No
entender lo que ocurre. Asumir que la batalla de la libertad se puede perder,
no una, sino mil veces. ETA volvió a las instituciones. Y a su gente les damos dinero para
que se protejan contra ellos. Hermoso
contrasentido. El País Vasco era, hasta hace tres años, el único lugar dizque
democrático del mundo en el que la policía protegía a la oposición y no al
gobierno.
Todo
es dinero. Jaime Mayor lo vio enseguida. Ahora habrá pasta para hacer hagiografías
de los asesinos. Dinero público. Dinero pagado por las
víctimas.
Pero
lo más aterrador son
los sondeos. La herencia de Zapatero. Los herederos de los
asesinos sentaditos como segunda fuerza política en el Parlamento; con el tal
López y el
matratador Eguiguren peleando por que les dejen una
Vicepresidencia y dos o tres consejerías. Es el resultado de tantos años de dejación,
en los que el Estado no cumplió con la tarea principal de proteger a sus
ciudadanos y garantizarles el derecho a la vida.
Ahora,
todos tan jatorras, un rato de charla
y aquí no ha pasado nada… La podredumbre moral de la vida pública del País
Vasco no tiene fondo. Ni límite.
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