El Renacimiento nos descubrió de nuevo al individuo. Fue un proceso arduo, sin duda. Y se manifestó en muchos aspectos. Uno de ellos fue el pictórico. Hay en el Museo Nacional del Prado una exposición sobre Patinir. Deliciosa. Uno se da cuenta al llegar de que no sabemos nada. En realidad nunca sabremos nada. Una incultura, la mía, sin apenas lagunas. Nunca había oído hablar de él. Tres partes temáticas; sus antecesores, sus obras y su huella en la pintura occidental. Los azules en el horizonte. El gusto por los detalles. Un campesino perfilado a lo lejos. Dos árboles frente a una iglesia al fondo. Un perro acostado en la sombra de un árbol. Un muelle. Un barco que se va. La línea del horizonte se eleva, quizá por primera vez, y ya no volverá a bajar nunca. Interesa no sólo el personaje del cuadro, sino también el fondo,
Si están por Madrid, no dejen de visitarla.
PS: compra en la fiesta de re-inauguración de Fuentetaja, ayer a
1 comentario:
Cuando te pones intelectual resultas insoportable
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