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27.12.08

En Sanabria

Acabo el año en Sanabria. Hace frío y los días se van volviendo grises. No importa. Leo y paseo. No necesito mucho más para descansar, la verdad. Auden escribió en su Autumn Song: Now the leaves are falling fast. Hay un porto hereje en la copa. El repaso de fin de año no es muy edificante.
Apuro la prensa.
Una que ejerce de ministra confunde su cargo con sus deseos y su ideología. A nadie le extraña y nadie protesta, este es el nivel del discurso público en nuestro país.
El gobierno, incumpliendo de manera manifiesta el espíritu y la letra de la Constitución, pacta un modelo de financiación con el nacionalismo narcisista catalán. Y todos contentos. El patético pepé se sube al carro, tirado por sus comunidades ricas. No hay gobierno y la oposición, es verdad, ha perdido complejos. Camps, que se apunta a todas, quiere otorgar permisos de residencia como sus vecinos del norte. Patético.
¿Es que nadie ve que esto es un modelo de suma cero y que lo que ganen unos lo perderán otros?. Y todo ello dirigido por el gobierno más flojo, sin duda, de la historia de España. De la España del cacique.
Los modelos de financión deberían basarse en dos premisas; la primera de ellas, pensar en las personas y no en los territorios, porque somos las personas las que pagamos impuestos y somos los que recibimos servicios. Entrar a este trapo de "Cataluña paga...", o "Madrid recibe..." es sencillamente repugnante, porque ni Cataluña paga ni Extremadura recibe, no sé si me explico.
Y la segunda premisa debería de haber estado igualmente muy clara. Lo que hace falta es gastar mejor y gastar menos, no gastar cada vez más en una espiral enloquecida y absolutamente insostenible, de gastos sin fin.
Pensé que ambas cosas las defendía el pepé, pero ya veo que me equivocaba. A este paso, al final, acabaré votando a UPyD en las europeas (desde luego, Sosa Wagner me parece un candidato magnífico).
En fin.
PS: "Defiendo la solidaridad, pero no es razonable que los que más dan reciban menos", D. José Montilla i Aguilera, Muy Honorable Presidente de la Generalidad de Cataluña. 22 de mayo de 2008

3.9.07

Lecturas agostiles (I)

Quizá no esté todo perdido. Queda, a lo que parece, una cierta izquierda en España que sabe leer y escribir. Uno de los tres libros que he disfrutado este agosto ha sido El Estado fragmentado, que el profesor Sosa Wagner ha escrito con su hijo Sosa Mayor. Es un texto magnífico que, en mi opinión, va de más a menos. El Cuaderno Primero, que ocupa casi la mitad del libro, es un esclarecedor repaso de la historia de la Monarquía del Danubio, desde sus orígenes hasta su disolución, pero haciendo especial hincapié en los sucedido durante el siglo XIX. Aunque no sea educado citarse a uno mismo, El Perdíu tiene por ahí escrito, hace ya muchos años, que lo que más les gustaba a Lluch y a su gente del modelo austriaco no es cómo funcionaba, sino cómo acabó. Uno va leyendo el cuaderno y a veces parece pensar que le están hablando de España: los intentos húngaros no sólo por tener más autonomía, sino por conseguir que los demás no la tuvieran (para que su estúpida “singularidad” no quedara oscurecida por nadie), la locura de disponer de espacios de bilateralidad en un Estado tan complejo, la niñería fascista de conseguir que localidades con dos o tres nombres en diferentes idiomas sólo pudiesen ser conocidas oficialmente por uno. El acabar con el bilingüismo en los nombres de las calles. La reclamación de la “pluralidad” del Imperio mientras se intentaba construir, en Hungría, un territorio étnica y lingüísticamente homogéneo, los intentos y los éxitos de acabar con el alemán como segunda lengua en las escuelas, para conseguir que en cada territorio del Imperio la gente sólo hablara un idioma, acabando así con siglos de bilingüismo… ¿Le suena todo esto de algo, desocupado lector? Este primer cuaderno se lee con interés y se apoya en datos, lo cual no es muy habitual.

El segundo cuaderno muestra a un espectador atónito ante el proceso de reformas estatutarias emprendido por las élites políticas en nuestro país. Los autores cantan las verdades del barquero. Y en un país en el que el nivel del debate público es tan pobre, es de agradecer. Hay un par de capítulos especialmente brillantes, los referidos a los derechos históricos y a la lengua propia. A ver si algún día, desocupado lector, podemos reflexionar con calma sobre ese barbarismo jurídico que supone que haya poblaciones que pretendan obtener ventajas a cuenta de las leyes del siglo XIV, sin que se les aplique ninguna de sus contrapartidas. Añadiendo, comos señala el profesor Sosa, que de dichas leyes sólo se cogen, confusamente, las partes que interesan.

Finalmente en el tercer cuaderno, más flojo a mi entender, el autor hace una encendida defensa de los Estados grandes y supranacionales como garantes de la igualdad, y hace un ataque a los pequeños Estados, a los que imagina devorados por la gran banca y el capitalismo internacional. Aunque la tesis que expone es interesante y no anda escasa de razón en algunos momentos, ahora la forma se vuelve más militante y el autor empieza a buscar demonios (básicamente el neoliberalismo) para poder explicar lo que a su juicio es una evolución negativa de las democracias capitalistas.

Interesante lectura, desocupado lector.



PD: Aquí disfruta las vacaciones el mismo tirano hereditario que prohíbe a sus súbditos entrar en los hoteles extranjeros en Cuba.



Cita de hoy

El resultado era la nacionalización del día a día, entendida ésta como un intento […] de elevar el criterio de lo nacional al estatus de única categoría válida del discurso social, político y cultural. El ciudadano de a pie se venía envuelto las veinticuatros horas del día por unos razonamientos que medían con el rasero de lo nacional todos y cada uno de sus actos, desde la lengua que hablaba hasta la música que le gustaba, desde las tiendas en las que compraba hasta el partido al que votaba…

Sosa Wagner Francisco y Sosa Mayor, Igor: El Estado fragmentado. Modelo austro-húngaro y brote de naciones en España. Editorial Trotta, Madrid, 2007. Página 118.