Quizá no esté todo perdido. Queda, a lo que parece, una cierta izquierda en España que sabe leer y escribir. Uno de los tres libros que he disfrutado este agosto ha sido El Estado fragmentado, que el profesor Sosa Wagner ha escrito con su hijo Sosa Mayor. Es un texto magnífico que, en mi opinión, va de más a menos. El Cuaderno Primero, que ocupa casi la mitad del libro, es un esclarecedor repaso de la historia de la Monarquía del Danubio, desde sus orígenes hasta su disolución, pero haciendo especial hincapié en los sucedido durante el siglo XIX. Aunque no sea educado citarse a uno mismo, El Perdíu tiene por ahí escrito, hace ya muchos años, que lo que más les gustaba a Lluch y a su gente del modelo austriaco no es cómo funcionaba, sino cómo acabó. Uno va leyendo el cuaderno y a veces parece pensar que le están hablando de España: los intentos húngaros no sólo por tener más autonomía, sino por conseguir que los demás no la tuvieran (para que su estúpida “singularidad” no quedara oscurecida por nadie), la locura de disponer de espacios de bilateralidad en un Estado tan complejo, la niñería fascista de conseguir que localidades con dos o tres nombres en diferentes idiomas sólo pudiesen ser conocidas oficialmente por uno. El acabar con el bilingüismo en los nombres de las calles. La reclamación de la “pluralidad” del Imperio mientras se intentaba construir, en Hungría, un territorio étnica y lingüísticamente homogéneo, los intentos y los éxitos de acabar con el alemán como segunda lengua en las escuelas, para conseguir que en cada territorio del Imperio la gente sólo hablara un idioma, acabando así con siglos de bilingüismo… ¿Le suena todo esto de algo, desocupado lector? Este primer cuaderno se lee con interés y se apoya en datos, lo cual no es muy habitual.
El segundo cuaderno muestra a un espectador atónito ante el proceso de reformas estatutarias emprendido por las élites políticas en nuestro país. Los autores cantan las verdades del barquero. Y en un país en el que el nivel del debate público es tan pobre, es de agradecer. Hay un par de capítulos especialmente brillantes, los referidos a los derechos históricos y a la lengua propia. A ver si algún día, desocupado lector, podemos reflexionar con calma sobre ese barbarismo jurídico que supone que haya poblaciones que pretendan obtener ventajas a cuenta de las leyes del siglo XIV, sin que se les aplique ninguna de sus contrapartidas. Añadiendo, comos señala el profesor Sosa, que de dichas leyes sólo se cogen, confusamente, las partes que interesan.
Finalmente en el tercer cuaderno, más flojo a mi entender, el autor hace una encendida defensa de los Estados grandes y supranacionales como garantes de la igualdad, y hace un ataque a los pequeños Estados, a los que imagina devorados por la gran banca y el capitalismo internacional. Aunque la tesis que expone es interesante y no anda escasa de razón en algunos momentos, ahora la forma se vuelve más militante y el autor empieza a buscar demonios (básicamente el neoliberalismo) para poder explicar lo que a su juicio es una evolución negativa de las democracias capitalistas.
Interesante lectura, desocupado lector.
PD: Aquí disfruta las vacaciones el mismo tirano hereditario que prohíbe a sus súbditos entrar en los hoteles extranjeros en Cuba.
Cita de hoy
El resultado era la nacionalización del día a día, entendida ésta como un intento […] de elevar el criterio de lo nacional al estatus de única categoría válida del discurso social, político y cultural. El ciudadano de a pie se venía envuelto las veinticuatros horas del día por unos razonamientos que medían con el rasero de lo nacional todos y cada uno de sus actos, desde la lengua que hablaba hasta la música que le gustaba, desde las tiendas en las que compraba hasta el partido al que votaba…
Sosa Wagner Francisco y Sosa Mayor, Igor: El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España. Editorial Trotta, Madrid, 2007. Página 118.