Las palabras se gastan, En especial los adjetivos. Cuando cualquier conducta es nazi, al final ninguna lo es en realidad. Pero, de camino al desgaste, ayudan a fijar marcos mentales. Y en esto, desde Gramsci y la hegemonía cultural, la izquierda siempre ha sido muy lista.
Viene esto a cuenta porque ya son dos o tres las entrevistas en las que leo que le preguntan a Santi Abascal si su nuevo partido, Vox, "es un partido de extrema derecha".
Vaya por delante que la presencia de personas como José Luis González Quirós en el partido deberían bastar, en mi opinión, para descartar como estúpido ese calificativo; pero creo que el ataque, el intento de enmarcarlos ahí, es una metáfora de una de las mayores anomalías, casi cuarenta años después de muerto el dictador, de la vida pública en España. La anomalía de que aquí nadie sea "de derechas" y que, para la izquierda, cualquier cosa a la derecha del centro oscila entre carcundia, extrema derecha, derecha extrema, reaccionario. Sólo así se construye un lenguaje en el que progresista es positivo y conservador es negativo...
Por lo que voy leyendo, yo sitúo a Vox más en la derecha que al PP, que desde 1989 se ubica (y gracias a eso ha ganado dos veces por mayoría absoluta) en el centro derecha. Es decir, si Vox se consolida, tendríamos en España un partido que se califica a sí mismo como un partido de derechas. Y no pasaría nada. También los hay de izquierdas, como los de IU. Bueno, algo pasaría: el PP tendría un flanco, el derecho, en el que por fin le saldría un competidor...
En fin, si de verdad alguien con dos dedos de frente me dice que son extrema derecha, que me diga entonces que son Falange o España 2000 o la Alternativa Española. O que me digan si de verdad creen que, con lo que sabemos a día de hoy, Vox es un partido homologable al Frente Nacional francés o la Interés Flamenco belga.
Pero no hay nada nuevo bajo el sol. Lo que hay es, como siempre, la insoportable arrogancia moral de la izquierda. Lo recordaba el otro día leyendo a César Antonio Molina cuando, en un ensayo en el cultural de ABC, citaba un texto de Orwell escrito en 1948:
Las palabras claves son "progresista", "democrático", y "revolucionario", mientras que los sambenitos se que
hay que evitar a toda costa que cuelguen son "burgués", "reaccionario", y "fascista".
En España, su reflexión sigue plenamente vigente.