de los cuadros me recordaban a los aires Sorolla. La luz. Quizá nada identifique mejor a esas pinturas de los hermosos años veinte como la luz. La luz de Claudio Rodríguez. Todo en la obra de Hopper es luz. Y es modernidad. Una gasolinera, una oficina, una pareja en casa. Silencio. Incomunicación. Alguien tenía que pintar aquel mundo que estaba llegando para quedarse. El mundo moderno en el que el bullicio de la aldea desaparece engullida por los silencios de la ciudad. Una vía del tren, un vendedor en la calle. Uno se imagina a Scott Fitzgerald y a  Zelda  tomando el sol en alguno de los cuadros.  Un sol que le da a uno de frente cuando se ubica en la perspectiva correcta delante del lienzo.

Hermosa visita, hermosa conversación.

Remansos de lucidez cuando sólo queda ya barbarie.



PS: En La Montaña, que esta tarde toca predicar. Qué distinto el viaje de aquel de septiembre. En algunos casos, creo que he envejecido, desde entonces, varias décadas.

20.6.12

Almuerzo gafapastosos o el ocaso de occidente


Madrid, capital del debate. En mi mundo, digo. Almuerzos estas últimas semanas. Con Arthur; cuando estamos los dos solos, nos sale la vena gafapasta. El mundo como representación. ¿Existe un derecho natural?, ¿tiene la historia un sentido que debamos entender? ¿Es el progreso sólo una ilusión? Entre medias varios pacharanes, ninguna conclusión. El placer de debatir, de ejercitar la mente. No conversamos para convencer, lo hacemos para no enloquecer.

El otro día con John the Minor. Un artículo que  nunca terminamos de elaborar. La crisis europea es la manifestación más clara de la ausencia de un demos europeo: sin él, no hay solidaridad. El proyecto europeo, creado para que Alemania dejara de humillar a Francia cada treinta años, es un proyecto de élites. Siempre lo fue. Y mi conclusión es aún más dura: esta crisis es en lo económico lo que la crisis de Suez fue en el cincuenta y seis: la constatación del declive europeo. Aquella fue una constatación política y esta lo es económica; pero las dos están relacionadas, al final, con el ocaso de un mundo y de un poder. No deja de ser poético que ese relato, que es el nuestro, termine donde empezó: en el Hélade. Al final Toynbee tendrá razón, y la historia sólo será círcular…



PS: hablando del Hélade, hermosas las Historias menores, que contaba el otro día Antonio Muñoz Molina. No dejen de echarle un vistazo

19.6.12

Políticos abnegados...


El titular terrorífico que muestra nuestra idea de la política. Zoido acepta. Aceptar conlleva un sentido heroico de la acción, un sacrificio. Implica no haber buscado. La transversalidad de los políticos: la abnegación. También Bono hizo un sacrificio en el año ochenta y tres para desbancar a Fuentes. 



El titular no es Zoido pide, Zoido maniobra o Zoido busca. No, acepta. Disciplinado. Humilde. Con esa estética mitad monje mitad soldado con que nuestra lamentable casta política se imagina a sí misma cada noche al irse a la cama. El relato que subyace al titular es algo así como: “iba un día por la calle y todos los secretarios provinciales lo asaltaron  mientras entraba en el bar a desayunar: joder, tienes que ser tú, nadie cómo tú, porfi, porfi, no te niegues, venga, hazlo por nosotros…”

Así nos construyen la realidad. Con sus neolenguas.

Alguien debería volver a leer a Klemperer. O mejor aún, a Alberti en eusquera; porque, aunque ellos no lo sepan “Hil ezinak dira hitzak izan arren zaurituak


PS:  La prensa recogía, aquel sábado de 1983: “Según declaraciones del propio José Bono, en un principio desestimó la propuesta de la ejecutiva federal de ser nombrado candidato, pero después de tres días de reflexión ha decidido aceptarla, haciendo constar la carga y el sacrificio personal que ésto supone para mí". Asimismo ha declarado que no ha movido ni un solo dedo por ser propuesto para presidenciable

18.6.12

Voces frente a los lugares comunes....



Hay una línea de lecturas, inmune a las fronteras del tiempo y del espacio, que me acompaña desde los años de la República.

Una línea que principia (no sé si las líneas comienzan, amigos ingenieros, pero en mi bitácora mando yo, con la complicidad de mis desocupados lectores) en Manuel Chaves Nogales, la tercera España, liberal por carácter, a la que llegué de la mano tanto de mis amigas de Fronda como del bueno de Jesús. Una línea que continúa en George Orwell, atraviesa como un rayo la oscuridad del franquismo y llega hasta Arcadi Espada, pasando primero por Savater y luego por Xavier Pericay.

Así que cuando Pericay, para homenajear a Savater y su “compromiso con la verdad”, escribe una Tercera en ABC titulada “A vueltas con la verdad”, en la que habla de Chaves Nogales y de Orwell, es evidente que la lectura es obligada.

Es de lo poco que vale la pena leer. El resto, lugares comunes  e indigencia.

De nada, desocupado lector.



PS: Pericay escribió: Al fin y al cabo, ese «pequeñoburgués liberal» —como se definía el propio Chaves Nogales en el prólogo del libro— era antes un demócrata que un republicano, por lo que no ignoraba que no encontraría acomodo en ninguno de los dos extremismos en liza, fuese cual fuese el que terminara por imponerse.

17.6.12

Lecturas que nos interrogan...


 Está editado en Visor, al igual que el último que compré de Luis Alberto De Cuenca. Sentarse, mientras caer la tarde, a degustarlo. Buen papel. Buen poeta. Un placer volver a leer, esta vez versos nuevos, a Jon Juaristi. Hablando de rentas antiguas. Lo abro al azar, claro: no volveré a leer poesía de otra forma. “Nostalgia de edades que no conociste”.  Los versos del poeta atraviesan la tarde conmigo. Me traen luz y han venido para quedarse. Siempre que llegan de nuevo, los poetas que me acompañan me ayudan a entender este camino tortuoso que a veces no sé hacia dónde me dirige.

Hace calor. Es junio. Un junio más relajado, pese a todo. Vuelvo a sus páginas. El poeta me interroga: “¿Qué tramas, pasajero sin billete / de la tarde serena, / confundiendo memoria y esperanza?”

Grande Juaristi

16.6.12

La ciudad perdida en años de hambre y sombras...


Cine. 
Estuve viendo La ciudad perdida, la primera película dirigida por el actor cubano Andrés García. Una película hermosa. Lenta. Una película en la que la ciudad, La Habana, se funde con Aurora, el personaje que interpreta una espléndida Inés Sastre. Un amor prohibido. Por la revolución o por las convenciones sociales, qué más da. La historia de una familia destrozada por el horror de los Castro. Aquella Cuba de los cincuenta. Un burdel dicen, como si ahora fuera otra cosa. Un país con una sanidad  y una educación mejores que las españolas, no en vano siguió atrayendo hasta el golpe de Castro a decenas de miles de españoles. Una revolución en busca de libertad y de democracia. Una revolución traicionada por unos mierdas con barba, apoyados de manera complaciente por la izquierda europea. Esa sensación, tan certera, de que en cualquier revolución, “de obipo pa´rriba, ninguno cree en Dios”. La película, con una música empapada de saudade, refleja la nostalgia del exiliado. La vida de aquellos que tuvieron que salir con lo puesto de su país porque alguien se consideraba con derechos sobre su vida, su hacienda y su cuerpo. Vidas y culturas que se consumen. Leí en algún sitio hace poco que más del 70% de los cubanos no ha conocido otro gobierno que el del tirano. Los que se fueron, tuvieron que empezar de nuevo. Siempre hay que empezar de nuevo. En otros lugares, en otras vidas. Olvidando lo que fuiste. Olvidando para tus hijos tus orígenes

Cine para entender.



PS: “Millones a Dios le pedimos que haga ya detener su corazón / pues su vida es dolor repartido, / cuanto antes se muera mejor. / Estos años de hambre y de sombras / llevan todos tu nombre Fidel. (canción de Porno para Ricardo ).

15.6.12

Si la madre España cae...


Emprendedores sin complejos, como el García Milá. Qué lejanos nos quedan de lo que vemos cuando miramos en derredor nuestro. Este país. Uno cualquiera. Nacer aquí, un azar. Crecer en una cultura donde la mitad de la gente quiere ser  funcionaria y donde la otra mitad quiere trabajar en una gran compañía de por vida. Donde el verbo vender tiene una acepción peyorativa. Donde comerciante es sinónimo de ladrón. Donde nadie arriesga un duro si no es segura la ganancia. Donde los universitarios no estudian y los maestros no enseñan. Es difícil emprender porque lo sencillo, cuando uno lo hace, es fracasar.

Pero si caigo, vendrá a mi lado aquel personaje de Syjuco a recordarme, a recordaros, aquello de que “si fracasé fue únicamente porque me exigí a mi mismo objetivos que ninguno de ustedes ha llegado siquiera plantearse”

No es un consuelo. Claro que no. Pero es lo que hay.



PS: por favor, ni un solo funcionario más hablándome de emprendimiento. Por favor,  ni uno más.

14.6.12

El pasado como representación (encuentros de otro tiempo)


Entro en la tienda. Hay cola. Me ve. Hombre, cómo estás, se dirige a la dependiente, ¿Sabes quién es?, le pregunta: O nieto de Paco o de Manuel, dice ella. Estamos en Madrid. Una ciudad de más de tres millones de habitantes. Pero en algunos lugares, pocos y estratégicos, la ciudad se transforma en la Sanabria de los años cincuenta. Y entonces una de los vicentines (re)conoce a uno de los ferreteros del Mercado.  Se saludan con cordialidad. Compra, paga y sale de la tienda. Entonces Madrid vuelve a ser una urbe anónima.

Hay un mundo que ya se va en cada uno de los gestos de (re)encuentro que se da en este Madrid cuyo cielo es el mar de Lisboa. Y se va, lo sé, porque nadie hablará ya de nosotros cuando aquí todo sea ciudad y no queden lugares donde viajar en el tiempo. Lugares donde volver a ver a mi abuelo, montado en su moto, bajando al Mercado a abrir la tienda, que se hace tarde ya...


PS: Martin Schifino  escribió una vez en la llorada Revista de libros: “[…] a salvo de aquello que Henry James le criticaba a la ficción histórica: la ingenuidad de creer que «lo real» puede capturarse sólo mediante «los pequeños hechos que se consiguen en pinturas, documentos y reliquias». Lo real, por definición, es lo que se escapa. James consideraba imposible, también, «la representación de la antigua consciencia, el alma, la percepción, el horizonte, la visión de individuos en cuyas mentes no existía la mitad de las cosas que constituyen las nuestras». […]  El pasado, dice, es un país extranjero, […].  Nunca seremos en él más que turistas”.

13.6.12

"La" columna


A veces lee uno la columna. Así, con un “la” en vez de “una”. Una buena columna es un texto que lleva al lector por donde quiere, que juega con él en zig-zag hasta que termina de perderlo y de repente, ¡alehop! Le enseña la respuesta. A mí me enseñó Umbral a leerlas. El columnista, cuando es bueno, tiene algo de flautista en Hamelín. Atrae al lector, lo lleva, le enseña un par de cosas, se las esconde y, como en los trucos de magia, hace que se quede con la boca abierta cuando termina. Escribir una buena columna es dejar con cara de asombro a quion nos escucha al otro lado del papel. Es hacer que se pregunte, ¿qué me está contando?, con mueca de asombro. Que el lector sienta que le han susurrado algo mucho más importante de lo que cree haber leído.

La semana pasada me enfrenté a una de estas columnas. Es difícil decirlo mejor en menos palabras. Es complicado contar tanto sobre esta estafa de país de profesionales del servicio público que nos han construido entre los partidos y sus cuerpos funcionariales adscritos. Lleva por título “El nuevo gerente” y está firmada, claro, por el maestro Arcadi Espada.

No deje de leerla porque no tiene desperdicio. El penúltimo párrafo, ese que empieza con “Por encima de todos ellos…” es el torero en el albero llevando al morlaco a su terreno, para entrar a matar, (hacía calor, eran las cinco en punto de la tarde), con el último de los párrafos.
Una columna real, no sólo verosímil.

Una columna redonda. Al final, es el periodismo quien dará fe de todo esto. Quien permitirá entender algo a nuestros nietos cuando nos pregunten, ¿qué os pasó?



PS: de nuevo al oeste. 

12.6.12

Escritura y lectura


Me quedan dos cosas.

Me queda la escritura. Es lo único que tengo. Lo único que me acompaña. También, mi forma de resistencia frente a la barbarie. Frente a toda esta barbarie en forma de economía que nos rodea y que, cada día que pasa, soy más incapaz de comprender.

Me queda la lectura. De la prensa. De los columnistas de referencia. De ese Arcadi que no falla casi nunca, hable de lo que hable. Hacer de la anécdota categoría. Llevar al lector por caminos que aún no están abiertos. La lectura de ese Gistau, certero hablando de fútbol los lunes y cronista parlamentario de los que debió de haber aquí cuando el periodismo era aún un oficio.  De Cuartango, con el pesimismo que da la lucidez mientras uno ve llegar cada tarde los trenes a Miranda. De aquel Alvite que nos recuerda que algún día seremos mayores. De ese Pozo, con su vellocino y sus putas.

El placer de la lectura. El único del que puedo estar ahora orgulloso. ¿Qué ocurrirá cuando todo sea ruido y no haya prensa?




PS: Lo que se lleva la crisis. El trabajo a favor de la cultura.

11.6.12

Los colonos en la frontera de Sefarad


Acabé, de mala manera, La frontera sefardí, de Jonathan Ray, una tesis doctoral centrada en analizar la vida de los individuos y las comunidades judías a lo largo del XIII, cuando la frontera cristiana se expande de manera imparable hacia el sur de la península.  Lo más relevante del libro es la impugnación de la tesis comunitarista: los judíos no se movieron siempre “en comunidad” ni estaban sometidos de manera inequívoca a la voluntad de la aljama. No. Siempre hubo individuos. Y más aún en un territorio y en una época de frontera. Las tesis comunitaristas son sueños infantiles, deseosos de encuadrar a las personas en los esquemas mentales que usamos para explicarnos la realidad. Pero cuando las acercas a los hechos, las teorías rara vez resisten un análisis riguroso. Los judíos en la frontera eran colonos. Con sus lógicas y sus cálculos: a veces, recurrían a la autoridad gentil cuando pensaban que eso podía beneficiarlos. Negociaban con la Iglesia, y con quien hiciera falta. Algunos vivían en la Corte, es cierto, pero los más lo hacían  en el campo.  Y vivían con la lógica del pionero, al igual que el resto. De manera legal, eran propiedad de la Corona. Sus bienes, también. Así se evitaba que cayeran en manos de nobles o de la Iglesia. La relevante comunidad judía de Lisboa en el XIII. Los treinta dineros, que me persiguen desde que logré unir a una familia poderosa con ellos, hace meses. Se buscaban la vida. Se iban integrando, poco a poco, distintos pero iguales, en un mundo en el que la lógica de la identidad no había ganado aún la partida. El mundo de frontera siempre ha sido un mundo en el que ha sido fácil empezar de nuevo: nadie hace preguntas al que llega. Nadie sabe nada del que se va.

Un mundo de frontera, ideal para el asentamiento de lo que van buscando una nueva vida. O una nueva oportunidad. Un mundo de frontera: la Andalucía del XII, la Dakota del XIX. ¿La Sanabria del XIV?



PS: Judah Ben Barzilay ha-Bargeloni escribió en aquellos días, en relación a los judíos de Sefarad: “Algunos se mezclan con gentiles, comen su pan, y se vuelven como ellos, de manera que no hay diferencia entre ellos, excepto el nombre de “judíos

10.6.12

Al rescate...


Hoy que nos rescatan. Pensar en las causas. Múltiples. Difíciles de entender. Ir pensando en ellas. Por ejemplo, en los sueldos. No creo en las regulaciones. Soy un ingenuo. Lo sé. Creo en la ética personal. Creo que cuando uno trabaja en una empresa privada y genera ingresos, ha de llevarse su parte. Nada que añadir. Me alegra que el CEO de Apple sea rico. O que lo sea el de Amazon. Es su negocio. Pero cuando uno está en lo público, o en sector hiperregulados, hay que ser cuidadosos. No por la ley, qué va, esa se incumple sin problemas. Por vergüenza. Cuando uno no es capaz de explicar en pocas palabras de dónde sale el dinero que gana, no debería ganarlo. No sé qué hacía un tal Escribano, de la minúscula Caja Segovia, llevándose seis millones de euros, más de lo que la caja destinaba a obra social. ¿Le había generado tanto valor a su entidad? Se le debería caer la cara de vergüenza. Y sus  vecinos deberían señalarlo con el dedo. El tal Serra, hecho rico en un puesto al que llegó por ser político, no por su capacidad de gestión. El tal Pedroche, el tal Zapatero. Tan listo.  El tal Izquierdo, de Bancaja: no es la ley la que debe prohibir que alguien se lleve quince millones de un banco arruinado precisamente por la mala gestión. 
Debería ser su ética.
Pero de eso andamos escasos.
Todos.
Soy algo naif.
Lo sé.

9.6.12

Del oeste al parlamento...


Series. Sigo con ellas. No he encontrado aún mejor forma de mantener mi inglés.
Estoy con la segunda temporada de Deadwood, cortesía de Chisum. Aquellos años en los que el oeste no se había transformado aún en la mirada épica de John Ford a través de los ojos de John Wayne. Aquellos años en los que los Estados Unidos se iban ampliando hacia al oeste. La especulación. La prostitución. La ausencia de leyes. Y esos personajes trágicos, como Bullock el hombre de ley, o Swearengen el hombre cuya esencia consiste, precisamente, en mantenerse al margen de la ley. Ya le iré contando, desocupado lector.

Empiezo también, cortesía de Tino Batera, con el Castillo de Naipes (House of Cards), la serie de la bebecé de principios de los noventa que el amigo Batera rescató del olvido para mí. Intrigas políticas en un inglés delicioso, el legendario  Queen´s English. El muñidor Francis Urquhart,  un hombre similar al Fumador, pero en el seno del Partido Conservador, y sus intrigas para hacerse con el poder. De momento,  la serie promete.



PS: "Nothing lasts forever: even the longest, the most glittering reign must come to an end someday”